En 1975 un grupo de 7 niñas y 7 niños de Gallarta, Sanfuentes y Muskiz formaron la primera promoción de la ikastola Etorkizuna de Abanto Zierbena. Una aventura euskaltzale de promoción de la cultura vasca y del euskera que este año ha llevado a este intrépido grupo de euskaldunes –que ya soplan las 50 velas– a reunirse en una comida de hermandad que se celebrará mañana sábado en un conocido restaurante del barrio de Gallarta. “Va a ser un encuentro muy emotivo, ya que a pesar de que mantenemos contacto habitual a través de un grupo de Whatsapp, muchos de nosotros y nosotras hace mucho que no nos vemos físicamente debido a nuestros compromisos familiares y profesionales que dificultan una relación más estrecha. Incluso tenemos algún compañero que vive en Europa y otros en alguna zona del Estado aunque la mayoría sigue viviendo aquí en Euskadi”, señala Maite Etxebarria, actual alcaldesa de Abanto Zierbena, quien fue una de las de la partida de esta institución pedagógica que daba sus primeros pasos en pleno desarrollismo franquista. Era entonces cuando Abanto y Ciérvana lograba situar su padrón en los valores en los que actualmente se mantiene –en torno a los 9.300 habitantes–, cuando en 1970, al inicio de la década del surgimiento de la ikastola, el municipio contaba con 10.002 habitantes censados.
“Será sin duda una jornada en la que retomaremos el hilo de vivencias, recuerdos, sucesos y las experiencias que vivimos aquel grupo de niños y niñas y especialmente para rememorar y reconocer el enorme esfuerzo que padres y madres, andereños y maisus hicieron para poner en marcha esta apuesta educativa que hoy, con cerca de 150 alumnos, está plenamente normalizada y aceptada social y educativamente pero que entonces se movía en unos parámetros mucho más difíciles por la falta de un marco legal estable, las dificultades de financiación para desarrollar el proyecto y la carencia de un centro donde poder desarrollar la ikastola”, sitúa Etxebarria.
Desperdigados
La casa cural de la Iglesia de San Antonio en Gallarta, el antiguo ambulatorio, el local que hoy ocupa el euskaltegi o los actuales locales de la asociación de jubilados de Sanfuentes fueron algunos de los espacios sociales que aquellos pioneros del apoyo a la educación en euskera en Abanto Zierbena convirtieron en aulas para que niños y niñas desde los 3-4 años comenzarán su singladura euskaldun. “Hay que tener en cuenta que incluso la mayoría de los niños y niñas ya estaban matriculados bien en el colegio público el Casal o en el colegio de las monjas de El Preventorio cuando comenzaron las primeras clases, con lo cual puedes imaginarte a 14 niños y niñas saliendo de sus aulas para comenzar su educación Primaria en varios locales según las edades hasta que se construyó el actual edificio. Sin duda para nosotros y nosotras aquello era una aventura diaria”, comenta Etxebarria, que junto a otros etorkizuneros, se ha encargado de organizar el evento nostálgico.
“En aquella época 14 niños éramos una pequeña gota de agua en el mar de la educación tanto en Gallarta como en Sanfuentes y ello, de alguna forma, también nos significaba no solo por ir a un centro donde se enseñaba el euskera y en euskera, –porque el resto de centros solamente ofrecía educación en castellano– sino porque formamos parte de una sociedad castellano hablante donde no era fácil que el euskera se oyera en la calle. De hecho hay una anécdota de aquellos primeros años en la que un periodista vino a hacer un reportaje sobre la zona minera y sobre Gallarta y dejó escrito su asombro al ir paseando por las calles y encontrarse con un grupo de niños hablando en euskera. Éramos los del Etorkizuna”, refiere Etxebarria. La alcaldesa sobre todo pone en valor “la unidad, el arrojo, la decisión y la pasión” que padres y madres pusieron para sacar adelante la ikastola.
En aquel momento, subraya Maite, las familias, a base de trabajo voluntario, se encargaban de todo: de limpiar y adecentar los locales y mantenerlos, de organizar todo tipo de festivales, rifas, txosnas en fiestas, venta de todo tipo de artículos para obtener financiación para el proyecto... “Había una andereño, Begoña, que tenía un coche pequeñín con el que acercaba al centro a aquellos niños que no vivían cerca, como algunos de El Campillo, y los traía al centro ya que todos los demás íbamos andando”, recuerda Etxebarria, quien sostiene que en aquel momento la ikastola seguía siendo una apuesta “arriesgada”.
Sin embargo, el viento de la historia del movimiento de las ikastolas soplaba bonancible para su desarrollo aunque la labor de sus promotores tuvo que sortear aún muchas dificultades. “Al acabar Primaria, el Instituto de Gallarta no daba euskera por lo que nos matricularon en el Instituto Santurtzi 2, y allí nos llevaban los padres en varios coches y luego corriendo a coger el tren para volver a casa”, rememora la regidora que, como sus coetáneos, mantiene vívido el recuerdo de las colonias en Mendata. “Éramos tan pequeños que teníamos que escalar para llegar al water de la cuadra”, recuerda.