Los árboles agonizan en las ciudades por la sequía y el cambio climático. No es broma. Se calcula que el pasado verano se secaron, solo en la Rochapea. en torno a un centenar de arbustos y árboles. Muchos de ellos aparecen con la marca naranja pintada, una línea en el tronco que señala, según explican los vecinos, que ya han sido desahuciados por su estado y serán sustituidos a corto o medio plazo. Aún más, visto el verano que se avecina y las altísimas temperaturas, otros muchos más pasarán a estado terminal este verano.
Roberto Carmona, vecino de la Rochapea desde hace casi 20 años, forma parte del equipo que edita la revista Ezkaba, que acaba de poner en marcha una interesante iniciativa mitad ecológica mitad solidaria: la Red de ayuda a nuestros árboles GO [TAnta]. “Desde la Ezkaba queremos poner en marcha una propuesta en la que la vecindad ahorre y retenga agua de actividades cotidianas para aprovecharla y regar árboles urbanos con ella”. La propuesta, que ya se desarrolló el año pasado en Logroño con éxito, llega ahora a la Rocha, aunque sus promotores la ofrecen para que cualquier barrio o cualquier persona en su calle o en su plaza la lleve a cabo (contactar por email en ezkabarotxapea@gmail.com).
“Porque avisan de que nos viene otro verano caluroso y falto de lluvias”, indica Carmona. Comprometido con el medio ambiente, Roberto también participa en el colectivo Basoberri, que se creó en 2017 para mantener los ecosistemas forestales cercanos. Basoberri tiene como objetivo promover la colaboración ciudadana para mitigar el cambio climático, aumentando el número de árboles y arbustos en cualquier localidad de Navarra. Así, recolectan semillas y producen plantas para llevarlas después a la naturaleza, y se cuentan por miles las bellotas que han plantado en Ezkaba, Monte Campamento, y otras muchas zonas.
Reciclar agua para el riego
En este caso la solidaridad con el ecosistema es diferente: Aprovechar el agua sobrante de casa para los árboles. “Es tan fácil como llenar un recipiente de agua, bajarlo a la calle y elegir un árbol al que cuidar y regar”. Pero “también podemos aprovechar esos botellines, cantimploras y bidones de bici que traemos después de distintas actividades. En vez de tirar lo que queda a la fregadera, se lo podemos regalar a nuestro árbol”. Pero, “ya que estamos, hay que recordar que esos paseos con el perro por la calle son magníficas oportunidades para bajar un recipiente y regar el árbol donde ha orinado nuestro animal, porque además rebajaremos la potencia de la orina que sola no es nada beneficiosa para sus raíces”, explica.
Se trata no tanto de gastar agua de más para los árboles, sino de reciclar la que nos sobra. 15 litros se gastan mientras se deja correr el agua de la ducha hasta que se calienta. “Ese agua que se desperdicia la podemos recoger en un cubo debajo de la ducha y da para varios árboles plantados en aceras o para aliviar uno de gran envergadura”, como “de esos que hay tantos en la Rochapea”, sugiere Carmona y añade que, con esta iniciativa, “la Ezkaba queremos fomentar el vínculo de las personas con los árboles de nuestras calles y tomar conciencia de lo que nos dan y de sus beneficios para nuestro bienestar”, pero también “responsabilizarnos del consumo de agua en nuestro hogar”.
Pintar una gota en el tronco
¿Cómo adoptar un árbol y garantizar su riego? “Con una tiza podemos pintar en su tronco una gota de color, como símbolo de nuestro amor por ellos, y así la gente sabrá que ese árbol está protegido por alguien y podrá ayudar a otro”. Es importante saber que los árboles más sedientos, según indican los promotores de la idea, son los que se encuentran en las aceras, ya que no tienen riego y además muy poca tierra. “Los que tienen más posibilidades de secarse son los recientemente plantados y los que mayor cantidad de agua precisan, los de mayor tamaño y envergadura”, dicen.
No hace falta un riego diario: “Con un par de litros semanales vertidos en el atoque donde están plantados es suficiente”, indican. “Es una forma de devolverles algo de lo mucho que ellos nos dan”, señala Carmona, quien añade que “los pequeños gestos valen” el la lucha contra el cambio climático. La iniciativa ya va calando en la Rochapea. Ainhoa Gómez, desde hace 8 años al frente del Ogiberri de Bernardino Tirapu con Raimundo Lanas, ha adoptado al árbol que tiene en frente. “Es el árbol que me da sombra y yo le voy echando agua con un cubo”. Lo suyo es un compromiso “con el barrio y un gesto de cara a que los críos lo vean y se vayan involucrando”.
También Vero Gómes, una rochapeana todoterreno con acento cordobés, ha pintado ya la gota de color en los tres árboles que hay enfrente de su casa, en la calle Río Arga, junto a Cuatrovientos. “Había dos más secos, pero al final cogí también el del medio. Aprovecho que salgo con el perro y les echo los restos de las botellas de agua”, dice. Para ella, “es una forma de adoptar un árbol y establecer un vínculo con él”. En su caso, además, les ha puesto nombre, el de los Minions: Stuart, Bob y Kevin. Y se ha propuesto contar en vídeo su historia.