“Al final, la climatología es lo que más ha afectado a las producciones de patatas y sí que es cierto que, con respecto a la media de los últimos años, hemos tenido entre un 15 y un 20% menos de producción por hectárea”, comenta a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA Jon Legorburu, técnico agrícola de la cooperativa Udapa.
En cuanto a la calidad, “las incidencias por hongos han sido relativamente bajas y eso ha ayudado a que tengamos, yo me atrevería a decir, una calidad superior a la media. Así como la producción ha sido un poco más baja, la calidad, la patata que hemos recibido y que ahora mismo tenemos almacenadas en las cámaras, tienen una calidad superior a la de otros años, sobre todo por la ausencia de enfermedades”. En cuanto a cantidades, en Udapa hay explotaciones que andan sobre las 35 toneladas por hectárea de media. Señalan que los rendimientos han sido mejores en zona de regadíos, en las fincas donde se realizan rotaciones de cultivos, pero no tiene incidencia el que sea una u otra variedad. “Nosotros trabajamos especialmente con la variedad monalisa y en este caso esa variedad no tiene mucha influencia, pero es cierto que la rotación que se hace en cada explotación y la programación de los regadíos, donde se han hecho cada 8 o 9 días, aunque en otros se han realizado entre cinco y seis, ha influido en la cantidad final”, precisa.
Esto se refiere a patata de consumo, ya que del total de la producción en Álava, la mitad se destina a consumo y el otro 50% es patata de siembra. En la patata de siembra hay que conseguir calibres más terciados, más pequeños porque es lo que al año que viene se va a sembrar. En este sentido la producción ha rondado entre 30 y 35 toneladas por hectárea como promedio.
Entre los factores que están influyendo en estos bailes de cifras de las producciones están, por un lado, “el cambio climático con el que estamos viendo en los últimos una progresión en la que las temperaturas son un poco más elevadas, las precipitaciones a lo largo del verano plantean estirar un poco más de riegos. En los últimos años, en el mes de septiembre que había lluvias a lo largo del mes y teníamos problemas para los arranques, llevamos ya unos años en los que ese mes de septiembre es seco o con bajas precipitaciones, lo que ocasiona es que los arranques sean un poco más cómodos”.
Abandono de producciones
Otros factores que influyen, más que el cambio climático, porque al final “estamos hablando de pluviometrías y temperaturas que según las variedades se podrían dar, lo que sí estamos viendo que de cara al futuro puede darse alguna situación de abandono del cultivo por toda la variación que estamos viendo de precios de los insumos, el coste de la energía, temas de abonado. Hay que tener en cuenta que la semilla de la patata de siembra es un 30-35% del gasto del cultivo. Es un gasto importante, porque el cultivo necesita bastante cantidad de agua y la manera de conseguir agua aquí en los diferentes regadíos es mediante luz o mediante gasoil. No voy a decir cómo están uno y otro, lo que ha subido en el último año. Así que al final es un cultivo que se está poniendo con mucha inversión y al final nos van exigiendo más calidad por parte del consumidor final y empezamos a tener ciertas dificultades para encontrar gente que esté dispuesta a arriesgarse. Esto no es un cereal, no es un girasol, que exigen menos inversión inicial y es más llevadero porque da menos trabajo”.
Comenta Jon Legorburu que en Udapa “estamos ahora apostando por las patatas de cercanía y nos está costando, tenemos fluctuaciones de agricultores que llevan muchos años con nosotros, pero también hay explotaciones donde se van haciendo mayores. Están llegando ya a la edad de jubilación y vemos que el relevo en este cultivo, el relevo generacional, entre comillas, en este cultivo, nos va a costar, salvo que haya gente que quiera apostar por hacer patatas en Álava, arriesgarse, porque la inversión en cuanto a abonos, semilla es un cultivo laborioso. Sí que es rentable, pero hay que trabajarlo”, remarca.
Udapa es una cooperativa que tiene alrededor de 20 productores de patata de consumo y unos seis o siete de productores de patatas de siembra. Y entre ellos hay una estrecha relación. “Lo que pretendemos hacer con la patata de siembra y lo llevamos realizado desde hace diez años, porque Udapa también es una entidad de patata de siembra, como puede ser Ocón o Alavesa de Patatas, lo que intentamos hacer con los productores de semilla que están en Udapa es multiplicar nosotros nuestra propia semilla”. Añade que “aquellos agricultores que nos hacen patata de fresco, la semilla se la proporcionamos nosotros. Al final, es un poco cerrar el círculo: hay agricultores que nos hacen patatas de siembra, esa patata la guardamos en Udapa y al año siguiente aquellos agricultores que nos hacen patata de label, de fresco, la semilla se la proporcionamos. Es un poco tener el control de todo el ciclo, usando una semilla de calidad, controlada para tener más control sobre el producto, ser más especialistas en lo que es la patata y darle al agricultor de consumo, al agricultor final, esa sensación de control de proceso productivo”.
Esas no son las únicas salidas. Paturpat, que es otra cooperativa, se dedica al transformando, hace la V gama de patata: pelada, troceada y envasada bien en cortes de ensaladilla, cortes de patata brava, de patata para tortilla “y estamos viendo que hay una ligera tendencia –y en Europa también lo estamos viendo– que el consumo de patata fresca va ligeramente descendiendo y va aumentando ligeramente la demanda de producto más trasformado, terminado”, apunta el técnico.
Semillas controladas
La patata para consumo tiene su propio reglamento de calidad, pero la producción de patata para semilla tiene también unos requisitos muy rígidos en cuanto a lugares y procedimientos.
La zona geográfica autorizada para la producción de patata de siembra en el País Vasco es la parte del Territorio Histórico de Álava delimitada al norte, por la divisoria de aguas entre la vertiente cantábrica y la mediterránea; al sur, por la Sierra de Cantabria; al este, por el límite territorial con la Comunidad Foral de Navarra, y al oeste por el límite territorial con la Comunidad de Castilla y León. Dentro de la zona autorizada, se delimitan localidades dedicadas a la patata de siembra, en las que se establecen restricciones a la producción de patata de consumo.
Se consideran localidades dedicadas las entidades en las que ha cultivado patata de siembra en alguna de las cinco campañas anteriores a la publicación del decreto que regula este cultivo. A su vez, las localidades dedicadas se subdividen en preferentes y preferentes restringidas. Serán localidades preferentes restringidas aquellas en las que se ha detectado nematodo del quiste de la patata (Globodera rostochiensis o Globodera pallida) en los últimos 6 años; el resto de las localidades dedicadas se considerarán preferentes.
Las entidades autorizadas para la producción de patata de siembra deberán comunicar a la dirección de Agricultura las localidades donde pretendan realizar esta producción en la campaña siguiente. Para ello, se especificarán las personas agricultoras y los recintos que van a dedicarse a tal cultivo, identificados con el código SIGPAC. Será obligatorio, previo al cultivo de patata de siembra, un análisis de tierra. Si la solicitud es posterior al 15 septiembre, la entidad deberá aportar el personal cualificado que realice los muestreos.
Con la información de los solicitantes, Agricultura dicta una resolución que recoge la relación de localidades dedicadas a la producción de patata de siembra en la campaña siguiente, especificando la relación de localidades preferentes restringidas. Sin embargo, las parcelas de cultivo de patata para consumo propio de menos de 500 metros cuadrados estarán exentas del cumplimiento de esas condiciones y del muestreo de tierra para detección de nematodo del quiste. Por su parte, quien pretenda producir patata de siembra con destino a diferentes entidades productoras deberá acreditar ante el Servicio de Semillas y Plantas de Vivero un acuerdo escrito entre las partes, de forma que se garantice que toda la producción es comercializada a través de entidades productoras y además se entregará la totalidad de la producción de cada variedad a una única entidad.
Por último, se establecen los diferentes requisitos para poder obtener y alcanzar el título de entidad productora, que podrá encuadrarse dentro de las categorías denominadas obtentora, seleccionadora o multiplicadora.