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La salud laboral busca adaptarse a las nuevas realidades en el empleo

Las nuevas tecnologías, el cambio climático y la salud mental constituyen algunos de los desafíos en esta materia
Varios de los instrumentos requeridos para prevenir accidentes en la construcción. / Freepik

Este domingo se celebra el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, una efeméride que sirve para recordar la gravedad del problema de la siniestralidad laboral y la importancia de la cultura de la prevención, con problemas cuya magnitud ha crecido en la última década -caso de las enfermedades profesionales- y otros que se han manifestado con fuerza de manera más reciente, como los derivados del ámbito mental, el cambio climático o los nuevos procesos de producción, basados en la automatización.

Las estadísticas de Osalan, el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales, revelan que en los dos primeros meses del presente año se produjeron 7.983 accidentes laborales con baja, lo que supone un ascenso del 21,6% respecto al mismo período del año pasado. La cara más trágica de este problema lo representan los accidentes con resultado de muerte, que según los datos de Osalan, se elevaron a doce en el acumulado de los meses de enero y febrero.

Estas cifras incluyen tanto los siniestros en la jornada laboral como los acaecidos 'in itinere' -ocurridos durante el trayecto de ida o vuelta al trabajo-, además de las recaídas. Este último concepto se refiere a los trabajadores que vuelven a causar baja en su puesto por la misma lesión, una circunstancia que los sindicatos achacan a la premura en asignar altas sin que la dolencia que las originó se haya resuelto por completo. En Navarra, por su parte, según datos del Gobierno foral, en el acumulado de los tres primeros meses del año ha habido 5.808 accidentes laborales -de los que 3.126 implicaron baja- con siete víctimas mortales.

Asimismo, otra de las circunstancias que para los expertos está detrás del repunte en el número de accidentes laborales está en la evolución que está siguiendo el sector industrial. Con muchas fábricas obligadas a realizar paradas de producción por estar en situación de ERTE o por falta de suministros y materias primas, estas suspensiones temporales de actividad, además de estrechar en muchas ocasiones los límites y plazos de entrega, provocan que el trabajador se vea forzado a detener y reiniciar su tarea de manera continua, lo que hace más probable que se cometan errores en la gestión de determinadas maquinarias.

En abril del año pasado, Osalan publicó su encuesta ‘Salud y seguridad en el trabajo: percepción de la sociedad’ con diversas reflexiones. Según el estudio, “casi 4 de cada 10 encuestados consideran que el principal motivo por el que ocurren los accidentes o problemas de salud por el trabajo es el desinterés de las y los empresarios, un 25% creen que el motivo principal es la imprudencia de las y los trabajadores, y otro 25% la falta de control de la Administración”. En este sentido, es reseñable también que “un 54% de la población no sabe cuál es el órgano técnico que se encarga de la seguridad y salud laborales en la empresa”. 

Se trata de datos que ilustran que se ha producido una mejora en la toma de conciencia sobre la importancia de la prevención, pero que aún resta trabajo compartido entre todos los agentes. La semana pasada, el sindicato Comisiones Obreras denunció que, a nivel conjunto del Estado, un 33% de los accidentes de trabajo mortales en jornada a lo largo del pasado año se produjeron en empresas donde no existía evaluación de riesgos laborales, un porcentaje que asciende al 36% en el caso de los accidentes laborales con baja en jornada de trabajo.

El panorama de la salud laboral afronta, además del reto de seguir profundizando en la cultura de la prevención, la necesidad de definir sus estrategias ante problemas que se acrecientan. Entre ellos está el de las enfermedades profesionales, que la Agencia Europea para la Salud y la Seguridad en el Trabajo define como “cualquier enfermedad causada principalmente por la exposición en el trabajo a factores de riesgo físicos, organizativos, químicos o biológicos o a una combinación de estos factores”. El cáncer laboral, con la subida de casos asociados al amianto, es uno de los desafíos más urgentes, junto con las enfermedades vinculadas a la salud mental -estrés, ansiedad, depresión o insomnio- o las derivadas del cambio climático por aspectos como el calor o la contaminación.

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29/04/2024