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“La salida del Tour en Bilbao fue el día más feliz de mi vida encima de una bicicleta”

Joane Somarriba sabe lo que es correr de amarillo en casa. Lo hizo en 2001 y con el dorsal número 1 y, aunque han pasado ya 22 años, aún se emociona al recordarlo
“La salida del Tour en Bilbao fue el día más feliz de mi vida encima de una bicicleta”

Joane Somarriba (Sopela, 1972) es la ciclista vasca más laureada. Tres Tour de Francia (2000, 2001 y 2003), dos Giros de Italia (1999 y 2000), un oro en el Mundial Contrarreloj de 2003 y tres participaciones olímpicas (Atlanta, Sydney y Atenas) conforman su envidiable palmarés. Pero es la Grande Boucle la prueba que mejores recuerdos le trae, sobre todo por aquel 5 de agosto de 2001 en el que la ronda gala salió de Bilbao con ella luciendo el dorsal número 1. La excorredora sabe lo que es correr el Tour en casa y por eso se emociona por volver a tener al mejor pelotón del mundo –esta vez masculino– en las carreteras vascas. Ahora, se encuentra a caballo entre sus obligaciones con el Laboral Kutxa-Fundación Euskadi, equipo del que es embajadora; y la promoción del Grand Départ del próximo 1 de julio.

Lleva muchos años lejos del foco mediático. ¿Le está costando volver?

—Sí llevaba muchos años alejada, desde que lo dejé en 2005. Seguía los resultados y las competiciones, pero no estaba presente. Siempre he estado siguiendo los pasos del ciclismo femenino, pero tenía otras prioridades como mi familia y ahora que los chavales son más mayores me he animado. El ciclismo me encanta, es mi vida, lo he practicado desde niña y me sigo volviendo loca la bici.

¿Por qué se descantó por ser la nueva embajadora del Laboral Kutxa-Fundación Euskadi?

—Me llamaron hace unos meses para contarme su trabajo y desde el primer momento me ha ilusionado mucho el proyecto que tienen con el ciclismo femenino. Es un gran equipo, con vistas a unos años. No es una apuesta para muy poco tiempo, sino una apuesta a largo plazo, lo que me parece que es clave para que los resultados lleguen y el ciclismo femenino crezca en Euskal Herria.

¿Qué quiere aportar al equipo?

—Mi experiencia. He estado muchos años en alta competición. Cierto es que desde entonces han cambiado mucho las cosas, pero el ciclismo sigue siendo el mismo deporte sacrificado en el que hace falta mucha disciplina y mucho trabajo a nivel psicológico. Es un deporte que tiene mucho desgaste porque pasas mucho tiempo fuera de casa compitiendo. Quiero aportar mi experiencia de todos los años en los que he sido corredora y todo lo que he ido viviendo. Creo que puede ser bueno para ellas.

¿Como un referente?

—A veces parece que estamos todos para dar consejos, pero también estaré para escuchar y para entenderlas. Yo las entiendo perfectamente porque he pasado por todos esos procesos que ellas pasan en competición: lo duro que es ir poniéndose en forma, o no encontrar el momento de forma buena... Y tener que mantener la cabeza fuerte, seguir con esa disciplina férrea que hace falta para estar al máximo nivel. Espero que mi ayuda les sirva para seguir creciendo, que además lo están haciendo muy bien, están teniendo muchos resultados y están corriendo contra las mejores del mundo.

¿Y qué es lo que más le suelen preguntar?

—Llevo poco tiempo en el equipo y he estado poco con ellas, pero sobre todo el estar bien psicológicamente porque el ciclismo es un deporte duro. A mí por ejemplo, la presión me hacía mella. Recuerdo que me exigía mucho.

¿En qué sentido?

—En el hecho de ganar. Si no ganabas, nada servía. En 1996, hice cuarta en un Giro de Italia en el que fui con la selección española porque no teníamos ni equipos que nos podían llevar a estas carreras; y para mí ser cuarta era un éxito total porque era desconocida y llevaba muchísimos años trabajando en la sombra. Ese resultado fue tremendo, una satisfacción, pero llegaba a casa y no sabía más que mi familia que había hecho cuarta. No se habían enterado casi ni los vecinos de arriba. Entonces, como no había visibilidad, se me hacía duro.

Pero le sirvió para que el equipo italiano Alfa-Lum se fijara en usted.

—Sí, se fijó la gente que se tenía que fijar y dijeron que querían contar conmigo. Pero es que en aquella época teníamos muy poca visibilidad. Entonces era comprensible, no se transmitían nuestras carreras, no había seguimiento como hay ahora con las redes, pero se fijaron en Italia y eso me abrió las puertas para aprender muchísimo y estar con las mejores corredoras del mundo.

¿Siente un poco de envidia de lo que las ciclistas tienen ahora?

—Envidia no, me alegro muchísimo por todos los medios que tienen en las carreras y por sus contratos. Han mejorado muchísimo las condiciones, qué equipos tienen, cómo las cuidan, no les falta de nada, es otra época. Yo pues viví la mía y disfruté muchísimo. Me alegro mucho por todo lo que están viviendo en el ciclismo, porque pueden dedicarse a ello y por el trabajo que se está haciendo abajo. Porque antes no teníamos ninguna visión de futuro, eras una cría que amaba hacer ciclismo, querías ser profesional y veías que era un camino tan difícil que parecía imposible. Y eso era muy decepcionante. Ahora las jóvenes tienen otra visión de futuro.

Dice que llega al Laboral Kutxa con el objetivo de aportar su experiencia y una de las experiencias que ha tenido fue la salida del Tour femenino de Bilbao 2001.

—Puf, fue lo mejor que me ha podido pasar. Fue el día más feliz de mi vida encima de una bicicleta. Recuerdo que todas nuestras carreras pues tenían poco público y eran carreras solitarias. Estabas en el Tour, en las montañas: en los Alpes, en Pirineos… y había muy poca gente animándote. Ese fue el primer Tour donde el público se echó a la carretera. Nos animaba muchísimo y todo el pelotón de ciclistas me venían y me decían: ¡Joane qué es esto! ¡Qué bonito! ¡Qué sitio tan bonito! ¡Qué gente! Cómo nos anima. Las ciclistas estaban sorprendidas y muy contentas de vivir esa etapa que vivimos tanto en la mañana en Bilbao como en la tarde en la etapa en Gernika. Fue un Tour diferente.

Además lo corrió con el dorsal número uno y lo ganó.

—Sí. Recuerdo que tenía una presión tremenda porque había ganado el anterior y no pensaba para nada repetir. Porque en el 2000 venía también de ganar el Giro de Italia por segunda vez y no me descuidé para nada, seguido fui a la montaña a entrenar muchísimo para llegar bien a ese Tour ya que para mí era importante porque el siguiente año corría en Bilbao. Entonces quería hacerlo bien. Entrené muchos puertos, entrené mucha calidad en la montaña. Y llegué a ese Tour estando en un momento muy bueno físicamente. Estaba muy, muy fuerte. Pude ganarlo y salir con ese dorsal número uno.

¿Cómo recuerda esa salida de Bilbao?

—Siempre lo digo que tenía una presión tremenda, pero fue tan bonito todo lo que viví... Recuerdo los nervios previos de cuando monté en el rodillo, que la gente me venía a animar. Mientras estaba calentando la gente estaba conmigo. La afición me llevó en volandas en la crono y eso para mí fue tremendo. Ese día fue lo más maravilloso que me pudo pasar como ciclista.

Y ya volviendo a la edición de 2023, ¿cómo ve las tres etapas que se han preparado?

—Estamos con mucha ilusión. La primera ya es una etapa típica porque aunque esté calificada como media montaUn ciclista que va en esfuerzo agradece tanto esos ánimos y esa pasión que tiene la afición vasca que a todos les encanta correr aquíña, es un sube y baja. Es un rompepiernas total en el que se acumulan muchos metros, creo que son 3.500 de desnivel y será una etapa en la que habrá mucho espectáculo, que es lo que deseamos todos.

¿Estará al nivel de la afición?

—Claro porque encima pasa por todas las carreteras por donde entrenamos. Aquí somos muy aficionados al ciclismo y a todos los corredores extranjeros les encanta correr en Euskal Herria porque se anima desde el primero al último y eso se agradece muchísimo. Un ciclista que va en esfuerzo agradece tanto esos ánimos y esa pasión que tiene la afición vasca que a todos les encanta correr aquí.

Gracias al Tour se está hablando mucho del ciclismo ¿Cree que esta Grand Départ generará repercusión buena para este deporte?

—Espero, porque hace falta totalmente. Parece que estos años cuesta que salgan ciclistas profesionales. Lo más importante es cuidar nuestra cantera, trabajar con ella y como en su día promocionaron el ciclismo por las escuelas y yo fui una de esas crías que dirigieron a la escuela de Sopelana y yo me apunté con mi hermana, pues creo que esto es fundamental para que muchos críos quieran ser ciclistas. Para que digan: he visto la carrera, me ha encantado ver a los ciclistas en la carretera y me voy a apuntar a ciclismo. Es una forma de que haya más chavales que no solo jueguen al fútbol, sino que también anden en bicicleta, que es un deporte maravilloso.

Con los maillots de DEIA Oskar González

Patrocinio en 2002

Experiencia con el maillot de DEIA

Por el 25º aniversario. Joane Somarriba, hace poco más de dos décadas, vistió el maillot de DEIA. Junto a las marcas Pragma y Colnago, el periódico, que ahora forma parte del Grupo Noticias, impulsó uno de los equipos más potentes del panorama internacional en 2002, coincidiendo con las bodas de plata de la fundación del diario. Con la ciclista de Sopela como jefa de filas, la escuadra vasca estaba integrada por 14 corredoras, cuatro de ellas de Euskadi, con el italiano Giorgio Zauli como director deportivo. También corrió en el DEIA-Pragma-Conalgo la junior Nicole Cooke, una galesa que seis años después ganaría el oro olímpico en los Juegos de Pekín.

02/07/2023