La playlist de Pogacar

Seamos serios. Lo más importante del masaje es la playlist”, lanza, bromista y vitalista, Joseba Elguezabal, masajista de Tadej Pogacar, el ciclista que busca su tercera entronización en el Tour de Francia. El astro esloveno, –“el mejor corredor del mundo”, como le le define Elguezabal–, se adentrará en la Grande Boucle que iza la bandera el 1 de julio en Bilbao después de superar una lesión importante, la fractura de la muñeca izquierda. A Pogacar se le hizo añicos en una caída en la Lieja-Bastoña-Lieja, el 23 de abril, después de mostrar un dominio absoluto durante el curso. El jarrón Ming del esloveno se quebró. Las concentraciones en altura, primero en Sierra Nevada y después en Sestriere, Pogacar han supuesto un gran avance para el esloveno. Alcanzará el Tour con plenas garantías. “Desde que empezó la concentración, a entrenar sobre la bici, ha progresado muchísimo. La mejoría ha sido brutal y ya está con unos números muy buenos. Evidentemente estaría algo mejor si hubiese podido hacer el calendario sin percances, pero cada día va mejor”, determina Elguezabal. No solo lo dice el potenciómetro. A Elguezabal se lo gritan sus piernas, su tono muscular. “Él está muy bien muscularmente. Las piernas están respondiendo a los entrenamientos. Esos avances se notan también en su estado de ánimo”.

Nada calibra mejor el alma que la música. Un asunto capital cuando se trata de realizar el masaje, que tiene una duración de hora y media. “La música está muy presente y depende de cómo esté Tadej, ponemos una u otra. No siempre es la misma música, pero la base está clara”. Al ciclista esloveno le atraen, principalmente, dos ramas musicales. De un lado, la música urbana con el rap y el drill. “Es un estilo de música que le flipa. Le gustan muchísimo Eminem y los raperos eslovenos”. Al son del rap, Elguezabal maniobra entre la musculatura del esloveno, “un privilegiado, un portento físico”. En la playlist de Pogacar también hay espacio para los clásicos del rock de los 80. Suenan piezas de AC/DC, Queen, Scorpions, Metallica… “¿a quién no le gusta esa música?”, agita Elguezabal. En la sala de masaje está prohibido el reguetón. “No entra por ahí Tadej. Lo odia. Ja, ja, ja”, ríe el masajista de Gatika.

Además de la indispensable banda sonora que acompaña la sintonía entre Elguezabal y Pogacar, capaces de comunicarse con una mirada, como si tuvieran telepatía, el masaje reclama una liturgia y una hoja de ruta concreta. “No solo se trata de relajar y recuperar las piernas. Se actúa sobre toda la musculatura. De pies a cabeza. Se incide también en el diafragma para que la respiración sea lo mejor posible. Es un punto vital. La espalda y todo lo que tiene que ver con lo postural se trabaja a fondo”, dice el vizcaino. “La musculatura sufre un gran desgaste los días de carrera. Hay que recuperarla, quitarle la tensión y reactivarla para lograr un buen flujo sanguíneo para activarla y que esté lo mejor posible para afrontar otro día de carrera”, expone Elguezabal.

Los días en los que Pogacar se enfrenta a una contrarreloj, el masaje no sólo se realiza una vez concluido el ejercicio contra el crono. “Cuando toca una crono, se suele realizar una sesión previa de masaje y de estiramientos para lograr una buena elongación muscular, muy necesaria para lo que exige la especialidad”, expone Elguezabal. Una vez recuperado de la fractura de la muñeca izquierda, en el olvido óseo pero presente en la precavida mente, Pogacar saldrá con ganas de revancha en el Tour. “Quiere ponerse el dorsal y salir a competir. Está supermotivado. Le apasiona correr en Euskal Herria porque nota que la gente le quiere mucho”, destaca Elguezabal. Al gran choque entre Vingegaard y Pogacar en Euskadi le restan menos de diez días. Se espera una tunda extraordinaria entre ambos. Tras cada meta, Elguezabal aguardará, fiel y leal, a su amigo. Gane o pierda. Después tocará el masaje. El momento de la playlist de Pogacar.