Leonor, Josefa, Bernard y Francisco esperan a que lleguen las 12.00 horas. Los gigantes se clavan en medio de la plaza de las Eras mientras los burladeses y burladesas buscan algún hueco desde el que poder ver bien el chupinazo. Los cinco cabezudos —el herrero, la lavandera, la garbancera, el hortelano y el zapatero— tampoco se han querido perder este día. Los niños gritan y se ríen cuando se acercan, aunque también los más mayores recuerdan los golpes que recibían de pequeños: “¡Me van a pegar si pasamos por aquí!”, bromea un joven de 22 años. Aun sin pólvora, ya huele a fiestas.
Las peñas, la Txaranga Turrutxiki, la banda y los txistularis se incorporan. En menos de 5 minutos todos los grupos comenzarán la música y los bailes. Uxue y Yaiza, de 20 años, llevan alrededor de diez años tocando. Para ellas, esta semana del año siempre es “muy especial porque esperamos con muchas ganas las fiestas de nuestro pueblo. Hoy ya ha llegado el día, estamos muy nerviosas por tocar, pero después de que suene el chupinazo ya nos vamos a relajar”, explica Uxue.
Como de costumbre, las expectativas siempre son altas: “Llevamos esperando mucho tiempo y queremos que sean algo único una vez más. Parece que va a animarse más gente este año, pero para nosotras es más que suficiente con que esté la gente del pueblo pasándoselo bien”, añade. De igual manera, Maite Azcona y Montse Celaya esperan pasárselo "lo mejor posible con o sin gente, aunque la plaza se está llenando”.
Se hace el silencio cuando las educadoras infantiles y responsables de la gestión deportiva de las escuelas de Burlada se suben al escenario. Falta un minuto. “En primer lugar queremos agradecer a todo el mundo por el apoyo que nos habéis dado. Vamos a brindar por la dignidad en el trabajo y por el cambio institucional en Burlada ¡Vivan las fiestas de Burlada, gora Burlata!”.
Tras varios cohetes lanzados, uno por cada una de las trabajadoras, y mucho cariño recibido, la alcaldesa Berta Arizkun se suma y enciende por primera vez la llama del cohete. Los vecinos de Burlada devuelven el ruido de fondo con vítores y aplausos. Las fiestas han llegado por fin a su pueblo.
Berta ha vivido “un chupinazo muy emotivo y muy especial porque la ciudad ha escogido quién tenía que lanzar el cohete. El año pasado las trabajadoras de las Escuelas Infantiles fueron vetadas, así que este año la importancia es mayor porque es un logro”.
Aitziber Arregui, de 21 años, también se alegra por el reconocimiento a las trabajadoras infantiles: “Las fiestas empiezan ya muy bien con este chupinazo, ¡yo voté por ellas!”. Maite Azona también apostó por ellas porque “después de 222 días de huelga se lo merecen”.
Dorleta López de Gaurna, Amaia Azcona, Esther Irisarri, Esther Pilar, Nerea Larraza, Laura Arnedo y Francis Cruz son las siete mujeres protagonistas de este año. La sensación ha sido positiva, “de orgullo y mucha fuerza. Después de una huelga tan larga y dura esto ha sido un honor; esto es el inicio de una lucha”, comentan. “Queremos agradecer a las familias de Burlada porque nos han apoyado desde el principio y este es el resultado de lo que hemos conseguido con ellos”, señala Nerea.
Muñecos de nieve en verano
Después de las 12.00 horas, la plaza de las Eras cuenta con dos sectores: el primero, con niños que recogen a una velocidad desorbitada caramelos del suelo.
El segundo parecía escondido en una esquina del ayuntamiento, pero la espuma crece y su popularidad también. Todo aquel que quiere huir del calor se mete hasta el fondo; especialmente los niños. Las madres y padres aguantan los rayos de sol y esperan el regreso de sus hijos.
Idoia Lozano llega después del chupinazo con su hija Aroa en brazos mientras mueve la silleta por la plaza. “Vamos a estar todas las fiestas con los pequeños, iremos a los gigantes o a los bailes de la Casa de Cultura”, comenta. Aroa corta a su madre y señala a varios niños cubiertos de espuma. Ella también quiere unirse a la fiesta. “Es una juerguista... desde que ha visto las burbujas no hay manera de que piense en otra cosa”, bromea su madre. Aroa, aunque lleva un pañuelo con los gigantes de Burlada bordados, prefiere seguir a los demás niños y bañarse en espuma. Los gigantes seguirán todos los días; la ‘nieve’ no.
Alain vuelve dos veces para avisar a Maite y Rubén, sus padres, de que está bien. “¡Que no se te meta la espuma en los ojos”, le grita Maite mientras Alain, de 8 años, se frota los ojos. La familia ha llegado muy justa para el chupinazo, pero muy preparados: “hemos traído la mochila de la piscina con el bañador y las chancletas, se lo hemos puesto y ahora ya tenemos la ropa blanca guardada; a esperar”, se ríe.
Alain aparece lleno de espuma; no se ve más que una masa blanca, como si fuera un muñeco de nieve. Maite y Rubén ya estaban “de sobreaviso porque todos los años es igual y ya vamos mejorando la técnica”, comenta Rubén.
A pesar del calor, todavía no hay alucinaciones y los muñecos de nieve son solo niños cubiertos de espuma. Sin embargo, Burlada se ha sumergido durante seis días en un sueño porque, según Berta Arizkun, “son las mejores fiestas del mundo”.