Cultura

La premonición de Eva García Sáenz de Urturi: “No vamos a ver a nuestros hijos de ancianos”

La autora de éxito presenta la reedición de su trilogía de los longevos que, se publicará en los meses próximos, cerrando un ciclo pendiente con los lectores
Eva García Sáenz de Urturi durante la presentación de ‘La saga de los Longevos’ en Cantabria. / Sole Hafner

La autora que sitúa en el mapa todos los sitios sobre los que escribe en sus novelas regresa con una historia que para ella es muy especial, pues simboliza sus orígenes. Y es que se ha reeditado La saga de los longevos, una trilogía que verá la luz completa en los próximos meses.

Un regreso por todo lo alto. Doce años después volvemos con una reedición renovada. ¿Lo sentía como una deuda pendiente con los lectores que llevan tantos años con usted? 

-Yo creo que ha sido un cierre de ciclo y algo que tenía pendiente. Además, llevaba más de la mitad escrita pero toda la historia estaba ya resuelta desde 2013-2014. En medio se cruzó todo el éxito de Kraken y el premio Planeta con Aquitania, pero eso estaba pendiente. Y los lectores era algo que no paraban de pedir. Pasaban los años y en todas las firmas venían: “Eva, termina Longevos”. Por parte de la editorial ha sido una labor de escucha y de decir: “Vale, vamos a plegarnos a la evidencia y vamos a sacar Longevos otra vez en papel y hacer la trilogía completa”. 

Además de un reencuentro con los lectores, para usted ha sido también un reencuentro con Iago, Urko...

-Nunca han dejado de estar en mi cabeza. Han estado también presentes en otros libros. Lur, o Héctor del Castillo aparecía en Los ritos del agua, Kraken 2, en Kraken 3 la mitad de la novela eran ellos en el Asedio de Vitoria... Los he seguido teniendo muy presentes. Cada vez que en un libro me documentaba históricamente, los veía a ellos y decía: “Iago estaría aquí...”. Han estado muy presentes en mi cabeza y para mí no ha sido reencuentro. 

Porque nunca hubo despedida.

-No. Mi duda es ahora, cuando termine de reescribir y de pulir Longevos 3 y lo publique en 2025. Mi duda es qué va a pasar en mi cabeza, si en 2026 van a seguir ahí. 

Está claro que ya se han convertido en compañeros de viaje. No la van a abandonar. Durante la presentación del libro en Cantabria también pudimos ver los maravillosos paisajes que la inspiraron. ¿Cómo fue volver a recorrerlos? 

-Estuve hace unas semanas de nuevo en Monte Castillo. También estuve durmiendo en el mismo hotel donde me pusieron la primera vez que publiqué en 2012 y tenía justo debajo el monumento al incendio de Santander, y al levantarme estaban los Longevos. Lo viví como un cierre de ciclo espectacular. Con esta saga siempre ha pasado algo muy mágico, y la magia es que no me ha sucedido solo a mí. Cuando escuchas a los lectores Longevos que me han ido contando sus vidas y he sido testigo de las vidas de muchos, para ellos también tiene un componente mágico. 

La parte mágica y mística de los inmortales está clara, pero también tiene la parte mágica de sus veranos en esta tierra cántabra.

-Sí. El amar la tierruca como la llaman aquí. Cuando cruzo la frontera de Euskadi a Cantabria siempre digo: “Esta es la casa de Héctor y Iago” (risas). Esta tierra tiene algo que me hace volver cada verano. 

Hablando de recuerdos, Iago y su familia llevan atesorando siglos de recuerdos positivos y negativos. Con tanto tiempo, ¿las heridas cicatrizan mejor o llegan a gangrenarse? 

-De eso trata mucho la primera novela. Yo he llegado a la conclusión de que el tiempo no borra los recuerdos sino que los enquista, se fosilizan. Entonces, o les plantan cara y se enfrentan a ellos, o van acumulando rencor. Y no creo que sea bueno, porque tienen demasiados años y demasiadas experiencias como para ir acumulando rencor. Se convertirían en personas rencorosas. Elegir qué recordar y qué olvidar es una difícil labor de selección. Tampoco creo que sea un tema de olvidar lo malo y solo recordar lo bueno. Las experiencias horribles también tienen una labor de advertencia. Por eso el cerebro no las olvida. 

Además de una novela de historia, fantasía y ciencia, también es una novela de amor. Si tuviera que hacer una labor de Celestina entre Iago y Adriana, ¿qué les aconsejaría? 

-Es muy difícil llevar el día a día, porque Iago no deja de ser un anciano de 10.000 años y Dana tiene 30. Entonces, Dana no ha pasado por etapas vitales que Iago ha pasado y no quiere volver a vivir. La única manera de que funcione es que se centren en el día a día, en el presente. Como planeen el futuro, es complicadísimo. 

Sus lectores ya se habrán planteado cómo sería su vida como longevos, esos pros y contras. ¿Usted se lo ha imaginado alguna vez? 

-Sí. De hecho, ahora cuando he vuelto con la investigación de qué es lo que se sabe ahora, quince años después, de la longevidad extrema y del rejuvenecimiento, no solo están tratando de frenar el envejecimiento sino que trabajan en revertirlo. Está mucho más avanzado que hace quince años y creo que va a haber un cambio de paradigma para toda la humanidad en quince-veinte años. Para 2045 ya estará disponible, el tema es a qué precio -si va a ser solo para élites o se va a democratizar-, pero para 2045 o con pastilla longeva o terapia génica de telómeros se va a conseguir frenar el envejecimiento y revertirlo. Yo creo que va a ser una pregunta que nuestra generación nos la vamos a hacer seguro, y nuestros hijos no los veremos de ancianos, porque no van a envejecer. 

Parece algo sacado de Black Mirror. 

-Sí. En parte sí, pero es igual que la IA. Ha llegado y no vamos a poder frenar eso. 

¿La literatura también nos hace eternos? 

-Sí. Trabajé en una biblioteca, mis novelas están en muchas de ellas y me gusta pensar que dentro de cien años yo no estaré y mis tataranietos no me recordarán, pero puede que en alguna biblioteca quede algún libro y mi nombre seguirá ahí. Es una manera de ser inmortal. 

También ha situado Cantabria, Gasteiz y otros tantos lugares en el mapa literario. ¿Desde las oficinas de turismo le piden ya que ambiente sus novelas en lugares concretos? 

-Eso nos pasa a muchos autores (risas). Cada vez que voy a una firma a cualquier pueblo de España el alcalde o alguien me manda documentación de yacimientos: “Oye, aquí puedes matar a alguien” (risas). Eso es un privilegio y un honor, que quieran que ambientes una novela en su pueblo o su ciudad. 

Personal

Famosa por obras como El silencio de la Ciudad Blanca, con esta novela adaptada al cine en una película protagonizada por Belén Rueda, Eva García Sáenz de Urturi se alzó con el premio Planeta en el año 2020 con Aquitania. 

Ahora, ha conseguido hacer un sueño realidad. Esta escritora alavesa escribió hace ya unos años, en 2012, la primera entrega de su primera trilogía: La saga de los Longevos. En aquel momento la trilogía se quedó inconclusa, pero ahora, a lo largo de los próximos meses, podremos disfrutar de las siguientes entregas que siguen a la recientemente reeditada La vieja familia, el primero de los tomos. En esta novela conoceremos a Iago del Castillo, un longevo de 10.300 años de edad con un cerebro prodigioso. ”Sin embargo, cuando una mañana despierta en San Francisco, lejos de su hogar en Santander, no es capaz de recordar ni su nombre ni los detalles de la misteriosa investigación que le ha llevado hasta allí; una investigación con la que pretende descifrar los motivos por los que ni él ni los demás miembros de su familia envejecen”. Pero ni Iago ni Héctor, su padre, tienen intención de compartir los resultados; ellos son conscientes de los riesgos y el sufrimiento que implica su modo de vida. Por su parte, Adriana, una arqueóloga especializada en Prehistoria, está dispuesta a aprovechar que el destino la ha traído de vuelta a su Santander natal para aclarar el extraño suicidio de su madre ocurrido quince años atrás. Los caminos de Iago y Adriana se entrelazarán entonces de forma irremediable. 

09/12/2024