Muchas iraníes han dejado de cubrirse el cabello con el velo en un acto revolucionario que simboliza su lucha feminista en una República Islámica donde el hombre tiene la última palabra sobre muchos de los derechos de las mujeres.
El velo es un omnipresente símbolo de la República Islámica fundada por el ayatolá Ruholá Jomeiní en 1979 y para muchas iraníes representa la forma visible de la discriminación que sufren, que va mucho más allá de tener que cubrirse la cabeza.
Esta lucha se libra de manera cotidiana en las calles, autobuses o tiendas, sin aspavientos ni eslóganes: muchas mujeres sencillamente han dejado de cubrirse la cabeza con un trozo de tela.
Un gesto en apariencia baladí, pero que puede ser castigado con la cárcel.
Discriminación de la mujer
"No pienso ponerme el velo", dice Mana, una de las muchas iraníes que han optado por prescindir de esta prenda desde la muerte en septiembre de Mahsa Amini bajo custodia policial tras ser detenida por precisamente no llevarla bien puesta.
La muerte de la joven kurda de 22 años desató las mayores protestas en décadas contra la República Islámica, protagonizadas por jóvenes al grito de "mujer, vida libertad", que casi han desaparecido tras una represión que ha causado casi 500 muertos y en las que han sido ahorcados cuatro manifestantes.
Las protestas han desaparecido, pero muchas mujeres continúan su lucha dejando al aire sus melenas, en ocasiones en llamativos azul eléctrico, morado o rosa, en un gesto de desobediencia ante unas leyes que consideran injustas.
"Estas normas son inaceptables para mí", explica Mana, vecina de Teherán de 40 años, que se siente atrapada en una sociedad tradicional en la que muchos aspiran a una "modernidad" que no acaba de llegar.
Esas normas incluyen la obligatoriedad de velo desde los nueve años y el uso de ropas amplias que escondan las curvas del cuerpo, ley que data de 1983 y que aplicaba la temida Policía de la Moral, ahora supuestamente disuelta.
Pero el velo es solo la punta del iceberg del machismo que sufren las mujeres en la República Islámica de Irán, donde a pesar de la discriminación trabajan y estudian más féminas que en otros países de la región.
Así, las iraníes necesitan el permiso del marido para tener pasaporte, trabajar o estudiar, de acuerdo con el Código Civil del país.
Además, las mujeres no pueden ser jueces, no se les permite cantar en público en presencia de hombres, acudir a partidos de fútbol o incluso conducir motocicletas.
"Si una mujer va de pasajera con un hombre conduciendo la moto está bien. Pero si se desplaza 25 centímetros adelante (hasta la posición del conductor) entonces es algo terrible", explicó la motorista Maryam Talaí, que rompe moldes a lomos de una moto a 160 kilómetros por hora.
Represión
Los actos de desobediencia civil de las mujeres se están multiplicando en los últimos meses y están surgiendo voces que reclaman la imposición de las leyes del velo.
"Quitarse el velo equivale a mostrar enemistad a la República Islámica y sus valores. Las personas que comenten este acto anormal deben ser castigadas", dijo el lunes el jefe del Poder Judicial iraní, Gholamhosein Mohseni Ejei.
Días antes, el jefe de Policía del país persa, Ahmad Reza Radan, subrayó que era necesario que una "organización fuerte" imponga el uso del velo.
El conservador ayatolá Ahmad Alamolhoda ha ido más lejos y ha llamado a los ciudadanos a que impongan ellos mismos las leyes del hijab ante la aparente imposibilidad de las autoridades para lograr que las mujeres se cubran.
De momento no se está forzando a las mujeres a cubrirse la cabeza, pero en las últimas semanas se están dando pasos en este sentido.
Las autoridades han cerrado dos farmacias recientemente, en Teherán y en la norteña Amol, porque sus empleadas no vestían un velo y en varias universidades han recordado a las alumnas que se tienen que cubrir.
Pero por ahora muchas mujeres continúan ignorando el velo, prenda que Jomeiní definió como la "bandera de la Revolución".