Orbea juega con ventaja. Es una marca reconocida en Euskadi que tiene además un as en la manga: la afición por el ciclismo en Euskadi, que atrae a profesionales. Está en pleno “proceso de crecimiento y el talento es uno de los ejes estratégicos” y cubre sus necesidades. “Somos una organización atractiva, pero vemos cómo otras empresas están sufriendo esta guerra por el talento: hay cada vez menos profesionales disponibles”, subraya la responsable del Área de Personas de la compañía, Olga de Miguel.
Partiendo de la base de que las empresas “son la suma de su talento”, Orbea está muy centrada en “atraerlo y mantenerlo”. En los últimos años ha apostado “muy fuerte por la captación internacional de personal” de vascos que “se dieron cuenta durante la pandemia que quería volver a Euskadi y enfocar su vida de una forma diferente”. “Hay un cambio brutal en las nuevas generaciones en torno a su modelo de vida, al equilibrio entre lo personal y lo profesional. Quieren trabajar en algo que les guste y disfrutar de sus aficiones”, indica.
Orbea, por su parte, incide en facilitar “a las personas que estén donde pueden ser más creativos”. Lo hace además apoyada en su perfil cooperativo: “Aquí no hay despacho ni para el gerente, somos un espacio abierto y la gente joven que se incorpora percibe un ambiente de confianza, de crecimiento y de desarrollo”.
En los cimientos de esa dinámica está la innovación, que ha crecido notablemente los últimos cuatro años en la cooperativa vasca, de “forma proporcional” al avance de las ventas, “porque se retroalimentan”. ¿Qué perfil de trabajador está incorporando Orbea? Se busca titulados en ingenierías, diseño industrial o gráfico dispuestos a “crecer profesionalmente” y la conciliación es parte de la oferta.
El teletrabajo, la flexibilidad de horarios y la participación en la toma de decisiones al tratarse de una cooperativa entran en esa ecuación. Y se refuerza con la formación de las personas que se suman al proyecto.
“Hay quien viene, se forma y se va. Pero queremos que se vayan mejores profesionales y personas, precisamente por los valores del cooperativismo”, subraya.
Para ello hay una grupo de personas que se se ocupa del talento y que, de la mano de universidades y centros de Formación Profesional, selecciona a las personas que se incorporan y en qué equipos lo hacen. “Unos se quedan y otros se van, pero con mucho conocimiento de la vida en la empresa. Esa relación con el mundo de la formación es nuclear, porque es el semillero de talento”, destaca.
De Miguel concluye la conversación con la defensa del modelo que se está imponiendo. “La formación dual se la llevan puesta, ha venido para quedarse y para hacer a los estudiantes mejores profesionales, Ya no aterrizan en el mundo empresa sin saber por dónde les da el aire. Es vivir la empresa. Aparte del marco teórico que fija los criterios, la formación dual es muy relacional, aprendes los flujos de trabajo, a ir a una reunión, cómo se decide... Con las particularidades de cada compañía es el mundo real”, apostilla. l