Hoy en día no es fácil introducir una pancarta en los campos de fútbol, al menos en Primera y Segunda División, las categorías gestionadas por La Liga. La institución que dirige Javier Tebas cuenta con unos protocolos muy estrictos y vigila qué pone en cada trozo de plástico o tela que se lleva a los estadios, para evitar polémicas, enfrentamientos, ataques, discursos racistas, machistas u homófobos o apología de las drogas, por ejemplo.
Confusión en el Betis-Celta
Una situación relacionada con ese último supuesto, el de las drogas, ha dado mucho que hablar en las últimas horas por algo que sucedió este domingo en Sevilla, concretamente a la entrada del estadio Benito Villamarín, donde se enfrentaban a las dos de la tarde el Betis y el Celta, en un partido que terminó en empate a dos, con un equipo local que salvó un punto anotando un gol en el tiempo de prolongación.
Un grupo de aficionados gallegos se desplazó hasta la capital andaluza para acompañar y apoyar a su equipo, que marcha por ahora en la zona tranquila tras varios años de apuros clasificatorios, pero a la hora de acceder al estadio hubo problemas con algunos de ellos. Concretamente con los que llegaban de la localidad pontevedresa de Porriño, que además es el lugar de nacimiento del actual entrenador del Celta, Claudio Giráldez.
Porriño, diminutivo de porro
Al parecer, según han contado varios aficionados del Celta, y como reflejó la peña Siareiros en la red social X (antes conocida como Twitter), la Policía que vigilaba los accesos al estadio del Betis debió de pensar que la pancarta que unos seguidores del equipo vigués querían introducir en el Benito Villamarín, que mostraba el escudo del Celta y la palabra en letras mayúsculas ‘Porriño’ sobre fondo azul celeste, podía estar haciendo apología de las drogas, al creer que lo que simplemente era el nombre de la localidad podía ser un diminutivo de la palabra ‘porro’, con lo que les dieron el alto momentáneamente.
No fue la cosa a más y las explicaciones de los seguidores del Celta fueron suficientes para convencer a los confundidos agentes, que les permitieron finalmente entrar con la pancarta y situarse con ella en el espacio reservado para la afición visitante. De hecho, pudo verse la pancarta perfectamente colocada sobre una de las puertas de acceso a las gradas durante el partido. Eso sí, la anécdota relatada por los aficionados ha generado bastante cachondeo en las redes sociales.