Sí, se ha puesto de moda, de un tiempo a esta parte. Pero los entrenadores no lo hacen para ir de modernos ni para sumarse de forma frívola a las últimas tendencias. Lo de utilizar a los laterales como cuartos centrocampistas, dentro de un 4-3-3 o de un 4-2-3-1, tiene sus utilidades. Y ahí está el gol del empate del Girona en Anoeta para demostrarlo. Jugó muy bien la Real Sociedad, porque hay muchas formas de jugar bien y la que emplearon este sábado los txuri-urdin es una de ellas. Enfrente había un gran rival, Kubo marcó en el minuto cinco y se dieron así las circunstancias para firmar un planteamiento más reactivo que propositivo, cosa que los de Imanol ejecutaron casi a la perfección. No es fácil que un adversario con una salida de balón sobresaliente supere tan pocas veces tu presión. No es fácil firmar tantas recuperaciones peligrosas, en cuyos posteriores contragolpes faltó un punto de finura para sentenciar. Y directamente no se puede reducir a cero el bagaje de ocasiones de gol de un contrincante. Por esta inevitable rendija se coló el pase filtrado de Aleix a Torre. Tsygankov y Dobyk hicieron el resto.
Gran parte del encuentro pasó por el modo en que se apretaron los unos a los otros, quedando la pelota en el tejado blanquiazul una vez que el contexto otorgó al Girona más posesión. En el partido de mayo, Míchel había enredado desde la banda derecha metiendo dentro al lateral Arnau. En esta ocasión, trasladó la fórmula al ala izquierda con Miguel, pero no dio la sensación de que pillara a Imanol a contrapié, porque la Real tardó más bien poco en ajustarse con eficiencia. Zubimendi fue el principal encargado de emparejarse con el propio Miguel. Sí, con el lateral zurdo, evitando de este modo el salto de Traoré y el movimiento excesivo de Zubeldia, casi hasta la cal, para encargarse de Couto. Así dispuesta, presionando a pares y con el bloque alto, la escuadra txuri-urdin vivió relativamente cómoda hasta que se produjo la acción de marras.
Un balón largo de Remiro a Oyarzabal fue recuperado por David López, cogiendo el robo a la Real muy retrasada para lo que se estaba viendo durante los minutos previos. Tocó entonces defender más bajo, cosa que el equipo ya había hecho en 4-5-1 durante tramos de la primera parte. Pero entre que el panorama venía siendo distinto y que el cansancio ya aparecía, los chicos de Imanol parecieron quedarse a medias entre un registro y otro: Zubimendi y Turrientes, marcando al hombre; Brais, más conservador, sin salir a por el retrasado Aleix; y los dos centrales, fijados por el punta para que el famoso movimiento cobrara sentido. El lateral del Girona estaba dentro. Y el cuadro catalán tenía así una superioridad interior, cuatro contra tres, clave en el definitivo 1-1.