El cenizo que todos llevamos dentro intuía la derrota de la Real Sociedad en Mestalla, por motivos propios y por causas ajenas. El equipo txuri-urdin aterrizaba en Valencia muy castigado por el cansancio, y en vísperas también de un importante partido europeo contra la Lazio. El rival, mientras, encaraba el encuentro como colista y a siete puntos de la permanencia, una circunstancia a priori favorable para los de Imanol pero que las leyes no escritas del fútbol convertían en peligrosísima, estando como estamos ya en la segunda vuelta. Cuando el ecuador del campeonato queda atrás, la necesidad se convierte en un argumento futbolístico tan potente como el propio juego. Y ahí está la jornada 20 para acreditarlo. Antes que el mismo Valencia habían ganado Espanyol, Alavés y Leganés. El Getafe había sumado un meritorio punto con el Barça. Y de los de abajo sólo había perdido el Valladolid, pero en el duelo directo de Cornellà y además sin merecerlo. Poca broma.
Jóvenes sí, pero...
Es cierto que la plantilla blanquiazul cuenta con muchos futbolistas jóvenes, y que estos pueden sufrir en contextos como el de Mestalla. Durante esta segunda vuelta en la que los puntos se van a encarecer y cada adversario va a plantear más batalla si cabe, el ritmo de puntuación puede verse ralentizado para una Real que alcanzará su máximo nivel "dentro de dos o tres años", suele repetir Imanol. Sin embargo, en Valencia fueron titulares futbolistas con mucho poso como Álex Remiro (29 años), Aritz Elustondo (30), Igor Zubeldia (27), Nayef Aguerd (28), Martin Zubimendi (25), Brais Méndez (28) o Sheraldo Becker (29). No sé si lo hizo queriendo o no, pero el míster diseñó para la ocasión un once sumamente experimentado. Y aún así se perdió, igual que perdían en Anoeta, cuando la Real peleaba por salvarse, muchos visitantes teóricamente superiores. El partido del domingo ya lo habíamos visto un porrón de veces, para bien y para mal. Las urgencias pesan. Vaya que si pesan...
El novedoso 5-3-2
Lo explicado, explicado está. Pero tampoco es cuestión de defender aquí que el 1-0 de Mestalla se dio, simplemente, porque el Valencia tenía que ganar. Al fin y al cabo, esto es un juego y sobre el verde se trata de jugar, valga la redundancia. La Real no lo hizo especialmente peor que su rival. De hecho, asistimos a un partido muy igualado. Sí quedó la sensación, en cualquier caso, de que los de Carlos Corberán no estuvieron nunca tan incómodos como la propia Real defendiendo en la primera parte. Tuvo todo su sentido la apuesta inicial de Imanol por el novedoso 5-3-2. Con él, logró que el dibujo se adaptara como un guante al del adversario para la presión, evitando recorridos excesivamente largos a los jugadores que más fatiga arrastraban. Y además consiguió hacer daño en ataque provocando que la dupla Óskarsson-Becker pugnara en dos contra dos con los defensas locales. La cara B del asunto, sin embargo, residió en cómo el conjunto che explotó ese espacio conflictivo entre centrales y carrileros txuri-urdin. Lo hizo lanzando allí el balón de forma directa, y sobre todo escorando a Javi Guerra para hacer muchas cosquillas entre Pacheco y Javi López.
Ahorrar desde lo táctico
No quiero cansar al lector insistiendo con el calendario que aguarda ahora. Dejémoslo en que son muchos partidos en poco tiempo, y en que, para ser competitivos en todos ellos, toca de aquí a marzo ir administrando las energías. Hacerlo pasa, lógicamente, por repartir minutos entre todos los jugadores. Pero también existe en el asunto un importante componente de pizarra, hablando como hablamos de un equipo que, en su estado original, propone un fútbol súper exigente en lo físico. Sólo se han disputado tres encuentros de los hasta 19 que puede tener el presente maratón, y algo de esto último ya puede intuirse en Imanol, quien ante Rayo y Valencia parece haber mirado muy mucho a lo táctico para ahorrar fuerzas. El jueves no presionó al hombre y asignó a los frescos Olasagasti y Barrene los recorridos más largos en defensa. El domingo, mientras, cambió el sistema, depositando las repeticiones de esfuerzos más duras en los descansados Aritz, Javi López, Becker y Óskarsson. Todo cuenta para llegar a buen puerto.
EL SORTEO COMPLICA GANAR LA COPA
El sorteo de Copa (cuartos de final) celebrado en Las Rozas puede ser analizado desde dos perspectivas distintas, con las luces largas o con las luces cortas. Las cortas miran sólo al cruce de cuartos de final y generan noticias muy positivas para la Real: no tendrá nada fácil eliminar a Osasuna, pero jugará en casa y evita además a los grandes favoritos para la conquista del título. Las luces largas, mientras, permiten observar un panorama mucho menos halagüeño, si de lo que se trata es de soñar con levantar la Copa en La Cartuja. Lo ideal en clave txuri-urdin residía en compaginar un cruce propio asequible con un duelo directo entre Barcelona, Madrid o Atlético, partido que desgraciadamente no se dará. Así, si la Real hace sus deberes, no es descabellado pensar en que comparta semifinales con culés, merengues y colchoneros, algo que lo dificultaría todo.
EL TÉCNICO DE LA LAZIO: CENTRA MARADONA, MARCA BARONI
Me siento para analizar a la Lazio, rival europeo este jueves en Roma, y enseguida corro a bucear en el currículum de su veterano entrenador, Marco Baroni (61 años). Su equipo practica un fútbol moderno y atractivo, alejado de los clichés que históricamente han perseguido a los técnicos italianos y que desmienten en el primer nivel otros preparadores como Farioli (Ajax) o De Zerbi (Marsella). El caso es que, estudiando la modesta carrera en los banquillos del propio Baroni, veo que como jugador militó en el histórico Nápoles de Maradona, siendo clave en la conquista del Scudetto 1989-90. El partido del título fue, curiosamente, un Nápoles-Lazio que vencieron los locales por la mínima (1-0) gracias a un gol simbólico: centro del astro argentino y cabezazo del próximo adversario txuri-urdin.