La Real no estaba preparada para la competición. Eso no admite ni la más mínima discusión. Y lo más grave de todo no fue una cuestión de falta de ritmo y de juego, que también, ni de que sus jugadores, sobre todo sus referentes se encuentran a años luz de estar en un mínimo estado de forma para competir, que por supuesto, hay una hándicap mucho más grave y es que aquí parece que nadie le da importancia a que el equipo arrastra una grave problema al no contar con un delantero centro en condiciones. Imanol verbalizó su malestar al señalar que había pedido refuerzos en todas las líneas o puestos, pero ayer manifestó su déficit más grave con mucha más claridad en sus decisiones. Y no es la primera vez. Primero sacó titular a Mikel Oyarzabal cuando solo lleva dos semanas de pretemporada, porque en el fondo solo cree en él como ariete, y después, ante un visitante encerrado con empate y aún más en ventaja no le dio la gana de recurrir al único punta que tenía en el banquillo. Que era Sadiq. Al final acabó centrando a Becker y el resultado fue que los extremos llegaron a la línea de fondo pero nunca había nadie para rematar.
Esto es lo que hay. Se entiende que con la amenaza de las salidas de Robin y Merino y la posible de Zubimendi que se ha salvado gracias al sentimiento de un futbolista que puede marcar una época en el club de su vida, se ha perdido mucho tiempo en la planificación, pero en este tema no tienen excusas. Era el punto número uno de la lista a reforzar y no se ha actuado con la suficiente celeridad para iniciar la Liga con otros aires y con veneno en el área rival. A quien corresponda, porque la excusa no puede ser que Sadiq es muy especial y no quiere marcharse a ninguno de los sitios que le han propuesto. Entre otras cosas porque al nigeriano también le trajeron estos gestores. Cada palo aguanta su vela y la primera bofetada ha sido en la frente.
El Rayo, con lo mínimo, se llevó los tres puntos de Anoeta al aprovechar los regalos de los realistas. Sus goles no fueron ninguna sorpresa, se veían venir. Ya en la primera parte y antes del primer tanto las mejores ocasiones en jugada fueron suyas. Las cosas como son. Y que quede claro, no es cuestión de justificar la derrota solo porque falta un delantero centro, al fallar muchas cosas más en el funcionamiento básico de un aspirante a volver a entrar en Europa.
Imanol arrancó la temporada con un once bastante previsible y reconocible. La única gran sorpresa fue la entrada de Urko en lugar de Zubimendi, algo que dentro de lo que cabe se podía llegar a comprender por su falta de rodaje y por la tensa semana que ha tenido que soportar. Beñat Turrientes y Brais actuaron por delante, con Kubo y Becker en las bandas para dar entrada a Oyarzabal que, para el técnico, simplemente es intocable a falta de los refuerzos en la punta de ataque.
La Real estuvo a punto de sufrir el arranque de curso más surrealista que se recuerda, ya que el Rayo no marcó a los diez segundos porque a Ratiu le sorprendió tanto encontrarse con la pelota a puerta vacía que decidió intentar una frívola rabona que salvó Pacheco bajo palos. Todo después de una pifia muy gorda de Remiro en un balón largo que no logró atajar. No era buena señal y no tardó en confirmarse. El Rayo presionaba fuerte y bien, lo que incomodó mucho la circulación de pelota de los locales. Los donostiarras dominaban pero sin veneno ni muchas ideas y con un juego demasiado previsible.
A los once minutos, un centro de Becker, que demostró sus limitaciones pero que siempre se ofreció para intentar generar peligro lo cabeceó desviado Brais. El gallego estaba llamada a ser el jefe de operaciones y la verdad es que pasó demasiado inadvertido en el primer acto. A los 17 minutos, un enérgico Turrientes buscó portería en un fuerte pero demasiado centrado chut que desvió Cárdenas. Kubo, como siempre frenado a falta limpia sin que el árbitro lo impidiese, condujo una buena contra que, tras ser derribado, finalizó Becker con un disparo cruzado que atajó el meta franjirrojo.
La mejor ocasión local llegó en un saque de esquina prolongado por un mal despeje de un defensa que Aritz, forzado, cabeceó rozando el palo a dos metros de la portería. Y poco más. El Rayo logró equilibrar la contienda y apenas hubo jugadas de mérito en los últimos minutos. Lo más destacado fue la ovación a Zubimendi cuando salió a calentar.
En la reanudación, saltó el 4 de Ulia. La amarilla que vio Urko le condenó. No estuvo mal el centrocampista alavés, aunque se le sigue viendo con poca confianza y demasiado lento en muchas de sus acciones. Facultades nunca le han faltado para llamar a la puerta y luchar por disfrutar de más minutos. Esta oportunidad no era mala, al comienzo de la campaña oficial, señal de que Imanol nunca le ha perdido la fe.
Los realistas intentaron pisar algo más de área y Brais lo intentó con un disparo que detuvo Cárdenas. Kubo condujo otra contra que finalizó mal Becker con un chut que se marchó muy alto. Incluso Javi López buscó el gol en una volea que acabó en un córner que no quiso ver el colegiado.
En la otra portería, Remiro se vio obligado a lucirse a disparo de Gumbau tras un error en el pase a Zubimendi. Y en la enésima pérdida en la salida de la pelota, esta vez de Oyarzabal, De Frutos recortó bien en el área y clavó su disparo cerca del larguero. Es cierto que la Real dominaba más, pero cada acercamiento del Rayo tenía olor a chamusquina.
Zubimendi se inventó un pase magnífico a Javi López cuyo centro lo finalizó con el tacón Brais pero detuvo Cárdenas y el propio donostiarra no engatilló un rechace con su pierna mala. Desgraciadamente Javi López se equivocó en un saque de banda y Sergio Camello acabó sentenciando el duelo con el 0-2 del Rayo. En el descuento, Zubimendi se llevó el consuelo de marcar un tanto que no valió para nada el día que fue aclamado por su gente.
Derrota para empezar
Entendemos que cada vez es más complicado preparar la temporada cuando tienes internacionales que son tus mejores piezas y apenas han entrenado, pero… Había deberes que sí se tenían que haber hecho antes del debut y que se han dejado correr. Ya lo saben, la competición no perdona. La Real ya ha perdido un partido que nunca debería haber dejado escapar. Luego algunos se preguntan por qué les cuesta tanto convertir Anoeta en un fortín.