Polideportivo

La sinfonía de Merlier

Abrahamsen propone una fuga utópica que finaliza en un esprint que subraya al líder de la París-Niza, implacable antes de la crono por equipos
Tim Merlier, líder de la París-Niza, festeja su segunda victoria al esprint.
Tim Merlier, líder de la París-Niza, festeja su segunda victoria al esprint. / Efe

Actualizado hace 2 horas

Explicaba Tim Merlier después de celebrar, de amarillo, el color de líder, su segunda victoria consecutiva en la París-Niza, la sexta del curso, que pasaron el día jugando con la fuga. Entreteniéndose. Girando el carrete de la caña de pescar, con Abrahamsen tratando de sacudirse el punzante anzuelo del pelotón.

Completado el cálculo, el Excel que acompaña a cada jornada que se siente la sala de espera del esprint, tiraron y aflojaron del sedal según los antojos y lo que demanda el trazado, que no era otra cosa que jugársela en el damero del esprint.

Sobre ese tablero, se enfatizó nuevamente Merlier, que venció con holgura sobre Jeannière y Pedersen en la antesala de la crono por equipos. Imperial el belga en cuanto arrancó de la rueda de Pedersen para celebrar su segunda captura en la Carrera del Sol. Merlier demostró su poder intimidatorio después de verse atrapado en una de las numerosas caídas que contó la segunda jornada.

Caída de Sorarrain

Una de ellas atrapó a Gorka Sorarrain en el primer paso por meta, con el pelotón lanzado, persiguiendo a Abrahamsen. El guipuzcoano, dolorido en el hombro, tuvo que ser trasladado al hospital, con posible fractura de clavícula.

La mala fortuna se adueñó de Sorarrain, de estreno con su equipo, el Caja Rural, en la París-Niza. Un acontecimiento para una formación de ProTeam en el universo WorldTour. Samuel Fernández honró la invitación con su segundo periplo en fuga.

En la misma aventura estuvo Abrahamsen, que se empeñó hasta los estertores, alistado a un imposible. Originalmente acompañado por Fernández y Delettre, el noruego se quedó a solas cuando restaba aún un buen trecho para irrumpir en Bellegarde. Recorrió 180 kilómetros en fuga. Se quedó a un par de kilómetros de hollar la cumbre de lo imposible.

Le boicotearon los equipos de los velocistas, implacables en la aplicación de su manual de estilo. Se lanzaron sobre él. Engulleron a Abrahamsen, con el orgullo intacto, pero la fatiga acumulada, con piernas horadadas por las termitas del cansancio.

Nada que ver con los muelles que impulsan al formidable Merlier. El campeón de Europa completó nota a nota el pentagrama del esprint con otra actuación impecable. La sinfonía de Merlier.

2025-03-10T19:11:08+01:00
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