Pablo Lanaspa tiene 20 años y las ideas muy claras. El pasado mes de octubre fue nombrado presidente del Consejo de la Juventud de Navarra, cargo que compagina con el doble grado de Ingeniería en Telecomunicaciones e Ingeniería Biomédica en la UPNA. Tras pasar por el Parlamento Joven dio el paso de ingresar en el Consejo en 2020, donde ha sido tesorero y vicepresidente. Lanaspa hace una foto de la juventud navarra “complicada” si enfoca al empleo y la vivienda, pero optimista si mira hacia el consumo y el ocio responsable, donde cree que cada vez hay más jóvenes que se organizan y optan por un tiempo libre saludable.
Es presidente del Consejo de la Juventud desde hace menos de tres meses, ¿qué situación se ha encontrado?
–La situación nunca ha sido la mejor, la juventud siempre se ha enfrentado a problemas y algunos se mantienen como la vivienda o el empleo y ahora han surgido otros como la pandemia y la salud mental, que están bastante relacionadas y que nos preocupan mucho. Es verdad que desde principios de 2022 la reforma laboral parece que está dando resultado en el tipo de contrato, pero seguimos teniendo salarios que no nos permiten tener un proyecto de vida propio. Por lo que la reforma no es capaz de solventar el problema de acceso a la vivienda y el de la emancipación sigue estancado, también derivado de la crisis internacional y de la inflación que ha incrementado los precios.
¿Cómo ha afectado la pandemia a los jóvenes navarros?
–En la educación ha habido un cambio de paradigma tras la pandemia por la implantación de la educación telemática y se han seguido arrastrando problemas anteriores como las tasas ocultas para acceder a grados superiores o a la universidad o el alto precio de los pisos estudiantiles. Ahora, gran parte de la educación se basa en las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), que puede que en los núcleos urbanos no sea un problema, pero sí lo es en la Navarra más olvidada, la rural, donde la conectividad no es la mejor. Por otra parte, está cambiando el modelo de consumo y de ocio y aquí quiero romper una lanza en favor de la juventud: se están generando alternativas de tiempo libre saludable, gente que va a pasear con la cuadrilla, quedadas para limpiar el monte, gente que se junta para hacer deporte de manera espontánea, sin necesidad de competir en ligas organizadas...
Ha cambiado la manera de organizarse, ¿no?
–Al final la gente se organiza al mismo nivel que hace unos años pero se ha transformado la forma de hacerlo. Ahora los espacios se dan más a nivel local, de barrio o de pueblo. Pero la juventud sigue abanderando muchas reivindicaciones, como la igualdad de género, la lucha contra el cambio climático, la mejora de la salud mental... Muchas veces al hablar de juventud el discurso se centra mucho en lo malo y se destacan muy poco las cosas buenas. Por ejemplo, es curioso que según varios estudios esta generación es la que tiene más jóvenes abstemios, algo que antes era casi impensable y ahora cada vez es más frecuente. Y esto choca con ese discurso de que la juventud solo piensa en salir a beber y a consumir sustancias. Sobre esto, lo que sí que nos preocupa es el aumento de jóvenes enganchados a otras cosas que no son sustancias, como a las apuestas o a las redes sociales, es algo que se está dejando de lado pero que está pegando muy fuerte.
Por lo que comentaba antes, la vivienda y el empleo son los principales caballos de batalla...
–Sí, actualmente el tema de la vivienda es bastante alarmante, porque no hay oferta y la que existe está a un precio desorbitado. Y va unido al empleo porque aunque han mejorado algo las condiciones laborales, éstas no suplen las dificultades de acceso a la vivienda. La mayoría de los jóvenes sufren condiciones laborales precarias, porque el primer acceso a un trabajo se da con prácticas sin remunerar, bajos salarios, personas que están sin contrato... Y aquí hay otro problema que es importante: si los jóvenes no entran rápido al mercado laboral va a haber un problema serio con las pensiones, cuando se vayan jubilando los trabajadores. Se está estirando la edad de jubilación en lugar de facilitar la incorporación de personas jóvenes.
Se ha normalizado que los jóvenes tengan que empezar en condiciones precarias, ¿no?
–Es algo que durante tanto tiempo se ha hecho así que se ha convertido en una especie de ley no escrita. Creo que se debe a esa falta de confianza en la experiencia nueva. En todos los trabajos la gente mayor funciona de una manera y las nuevas generaciones entran con una perspectiva diferente, más ahora con el tema de la tecnología y las redes sociales; y este cambio de paradigma es algo que no les termina de encajar.