Con la inauguración del pasado viernes del mercado en la seo de Pamplona, miles de visitantes pudieron disfrutar del tránsito por la bellísima y espectacular escalera de caracol del siglo XVI
La escalera de caracol de la Catedral de Pamplona, alojada en el interior del torreón del ángulo noreste del claustro y que comunica con el sobreclaustro, es una de las mejores joyas del patrimonio artístico de la capital navarra. Es una manufactura de comienzos del XVI de fino estilo y de talludo y elegante porte. Su acceso se acomete a través de una puerta aledaña a la Puerta del Amparo. Se trata de una escalera helicoidal que se desarrolla alrededor de un espacio central. Su recorrido da hasta cuatro vueltas completas. Esta parapetada de modo continuo con una sucesión de motivos flamígeros con poco calado y de exquisita factura. Estos son coronados por el pasamanos. Debajo se dispone una línea de cerámica en azulejo mudéjar con motivos de lazo. El carácter inspirador de esta escalera fue destacado en una obra litográfica (1842) del pintor romántico Pérez de Villaamil. Y es solista ilustrada en esta página en fotografía captada desde algo más de 10 m.
Al título se lleva el calificativo de preciosa por su belleza y en referencia a una de las puertas del claustro y conocida como la Puerta Preciosa (1325), que fuera el acceso al dormitorio de los canónigos y cuya temática recoge el tránsito de la Virgen María desde el anuncio de su muerte hasta su coronación.
Doscientos años más tarde de la Puerta Preciosa nació esta Escalera Preciosa. Y 500 años después, del 18 y hasta el 20 de junio recientes, repitiendo la experiencia de 2019, fue la más bella sorpresa para las más de 6.000 personas que han pasado por el mercado diseño y marcas independientes.
El mejor claustro gótico de Europa se convirtió en un espacio dedicado al arte y al diseño de autor. Como siempre, desde hace siglos, deambulatorio inspirador de infinitas perspectivas, ritmos y luces.
Caracol de Mallorca Las escaleras helicoidales y de caracol con hueco central se fueron imponiendo para resolver accesos en espacios más o menos reducidos en el tardogótico de finales del siglo XV. Aunque la arquitectura gótica como sistema fue desapareciendo la escalera de caracol siguió utilizándose. Las trazas del caracol con ojo siguen siendo la mejor solución geométrica.
El esquema de escalera de caracol con ojo, además, fue imponiéndose a otros esquemas arquitectónicos con otras soluciones como la tangencial y la no radial. El caracol de Mallorca es una escalera de caracol con ojo o hueco central, lo que supone una evolución a partir de la escalera de husillo. Además de la indudable mejoría estética, se producen algunas mejoras funcionales. Así el ancho útil se agranda, permitiendo el paso de objetos de mayor tamaño. Además, el hueco central facilita una mejor iluminación de la escalera. Se trata de un sector cilíndrico a modo de quesitos que se divide en franjas concéntricas. La franja exterior, simplemente cilíndrica, corresponde a la caja de la escalera, donde queda embutida. Un sector cilíndrico, al que se le "roba" una cuña triangular de directriz helicoidal por su cara inferior; su trasdós.
Julio Cortázar, que en un momento de su prolija obra reparó en este tipo de escaleras. El argentino escribió que nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso".
La notable anchura de los peldaños de la escalera pamplonesa, aunque no con precisión exacta, alcanza los 180 cm. La contrahuella es de 20 cm y hay que afrontar 12 peldaños para dar completas cada una de las cuatro vueltas. Cada vuelta salva la altura de 3 varas, medida de la época que equivale a 2 m. y medio. Esta escalera... ¡que esté abierta siempre! Ni te sube, ni te baja; te transporta por la historia, por manos de canteros, ceramistas y geométricos. Un mercadillo de maestros geniales del tan bello como inspirador XVI. Cada escalón es una inspiración de antiguas inspiraciones hechas manufactura: ahí está esta Escalera Preciosa, que, primero, te mira y, luego, te habla suave y con armónica sinuosidad.