Política

La pugna PNV-EH Bildu se traslada a Madrid

La izquierda abertzale normaliza su presencia en el Congreso que antes denostaba y lo hace con un apoyo a la intervención pública desde el Estado que deja al PNV el flanco del autogobierno
El portavoz del PNV en el Congreso y candidato a la reelección por Bizkaia, Aitor Esteban, con el también candidato Mikel Legarda.

Hubo un tiempo en que la izquierda abertzale consideraba las elecciones generales como una convocatoria española que había que menospreciar o boicotear, lo que se tradujo en una presencia esporádica en el Congreso de los Diputados y la llevó incluso a pedir la abstención en dos ocasiones. Esta estrategia la ha rectificado en los últimos años, coincidiendo con su incorporación a las vías exclusivamente democráticas, y en un momento en el que cree que normalizar sus relaciones con los socialistas en Madrid puede incrementar sus opciones de disputarle la hegemonía al PNV en Euskadi.

En esta legislatura se han escuchado discursos que hubieran sido impensables hace años en la izquierda abertzale, como la defensa del Concierto Económico y las transferencias que le quedan al Estatuto de Gernika, materias que antes subestimaba. A pesar de este giro, EH Bildu no ha llegado a cubrir el espacio que ocupa el grupo de Aitor Esteban en defensa del autogobierno vasco y la búsqueda de la utilidad en el Congreso para blindar las competencias. De hecho, da la sensación de que su pelea prioritaria es otra y va por la izquierda. EH Bildu se ha significado en los últimos meses por el intervencionismo público a costa de legislar desde el Estado sobre materias de gestión que son competencia de Euskadi, lo que le deja un flanco de debilidad en el autogobierno en esta campaña y deja un espacio mayor al PNV. Y los jeltzales pueden exprimir la idea de que EH Bildu llega tarde y se inspira en el trabajo que despreció durante décadas. Eso sí, la abstención que se prevé puede volver a impulsar a EH Bildu.

La trayectoria de la izquierda abertzale en el Congreso comenzó con una llamada a la abstención en las primeras elecciones libres tras la dictadura, en 1977. Entre 1979 y 1996, sí se presentó a los comicios, aunque su presencia real en el Congreso fue intermitente, ya sea porque sus representantes no recogieron sus acreditaciones, o porque solo participaron en ciertos debates. Bajo las siglas de Euskal Herritarrok, en el año 2000, retomó la estrategia de la abstención. Si ahora EH Bildu negocia y aprueba leyes estatales que se aplican en Euskadi, como la de vivienda, en el año 2000 decidió no presentar su candidatura a las elecciones porque era necesario “cortar esa intromisión de las instancias estatales y políticas españolas en la vida vasca”. En cualquier caso, no consiguió provocar un vuelco en el número de personas que no se acercaron a los colegios electorales. Después llegarían las ilegalizaciones, y no volvería al Congreso hasta el año 2011 con Amaiur.

La euforia por su regreso a la legalidad no fue suficiente para desbancar al PNV como fuerza más votada dentro del espectro abertzale en las generales, una marca en la que permanece imbatible en toda la serie histórica. En las generales, el PNV siempre ha sido la primera fuerza dentro del nacionalismo vasco en número de votos en la comunidad autónoma vasca, lo que supone que nadie le ha arrebatado por ahora la medalla de la defensa de los intereses de Euskadi. Las generales que ha perdido lo ha hecho ante partidos estatales, los grandes rivales en unas elecciones donde resulta difícil esquivar la polarización entre los candidatos a la presidencia española. En 2008, en un contexto de extraordinaria movilización socialista tras el asesinato de Isaías Carrasco, el PSE se impuso en la CAV, y en 2015 y 2016 lo haría la recién surgida Podemos.

PRESOS Y ¿PLAGIOS?

Los diputados y candidatos a la reelección por EH Bildu, Mertxe Aizpurua y Oskar Matute. EFE

EH Bildu comenzó su trayectoria en la era Sánchez centrándose en una solución para los presos de ETA, que desembocó en el fin del alejamiento a cientos de kilómetros de suelo vasco. EH Bildu ha exprimido otros argumentos simbólicos que movilizan a sus bases como el acuerdo en la Ley de Memoria Democrática para la cesión del Palacio de la Cumbre donde fueron torturados Josean Lasa y Joxi Zabala. Pero, en paralelo, se ha ido incorporando a la defensa de causas que antes le parecían irrelevantes, como las transferencias pendientes que recoge el Estatuto de Gernika (contra el cual también había pedido la abstención la izquierda abertzale), y ha alcanzado en esta legislatura un acuerdo con el Gobierno de Sánchez para que los nuevos gravámenes a la banca y las energéticas respetaran el Concierto Económico y el Convenio navarro.

Este último pacto lo habían estado negociando durante meses el PNV y el consejero Azpiazu, pero finalmente los socialistas le regalaron la foto a EH Bildu. En cualquier caso, el PNV gobierna las instituciones vascas, y esa circunstancia le permitió cerrar las concreciones sobre las tasas en un diálogo posterior, algo que no hizo Bildu, que solo pudo pactar que el plazo fuera de tres meses. Y, en el Congreso, el PNV ha cerrado acuerdos que supusieron un golpe de efecto considerable, como la oficialidad de las selecciones vascas de pelota y surf, el cálculo del Cupo hasta 2026 y la cesión de los cuarteles de Loiola.

En este escenario de rivalidad, el PNV ha acusado a Bildu de compensar su falta de experiencia con el plagio de varias iniciativas jeltzales. Sucedió con la propuesta de EH Bildu para evitar la fuga de empresas tras la decisión de Ferrovial de trasladar su sede a los Países Bajos. El PNV denunció que el texto de EH Bildu copiaba una norma de la Diputación foral de Bizkaia de 2007 sobre el concepto de deslocalización y la devolución de las subvenciones. Ocurrió lo mismo con los corrimientos de tierra en Nafarroa y sus efectos en los embalses de Itoiz y Yesa o el reparto de los fondos europeos de reconstrucción. Más allá de denunciar una ausencia de creatividad o impulso político propio, el PNV cree que EH Bildu acaba validando su estrategia porque la imita.

RECENTRALIZACIÓN

A pesar de estas coincidencias muy concretas, a nadie se le escapa la amplísima brecha que separa los modelos de ambos grupos. EH Bildu ha apostado en el último tramo de la legislatura por un alineamiento total con el bloque de la izquierda liderado por Sánchez, donde además el presidente español se beneficia de una posición menos beligerante por el interés de la izquierda abertzale de normalizar la relación. Han acordado subir un 15% las pensiones no contributivas, pero también leyes que para el PNV son invasiones competenciales de libro.

Acordaron la Ley de Vivienda, pero el PNV la rechazó porque impone los requisitos para declarar las zonas tensionadas del alquiler. La coalición abertzale dijo que sí había pactado salvaguardas y lo acusó de ser un partido de derechas que quiere un mercado sin regulación ni intervención pública, pero este argumento perdió músculo cuando no solo PDeCAT y Junts vieron invasiones competenciales, sino también los anticapitalistas de la CUP y la izquierda del BNG. No se trata solo de este caso. En 2021, el PNV votó en contra de un decreto que regulaba el Ingreso Mínimo Vital porque pasaba por alto la red de protección vasca construida en torno a la RGI y, pensando en las comunidades que no tienen un modelo desarrollado ni décadas de experiencia, el Estado imponía la participación del tercer sector social. Bildu se abstuvo, porque en ese paquete iban medidas relativas a las pensiones de las mujeres.

El adelanto electoral ha frenado una nueva oleada de conflictividad con el Gobierno vasco, porque Podemos tenía en cartera leyes que aspiraban a uniformizar los servicios sociales en el Estado. Para el PNV, tratan de influir por la puerta de atrás, desde Madrid, en unas políticas que Podemos no puede condicionar desde Euskadi porque no tiene mayorías suficientes en su Parlamento, al igual que EH Bildu.

La otra cara de esta estrategia consiste en tratar de situar al PNV en una posición de ambigüedad con respecto a una futura investidura del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Ha caído en la hipérbole, hasta el punto de tener que disculparse ante los jeltzales por un vídeo que los situaba en el bloque del fascismo junto a Vox.

Los socialistas

Relación preferente con el PNV. El presidente Sánchez ha provocado el enfado del PNV por incumplir los compromisos pactados, pero sigue considerando a los jeltzales como sus socios estratégicos y ha validado que se repitan los acuerdos entre PNV y PSE en las instituciones forales y locales, mientras toma distancias en público con EH Bildu, y reduce los apoyos que le ha dado a unos simples votos como los que le puede dar cualquier otra formación. En Nafarroa, el PSN se puso de perfil en la jornada de constitución de los ayuntamientos y dejó vía libre a UPN con tal de no pactar con Bildu, una alianza que Sánchez admite que le resta votos.

14/07/2023