La plaza San José se ha convertido en una forja con su carbón, su fuelle y el golpear de las herramientas de hierro. Pedro Mancho, un artesano de Sangüesa que a sus 64 años lleva casi 40 realizando trabajos en forja, también en el ámbito de la restauración patrimonial, ha realizado una demostración de su oficio de herrero, junto con su hijo Jon Mancho Juanto. Fue parte del tercer ciclo de actividades Caminos de Santiago de Navarra, que itinerará por ocho localidades hasta el 7 de septiembre, y su exposición finalizó con la entrega de la Cruz de Roncesvalles a Juan Ramón Corpas, el presidente de la Asociación de Amigos de la Real Colegiata de Roncesvalles.
“ En la restauración lo principal es hacer las cosas más o menos como se hacían antes, por eso seguimos utilizando las mismas herramientas ”
Pedro Mancho - Herrero
Ante los presentes, fabricó una Cruz de Roncesvalles “porque tiene que estar relacionado con la Ruta Jacobea. Mañana vamos a Los Arcos y allí realizaremos la Cruz de Santiago”, añadió Pedro. Lo hizo mediante el procedimiento tradicional de fragua, carbón y fuelle porque “en la restauración lo principal es hacer las cosas más o menos como se hacían antes, por eso seguimos utilizando las mismas herramientas”, aclaró. Soldaron a calda, como es conocida la antigua técnica, dos barras calientes, cortadas, estiradas, trabajadas a golpes en un yunque hasta consolidar su unión permanente fundiendo la intersección con el metal a 1.535 grados centígrados “que es a la temperatura que se funde el hierro, y cuando están a punto de derretirse le pegas y los unes”, explicó el artesano.
Además de la cruz, Pedro y Jon llevaron muestras de sus trabajos relacionados con el Camino de Santiago, como por ejemplo un picaporte con la concha y un candil con la Cruz de Roncesvalles. En el espacio hubo herramientas clásicas, materiales y piezas para explicar el oficio. Con la participación en el tercer ciclo buscaban “enseñar un poco nuestro trabajo. Nos han invitado a venir y como llevo años sin salir y sin acudir a las ferias, porque me gustaban más las de antes que eran más artesanas y tradicionales, nos pareció una buena oportunidad”, afirmó.
El hierro es uno de los metales más dúctiles, y su trabajo con calor y compresión proviene de la Prehistoria (Edad de los Metales). El Camino de Santiago contribuyó a extender diferentes modas y técnicas por gran parte de Europa, elementos que aún se pueden apreciar en edificios de la Ruta Jacobea.
Taller de Forja Juanto
Pedro Mancho dirige el Taller de Forja Juanto (Sangüesa), una casa fundada en 1829 y que le fue transmitida por su suegro hace 28 años, y en la que ya han trabajado 6 generaciones siguiendo la tradición artística y técnica de antaño, siendo el último su hijo Jon Mancho Juanto. “Yo caí allí de rebote, como quien dice. Me casé con la hija del último que estaba y empecé cuando él se jubiló. Ahora estoy con mi hijo Jon”, explicó el padre. Anteriormente se había formado en soldadura y “a pesar de que aquí no se suelde mucho y se utilice una técnica distinta, el tacto que tenemos con lo que es el metal ya te sirve para empezar”, afirmó.
“ Lo que más me gusta es seguir el oficio porque es súper chulo. Tengo pensado seguir el taller cuando mi padre se jubile, pero a ver cómo va la cosa ”
Jon Mancho Juanto - Herrero
Su hijo Jon, tras acabar los estudios, decidió “quedarme con mi padre que estaba solo en vez de ir a hacer las prácticas a Lumbier. Para poder trabajar en el taller aprendí de él”, señaló. Parándose a pensar en el trabajo que realiza a diario, aseguró que “lo que más me gusta es seguir el oficio porque es súper chulo. Tengo pensado seguir el taller cuando mi padre se jubile, pero a ver cómo va la cosa”, añadió.
El negocio está especializado en rejas, balconadas, barandillas, herrajes artísticos, lámparas, veletas o reproducción de llaves para cerraduras antiguas, entre otros trabajos, pero aseguran que “sobre todo realizamos obras de restauración”. Sus intervenciones se encuentran repartidas por numerosos edificios en Navarra, CAV, Aragón, etc. entre los que destacan la Catedral de Pamplona, la Catedral de Tudela, la Abadía de Leyre o el Monasterio de Iranzu, además de otros edificios restaurados.
Además, durante varios años “venía un alumno o dos de la Escuela de Arte. A pesar de formarles en este oficio, ninguno de ellos continuaba su carrera como herrero, todos cogían otros caminos”, explicó el padre.