La consejera de Relaciones Ciudadanas, Ana Ollo, ha visitado esta mañana los trabajos de montaje de la puerta de la antigua cárcel de Pamplona / Iruña en el solar donde se situaba la antigua Prisión Provincial de Pamplona. En la cita ha estado acompañada por el director general de Paz Convivencia y Derechos Humanos, Martín Zabalza, y por el director del Instituto Navarro de la Memoria, Josemi Gastón.
Este espacio fue declarado por el Gobierno de Navarra como Lugar de la Memoria Histórica de Navarra el 22 de diciembre de 2020, en un acuerdo en el que se comprometía a crear en el espacio que ocupaba este antiguo centro penitenciario, un memorial “resignificándolo como área de transmisión de la memoria”.
La consejera ha recordado en su intervención que se trata de “un lugar que ha estado asociado en la memoria de varias generaciones a diferentes conflictos y luchas sociales como, por ejemplo, el protagonismo que tuvo en los noventa con el movimiento de insumisión al servicio militar obligatorio, pero también destaca el papel que desempeñó tras el golpe de estado de julio de 1936”.
La consejera Ollo ha querido también agradecer “que este proyecto ha sido posible por el impulso del Instituto Navarro de la Memoria y de la Dirección General de Paz, Convivencia y Derechos Humanos y por la buena disposición del Ayuntamiento de Pamplona, de Instituciones Penitenciarias y de la Dirección de la Cárcel de Pamplona. Y lo ha sido también por la reivindicación permanente del movimiento memorialista, en particular el de AFFNA36”.
Por último, la consejera ha destacado que “es propósito del Gobierno de Navarra que en unas semanas se celebre en este lugar un acto de inauguración público al que se convocará a representantes públicos, asociaciones memorialistas, familiares y a toda la sociedad en general”.
La Prisión Provincial de Pamplona
La antigua prisión provincial de Pamplona fue inaugurada en 1908 y estuvo en servicio hasta su derribo en 2012. Contaba con 194 celdas, cuatro patios y tres plantas. Unas instalaciones a todas luces insuficientes para albergar el gran número de presos y presas encerradas, sin ninguna garantía y de manera preventiva, tras el golpe de estado que pretendía derribar al gobierno legítimo republicano. Muchas de esas personas fueron conducidas para su asesinato a diferentes parajes de la geografía navarra, como Ibero, Etxauri, El Perdón, Paternáin o Valcardera, entre otros. A lo largo de toda la guerra siguieron desfilando por la prisión muchos prisioneros pendientes de juicio, para cumplir condena o para ser enviados a otro destino. Durante la dictadura franquista sus muros siguieron custodiando tanto a presos sociales como políticos.
Hasta 1940 el número de personas presas era muy superior a la capacidad para la que estaba diseñada. En 1940 la dirección de la Prisión Provincial aseguraba tener más de 2.000 presos. En total, según datos del informe sobre cautividad elaborado por el FDMHN 7.364 personas pasaron por la prisión provincial desde 1936. Al menos 425 fueron víctimas de asesinato, casi siempre en las sacas a las que ya se ha hecho referencia.
Los testimonios que se conservan sobre la vida en prisión destacan las penosas condiciones higiénico-sanitarias, pero sobre todo el clima de terror que se vivió en el interior, donde los presos eran conscientes de los continuos asesinatos bajo la apariencia de puesta en libertad o traslado.
El 10 de junio de 2022 se firmó un convenio entre el Ministerio del Interior (Secretaría General de Instituciones Penitenciarias), los departamentos de Economía y Hacienda y de Relaciones Ciudadanas del Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Pamplona para la utilización de los restos arquitectónicos de la antigua prisión de Pamplona. En concreto, las piedras que componían la puerta interior de acceso a la prisión. Una vez cedidas las piedras, el Gobierno de Navarra, a través del Departamento de Relaciones Ciudadanas, ha desarrollado y financiado la propuesta de recuperación de dicha puerta en un espacio vaciado de su contenido en el último siglo, desde que hace una década se demolió el edificio de la cárcel. La puerta, colocada en el espacio aproximado que ocupaba la puerta exterior es un símbolo que mantendrá viva la memoria de quienes fueron represaliados además de convertirse en una oportunidad más para desarrollar valores de paz y convivencia.