Tras sendos tiros al poste ante el Zenit y el Olympiacos, dos opulentos adversarios que terminaron aprovechando las muchas flaquezas azulgranas en la recta final, el Baskonia cierra esta tarde una complicada semana en Fuenlabrada. El conjunto vitoriano, cuya mejoría durante muchos minutos de la reciente doble cita continental no ha suficiente para reencontrarse con el triunfo, continúa acorralado por una mala dinámica que le lleva a hincar la rodilla hasta en las jornadas donde exhibe puntuales brotes verdes.
La rutina de tantas derrotas está minando la moral de un grupo sin la más mínima confianza que, al margen de un entrenador que sepa guiarle de forma conveniente –algo que Spahija no está logrando por desgracia–, también necesita concertar una cita con el psicoanalista. Porque erradicar los miedos de la cabeza es la primera premisa para salir del agujero negro en que se ha metido el Baskonia, quien del mismo modo necesita el paso al frente de varios jugadores y una dirección más sensata desde el banquillo por parte del entrenador croata.
Spahija acabó muy señalado ante el Olympiacos por culpa del inexplicable quinteto con el que acabó el partido con sus tres bases en pista. Ya es hora de que apueste realmente por los jugadores con más compromiso defensivo y esa mentalidad espartana que tanto gusta al Buesa Arena, deseoso al menos de ver espíritu de lucha. Kurucs, Sedekerskis y, en menor medida, Raieste son el futuro de un Baskonia que, a falta de resultados, debe satisfacer el objetivo de ir sembrando de cara a la próxima temporada, en la que por otro lado será imprescindible acertar con los fichajes.
Los jóvenes necesitan por fin más protagonismo por delante de algún primer espada que continúa a años luz de lo esperado. Costello también debería por pura lógica adelantar en la famélica rotación interior a un Enoch lastrado, un día sí y al siguiente también, por su ternura defensiva, mientras que Alec Peters –quien será dado de alta este domingo en la ACB en lugar su compatriota Lamar– es otro jugador sobre el que depositar la confianza en los momentos difíciles de los partidos tras su pujanza acreditada ante el Olympiacos con 18 puntos.
En medio de este panorama tan delicado, el Baskonia visita hoy a un modesto como el Fuenlabrada que un curso más sigue inmerso en la pelea por la supervivencia. El conjunto del sur de Madrid, como la mayoría muy golpeado por el covid esta temporada, transita con tan solo dos victorias por encima del descenso, por lo que su estado de necesidad se perfila como el mayor peligro para los vitorianos. Su técnico, Josep María Raventós, no podrá contar por lesión con uno de sus mejores baluartes en el perímetro como el nigeriano Obi Emegano ni el pívot Osas Ehigiator.
Las visitas al Fernando Martín siempre suelen tradicionalmente exigentes para el Baskonia, que tampoco puede descuidarse en el frente doméstico si no quiere poner en peligro su billete para las series finales por el título. Los dos equipos que persiguen a los alaveses en la tabla, Río Breogán y Lenovo Tenerife, han sumado tan solo una victoria menos hasta la fecha y tiene pendiente un partido, de ahí la importancia de imponer la lógica en tierras madrileñas.
Tras certificarse la ausencia en la Copa del Rey y la eliminación virtual en la Euroliga, la ACB se ha convertido ya en la tabla de salvación para el Baskonia. El objetivo es despedir con dignidad la campaña más dura que se recuerda.