La aparición de un enterramiento anterior al año 850 antes de Cristo en el entorno de Coscolín es la mejor evidencia de cómo evolucionan las ciudades, empleando el terreno en uno u otro uso según cambia la sociedad. El individuo fue enterrado en el campo, fuera de las murallas, en lo que era entonces la ladera de una pequeña zona elevada que caída hacia la orilla del río Mediavilla, donde acababan las fortificaciones de los musulmanes (que tenían su centro en el cerro de Santa Bárbara) que vivían en aquella Tudela desde 714. No había nada alrededor, hasta que unas décadas más tarde la ciudad creció, tras la construcción del puente sobre el Ebro, se amplió la muralla hasta el Queiles y se absorbió toda esta parte de campo para iniciar nuevas construcciones, una de las cuales sería la mezquita mayor que cuatro siglos más tarde sería transformada en catedral. Sobre el enterramiento, y a su alrededor, se sucedieron a partir de entonces un sin fin de bodegas, viviendas, almacenes para el depósito de agua, vino o aceite. Pasados 1.200 años de aquel enterramiento han vuelto a ver la luz, gracias a las excavaciones que se realizan en el proyecto del Horno de Coscolín, un lugar que hace doce siglos era campo ahora es el corazón del Casco Antiguo. Los hallazgos, pese a ser menos importantes de lo esperado, marcarán la construcción de la nueva plaza.
Los hallazgos
El enterramiento conserva tronco y brazos, está cortado por las caderas y de la cabeza solo queda la mandíbula inferior, quemada por un fogón que se colocó años después encima suya. No está en la posición normal de los enterramientos islámicos, por lo que no se descarta que sea incluso anterior a la etapa andalusí, aunque “algunos enterramientos tempranos de la etapa árabe también se entierran boca arriba y no en posición lateral como se hace posteriormente”, explicó el arqueólogo Juanjo Bienes.
Dentro de un laberinto de épocas, usos y bodegas superpuestas en el constante reaprovechamiento urbano, destaca el elemento más importante hallado hasta el momento, un potente muro de sillares, de cronología islámica, posiblemente fechado a principios del siglo X dada las características de talla de sus piezas. “Es un muro de aterrazamiento que no puede obedecer a una promoción particular, sino a una entidad pública. Pensamos que será muy difícil determinar la función del edificio que sostuvo ese muro por la alteración del espacio urbano, pero por su entidad podría ser de un palacio. Es una obra muy importante para esa época. No es de una fortificación”. El muro se insertará en el garaje y será uno de los elementos que se mantengan.
Otro elemento muy relevante es una bodega con bóveda de piedra que fechan en época medieval, “quizás siglos XIII o XIV,” teniendo además una buena cantidad de marcas de cantero en las paredes y en el arranque de la bóveda. “La bóveda tiene marcas de cantero que solo habíamos encontrado en la Teba y en el palacio Decanal. Las hemos descubierto después de un trabajo minucioso de limpieza y había casi 50, un corazón, cuatro lineas paralelas, una cruz, un ángulo… son marcas muy simples y no tienen nada que ver con otras de fines del XIII o principios del XIV”. En esta bodega destacan las evidencias encontradas de su aprovechamiento para la producción de vino con zona de pisado, de recolección de mosto y unos apoyos rectangulares hechos en piedra donde un entramado de tablas de maderas sostendrían las cubas. “Era privado pero el excedente se vendería para las tabernas que habría en la ciudad”.
Suelo empedrado
Por último, otro de los hallazgos a los que se les da mayor valor es el de un suelo empedrado que pertenecía al zaguán de entrada de una vivienda fechada a partir del siglo XVII, compuesto por pequeños cantos de río y formando un dibujo “alternado diversos motivos circulares y rosetones”. Este elemento, que fue muy común en las entradas de las viviendas de Tudela prácticamente ha desaparecido, quedando pocos ejemplos conservados en edificios actuales.
Todos estos hallazgos pertenecen a la parte baja de la plaza de Coscolín, que se ha vaciado hasta una cota más baja para la construcción del garaje para 24 vehículos que se emplazará en este lugar, cruce de épocas y civilizaciones. En la parte alta se han descubierto algunos elementos de urbanismo y vivienda, con cronología islámica, entre los que destacan dos depósitos con revestimiento de cal, cuya utilidad puede ser para baño privado, como zona de trabajo y almacenamiento de agua o aceite.
“Lo encontrado nos permite conocer el uso que se dio al subsuelo de la ciudad en épocas más modernas, relacionado con la producción y almacenamiento de vino, así como otros usos dedicados a la estabulación de ganado particular (establos y pesebres) y a la captación y almacenamiento de agua. Estas zonas bajas de las casas, compuestas por los zaguanes, las cuadras, carboneras y leñeras, daban paso a zonas más profundas: sótanos y bodegas, donde se guardaba el vino y el aceite, en condiciones de humedad y temperatura estable”, explicó Bienes.
La existencia de las bodegas en esta parte de la ciudad, marcada por el paso de dos ríos, Queiles y Mediavilla, que desembocan en el Ebro no es baladí, “el aprovechamiento del subsuelo mejoró mucho las condiciones de humedad de las casas que tuvieron encima, ya que el casco viejo de Tudela tiene un gran exceso de humedad en el subsuelo. Sin saberlo, el cegado de todas estas bodegas empeoró la calidad constructiva de los edificios al faltarles una cámara de aire que saneara la planta baja de las viviendas”. No es menos cierto que todos estos sótanos también ha dificultado la investigación arqueológica pues al construirlos eliminaron evidencias anteriores que hubieran ofrecido más datos históricos.
Detalles
Plato. Se ha encontrado un pequeño plato de loza en el que se puede leer “Sta Clara”. Perteneció al convento de Santa Clara. Desde 1369 se instalaron en unas casas pertenecientes a los Baños de las Carnicerías (en el barrio de San Salvador del Casco Antiguo de Tudela), por orden de Carlos III el Noble para su protección, allí permanecieron hasta 1618, en que regresaron al Monasterio de la Carrera.
Vasijas. Junto al muro islámico han aparecido cuatro vasijas de barro insertas en el suelo para almacenar vino, agua o aceite.
Sin terminar. Aún queda por excavar aquellas zonas más intactas, donde se espera descubrir los restos más antiguos que puedan dar más luz la vida de aquella Tudela musulmana.