La vivienda se ha convertido en el último año en un asunto de creciente preocupación para muchos ciudadanos, que perciben la situación del mercado como crítica: subida espectacular de las hipotecas, dificultades para hacer frente al pago del alquiler, oferta de viviendas escasa y a precios inaccesibles... Basta con mirar las encuestas sociológicas para comprobar cómo la vivienda se ha colado en los primeros puestos en la lista de preocupaciones ciudadanas.
Según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de mayo, es la quinta preocupación de los ciudadanos, cuando hace tres años este tema estaba a la cola de ranking, en el puesto 18. Es más, para un 12% de los entrevistados está entre sus tres principales inquietudes, cuando hace tres años lo era para apenas el 1,5%. Otra encuesta: el último Sociómetro Vasco sostiene que un 25% de vascos considera que la vivienda es el principal problema de Euskadi, frente al 10% de 2021, más del doble.
Entre los nuevos ciudadanos preocupados por este asunto se encuentra Itsaso López, profesora de 42 años, que hace cuatro años se compró una casa en Tolosa y en el último año ha visto cómo su cuota no paraba de crecer y se comía una parte importante de su sueldo. “Pasé de alquilar a comprar, en parte, porque la mensualidad iba a ser más baja y ahora pago casi lo mismo”, lamenta. Cuando Itsaso contrató su hipoteca variable en 2020, pagaba 442 euros y ahora la cuota asciende a 665 euros. En octubre, incluso, llegó a pagar más de 700 euros.
“ Tras la subida de la hipoteca, tengo miedo de no poder hacer frente a gastos inesperados ”
Itsaso López - Profesora
“Para empezar, esta subida me ha supuesto una bajada en el ahorro, ahora prácticamente no ahorro. De hecho, para pagar algo inesperado he tenido que tirar de ahorros que tenía antes. Y, por eso, el miedo que tengo ahora es no poder hacer frente a gastos inesperados”, sostiene. “Es que ahora, sin salir de casa, pago 1.000 euros entre la hipoteca, la comunidad, el coche, la electricidad, el gas, el teléfono... Y a eso suma la alimentación, la gasolina y otros gastos, que también han subido sus precios. Esto me ha supuesto un cambio de vida y, claro, preocupaciones. Miedo me da si tengo que cambiar de coche, por ejemplo. Y, otra cosa, a mí me gusta comprar en tiendas de barrio o ecológico, pues ahora tiro más de grandes superficies. ¿Y caprichos? Pues pocos”, explica.
Los clientes con hipotecas variables llevan meses con esta preocupación, haciendo cálculos y siguiendo al detalle la evolución del euríbor. En el mes de mayo ha caído por segundo mes consecutivo a las puertas de la primera bajada de tipos de interés en dos años. En este tiempo son muchos los que han dado el paso de cambiar su hipoteca de variable a fija. Itsaso se lo está planteando. “Me ofrecen 541 euros al mes durante 25 años”.
Subida del precio
La falta de oferta está detrás de la subida del precio tanto del alquiler como de la propiedad. Y esto afecta a quienes están buscando vivienda. Según el estudio Variación acumulativa de la vivienda en España en 2024, realizado por el portal inmobiliario Fotocasa, el alquiler de un piso en Euskadi ha subido un 62% en diez años. Si en abril de 2014, el metro cuadrado estaba a 9,51 euros, en el mismo mes de este año ha pasado a costar 15,41 euros. Esto significa que un piso de 80 metros cuadrados ha pasado de tener un precio medio de 761 euros al mes a 1.233 euros.
“ Encontré pisos de 40 o 50 metros cuadrados que no bajaban de los 1.000 euros ”
Jorge Gómez - Ingeniero informático
A Jorge Gómez, de Burgos, le contactaron hace unos meses desde una empresa de Donostia para ofrecerle trabajo. Es ingeniero informático “y tanto el proyecto como el salario, 33.000 euros brutos al año, me parecían atractivos”. “Me exigían ir tres días a la semana a la oficina, así que empecé a mirar pisos en alquiler y vi que los precios estaban por las nubes. Me encontré con pisos de 40 o 50 metros cuadrados que no bajaban de los 1.000 euros. Me ofrecían más de lo que gano en mi empresa actual, pero descontando los gastos de la vivienda me quedaba con menos dinero para vivir. Incluso barajé la posibilidad de mudarme con mi pareja y miramos pisos para dos. Pero una vivienda un poco más grande no bajaba de 1.400 euros y tampoco nos compensaba”, cuenta. Esto le llevó, finalmente, a rechazar la oferta.
Jóvenes
Cuando a la carestía de la vivienda se suman sueldos precarios, las preocupaciones se multiplican. Y esta es la situación en la que se encuentran muchos jóvenes. Adriana tiene 26 años y es profesora. “Trabajo desde que terminé la carrera, pero nunca he estado a jornada completa. Me gustaría mucho irme de casa de mis padres pero todavía no lo veo como una posibilidad”, explica. Adriana ha estudiado ya sus opciones. “Yo soy de Bilbao y quiero vivir aquí. Me he planteado irme de alquiler con amigas o con mi pareja, pero las habitaciones están entre 400 y 500 euros y eso ya es casi la mitad de mi sueldo. Así no podría ahorrar y, en realidad, lo que me gustaría sería comprarme una casa algún día. Y, claro, esa es otra. Los precios están imposibles, así que pienso que tampoco podré permitirme comprar una casa yo sola”, lamenta.
“ Me he planteado irme de alquiler con amigas, pero las habitaciones están a 400 o 500 euros ”
Adriana - Profesora
A pesar de su sueldo de 1.200 euros, Andoni Salcedo acaba de comprarse un piso en Portugalete. Reconoce que ha encontrado “un chollo”. “La chica tenía mucha prisa por vender y lo he comprado por 115.000 euros. Además, me avalan mis padres, eso me da tranquilidad por si no puede pagar algún mes y, además, que sin ellos no hubiera podido hacerlo”. El Programa Emantzipa del Gobierno vasco –una ayuda de 300 euros al mes durante dos años para jóvenes de 25 a 29 años– le animó a dar el paso. “Me da la tranquilidad de que durante un año y medio no voy a pagar apenas nada –su hipoteca es de 365 euros–, y sinceramente espero que me suban el sueldo”, dice, a modo de ruego.
“ No creo que ahora pueda ahorrar mucho, de hecho, tendré que quitarme de cosas ”
Andoni Salcedo - Comunicador
Antes de esta oportunidad, no se planteó el alquiler como vía para emanciparse. “Ahora ya no me veo compartiendo. Y, en Bilbao o la Margen Izquierda, los alquileres no bajan de 800 euros y para mí eso es inasumible”. Durante un tiempo trabajó en Gasteiz y hacía todos los días dos horas de ida y otras dos de vuelta porque no podía permitirse un alquiler, que tampoco bajaban de los 800 euros. “¿Ahorrar? Pues, sinceramente, no creo que pueda ahorrar mucho, en realidad me voy a tener que quitar de muchas cosas”.
Un proyecto comunitario para trabajadoras del hogar
Si para la ciudadanía en general, el acceso a la vivienda es un quebradero de cabeza, si además eres inmigrante, sin papeles y con un sueldo por debajo del salario mínimo, las dificultades se multiplican. “Encontrar piso es complicado, para empezar porque no todo el mundo no te quiere alquilar y luego está el precio, una habitación cuesta 400 euros y, si tienes hijos, te cobran todavía más”, explica Carmen Granados, de Emakume Migratu Feminista-Sociosanitarias, una asociación que ha creado un proyecto comunitario pionero para dar solución a los problemas de vivienda de las trabajadoras del hogar.
La asociación cuenta ahora con 300 mujeres y se creó tras la pandemia, esa crisis que dejó al descubierto muchas cosas y, entre ellas, la vulnerabilidad de estas trabajadoras, especialmente las internas. Entre otras situaciones, muchas de ellas se quedaron sin empleo, sin prestación de ningún tipo y sin tener adónde ir de la noche a la mañana. “Eso sigue pasando, hace poco tuvimos que acoger de urgencia a una mujer en el piso de Sestao porque se quedó en la calle de la noche a la mañana”.
Tras llamar a muchas puertas, la asociación encontró el apoyo de la Fundación Eguzkilore (Asociación de Ayuda a la Vivienda) para llevar a cabo su proyecto. De momento, cuentan con tres pisos en Sestao, Muskiz y el Casco Viejo de Bilbao. “La idea es poder alojar a tres familias en cada uno de ellos. Son pisos que nos consigue la fundación y que necesitan arreglos o amueblarse. El de Sestao nos costó un mes acondicionarlo”, cuenta Granados. Por las condiciones de los pisos, su precio suele ser inferior a la media, entre 650 y 750 euros, “así cada familia paga menos de 300 euros por todos los gastos de la casa”.
Para una persona sin papeles, una vivienda y, por consiguiente, un padrón municipal es además la vía para poder regularizar su situación. Carmen denuncia las trabas que se encuentran muchos inmigrantes para conseguir un empadronamiento que es obligatorio para todos los ciudadanos que residen en un municipio, independientemente de su situación administrativa. La idea de este proyecto, por lo tanto, es que cada familia resida y se empadrone en esa vivienda durante no más de tres años –el tiempo que se necesita estar empadronado en un municipio para solicitar los papeles por arraigo– con el fin de que después otra familia pueda beneficiarse del proyecto. “Necesitamos muchos más pisos para poder satisfacer las peticiones. Tenemos 50 solicitudes de mujeres de la asociación que quieren acceder a uno de estos pisos, pero no encontramos más, de momento”, lamenta Carmen.
Además, esta vivienda comunitaria también se convierte en la vía para que las mujeres beneficiarias puedan dejar el trabajo de internas y buscar otra salida profesional. En Bizkaia, son unas 7.500 las trabajadoras del hogar, y el 30% de las internas y el 13% de las externas están en situación irregular. “Muchas mujeres que están haciendo trabajo de internas tienen que pagar 400 euros por una habitación en la que solo duermen cuatro noches. Y eso con un sueldo de 1.000 euros o menos”, explica la mujer. Otras ni siquiera tienen una alternativa, más allá de la vivienda en la que están empleadas. “Trabajan las 24 horas al día, en condiciones laborales esclavizantes que les llevan a tener problemas de salud”, narra Carmen. Y, cuando se quedan sin trabajo, se quedan sin nada de la noche a la mañana.