El pasado 14 de junio se inauguró en el Archivo General de Navarra la exposición Rockanrolari, 20 años de rock en Navarra, que tiene su punto de partida en la colección de objetos, carteles, fanzines, maquetas, recuerdos… que donó a dicha institución quien ha sido una de las vigas maestras del rock vasco, el músico y productor musical Marino Goñi.
Creador de la etiqueta RRV (Rock Radical Vasco), al frente de la pionera discográfica Soñua grabó los primeros discos de grupos como Kortatu, Cicatriz, La Polla Records, Hertzainak, Barricada, Tijuana in blue… y posteriormente en Oihuka y GOR dio sus primeras oportunidades a otros como Marea, Hemendik at, Lendakaris Muertos, Tahúres Zurdos, Kojón Prieto y los Huajolotes, Berri Txarrak...
Marino es además un buen conocedor de los grupos de rock navarros de los años 60, cuya historia rescató en el documental Córtate el pelo. En Rockanrolari, exposición de la que es comisario, y que se podrá visitar hasta octubre, el visitante podrá hacer un exhaustivo recorrido de cuatro décadas a través de la historia del que ha sido uno de los signos de la identidad cultural navarra en los últimos tiempos, el rock, y que sin embargo había permanecido hasta hoy excluido de las instituciones y la cultura oficial. Como reivindica a lo largo de la entrevista el veterano músico de grupos como Motos o Fiebre: ¡Ya era hora!
¿Por qué decide donar al Archivo General su colección?
-Empezaba a estar saturado de discos, documentos, vivencias y quería descargarme un poco. Por una parte veo que me queda ya poco, no sé cuánto, pero poco, y siempre he creído que todo esto no debe estar en manos de familiares, que es algo que pertenece al acervo público.
¿Se considera a sí mismo coleccionista?
-Yo diría más bien que tengo una especie de síndrome de Diógenes dirigido. Pero coleccionista no, siempre he sido, por ejemplo, muy mal guardador, no me he preocupado de clasificar demasiado, ni de guardar las cosas en buenas condiciones…
¿Cómo surge la idea de montar esta exposición, es una iniciativa propia, se lo propusieron?
-Surge como consecuencia de una tormenta de ideas, en 2022, pensando en cómo adecuar un espacio en apariencia muy serio, como es un Archivo General, con los nuevos tiempos y las nuevas generaciones. En ese contexto es donde me proponen hacer una exposición de rock. Y, claro, ¿cómo iba a decir que no? Que el rock sea admitido en un lugar que se dedica a salvaguardar la cultura, y a darle el valor que se merece, yo creo que resultaba necesario, sí, ¡ya era hora!
La exposición se ha acotado a las cuatro décadas finales del siglo XX...
-En principio pensé en hacer la exposición desde los años sesenta hasta la actualidad, pero hay miles de grupos de los que tendría que hablar, y es imposible clasificarlos. Así que decidí acotarlo al siglo XX, porque por otra parte también es cierto que necesitas una perspectiva de unos veinte años para valorar tanto acontecimientos políticos o sociales como musicales… Y además de todo eso a mí me resulta muy cómodo centrarme en esas épocas que controlo más…
¿Qué se va a encontrar quien visite Rockanrolari?
-La exposición se articula a través de un cronograma que repasa los acontecimientos desde el año 1961 hasta el año 2000, y que por un lado son acontecimientos sociales o políticos y por otro, o en paralelo, los movimientos musicales, que al principio básicamente son conciertos de grupos locales y que en la década de los 90 suman a ello mucha más información… Al principio, por ejemplo, no hay prácticamente discos, luego sí… La base de rockeros va creciendo exponencialmente; si en los 60 se pueden contabilizar unos ochenta grupos, en los 90 eso se multiplica por diez. Pero no todo es el cronograma, también hay objetos, discos, cartelería, y vídeos, muchos de los cuales son originales, no se pueden ver en Youtube. También hay tres listas de Spotify que corresponden a las décadas de los 60, los 80 y los 90 (de los 70 no hay porque no hay apenas producción musical en Navarra). Y en la exposición se pueden escuchar , como música ambiental, una colección de maquetas, casi doscientos casetes que hemos digitalizado: Los Jujanos, Tubos de Plata, Kafarnaun…
¿El rock es, en ese sentido, testigo o reflejo de su época?
-Sí, y por eso pasa por ejemplo lo que he contado antes de los 70, que para mí es la época más conflictiva de los últimos sesenta o setenta años. En esa década las celebraciones recaían en manos de los músicos, los cómicos, los cineastas más retrógrados, porque la gente no estaba por la juerga, sino por la rebelión. Franco es cierto que murió en la cama, pero también debió de morir con un gran disgusto, porque el último lustro fue uno de los más complicados que tuvo el dictador. En Navarra en cinco años hubo cinco huelgas generales, fue un proceso casi prerrevolucionario, que con la Transición en cierto modo se desactivó. Todo eso tiene un reflejo en la música popular, los cantautores, o en esa casi desaparición del rock... hasta que aparece ya otra revolución, musical, más que política, con la llegada del punk en el 77, y con la estabilización del rock urbano... De repente en Navarra empieza a haber gente nueva, joven, y salen grupos como Kafarnaun, Tensión, Kaifas, Fuletamol, Mugre, Tubos de Plata, gente que rompe de alguna manera tanto con el rock de los sesenta como con los cantautores…
Usted ha comentado en más de una ocasión la importancia de que la memoria histórica reivindique también el ocio, no solo lo que nos ha hecho sufrir...
-Cuando hablamos de memoria histórica normalmente tiene un sesgo, digamos, muy serio, que me parece muy bien, pero se olvida casi siempre el mundo del ocio, que es algo también muy importante. Yo, por ejemplo siempre me acuerdo de aquella canción que hablaba de Carrero Blanco, “Voló, voló, Carrero voló, y en un tejao se encaló”, y todo el mundo tiraba el jersey al aire; una canción que no recuerdo de quién era, precisamente porque se convirtió en canción popular, y es una historia que se ha olvidado, o se va a olvidar, porque solo la recordamos los de cierta edad. Pero aquello fue un himno, y todo eso debería de estudiarse, recordarse… No es en realidad el caso de esta exposición, pero tampoco anda lejos de todo ello.
¿Se ha encontrado alguna sorpresa, algo que tenía olvidado rescatando material para esta muestra?
-Pues sí, en una carpeta que estaba debajo de otras cuantas aparecieron algunas maquetas y diseños de discos de Soñua, y entre otras estaba la maqueta de la portada del primer disco de Kortatu, la foto original de la portada, que luego salió otra cosa, pero bueno… Cosas así han aparecido algunas, tampoco muchas…
¿Y cuál sería para usted la joya de la colección?
-Hay una que me hace mucha ilusión, y es una donación de un amigo mío: entre el año 63 y 65 hubo una empresa que grababa discos de vinilo por encargo que se llamaba Grube. Debían de tener algo similar a un estudio: tú ibas, grababas tu disco y luego te hacía las copias que querías, que no creo que fueran tiradas de más de cinco, seis, diez ejemplares… Hay publicidad en periódicos de la época: “Grabe su disco con nosotros”… Y un amigo mío encontró uno de esos discos, que hemos depositado aquí, por su valor… Son una serie de cantantes femeninas que cantan canciones en inglés, al estilo de Joan Baez…
¿Qué ha sentido removiendo todos esos objetos del pasado, le ha provocado nostalgia?
-Yo soy un nostálgico un poco raro porque vivo en la nostalgia, pero no me afecta al corazón como si la medicación que tomara para el corazón, precisamente, afectara también a ese sentimiento. Vivo esa nostalgia con cierta frialdad, no necesito sumergirme en ese opio del recuerdo. Por otra parte, con esta exposición me está sucediendo algo raro porque yo, que siempre he sido comprador de discos -no de discos caros porque prefiero gastarme el dinero de un disco caro en cuarenta diferentes- he dejado de comprar como si mi cabeza ya no admitiera más cosas… Bueno, no, el otro día volví a recaer y compré algo en el Mercadillo de la plaza San José…
¿Va a haber actividades relacionadas con la exposición?
-Sí, en septiembre u octubre vamos a hacer una serie de mesas redondas. También habrá cuatro proyecciones de documentos audiovisuales que tengan que ver con esas décadas. No son documentos inéditos, pero sí desconocidos, y aprovecho esto para añadir que la expo también aporta hechos y artistas que no han hecho su carrera en Navarra, ni siquiera en España, como por ejemplo The Zara’s, que triunfaron en Alemania y Estados Unidos, o como Leny Escudero, que aquí nadie sabe quién es, pero en Francia fue un cantante de mucho éxito. Estamos hablando de un hombre nacido en Auzberri, en Navarra, y que siempre reivindicó su origen. Son artistas que ya de por sí merecerían una exposición propia, o un documental (bueno, de hecho en Francia hay varios libros sobre Leny Escudero)… Me gustan mucho esas historias, pero el problema es que es imposible abarcarlo todo… Aunque como me dice un amigo esto es solo un principio, y eso es lo que yo espero, y uno de los objetivos de la expo: que venga gente detrás que complete esos huecos que yo dejo, a los que no he podido llegar ni investigar en condiciones porque es un tema bastante vasto.
Y supongo que la música no faltará.
-Con eso tropezamos con varios problemas que da el propio continente, el edificio del Archivo General; por ejemplo, un pequeño escenario virtual que he montado está a escasos metros de la sala de lectura, con lo cual es incompatible, y todo lo que tenga que ver con meter ruido hay que controlarlo de alguna manera. Pero sí, haremos algunas cosas puntuales y casi sin avisar, alguna actuación acústica… Vamos a jugar con la improvisación y con el hecho de divertirse, que yo lo veo fundamental, es lo que me gusta a mí y lo que quiero, en definitiva: que todo el mundo se divierta con esta exposición.