Faltan sólo unos días. Sálvame se despide de Telecinco después de 14 años en antena el próximo 23 de junio y eso provoca que sus colaboradores tengan que buscarse otro trabajo, otra forma de ganarse la vida. Según afirman algunas publicaciones, los más veteranos del programa podrían embarcarse de la mano de la misma productora, La fábrica de la tele, en un sucesor de Sálvame que se emitiría en Netflix.
Pero hay muchos colaboradores, más esporádicos y menos clásicos en el programa, que no tendrían sitio ahí y que ya se están buscando la vida. Uno de ellos es Alonso Caparrós, que ha estado presente en la última etapa y que ya se está formando para dedicarse a un nuevo trabajo que nadie podía imaginar: apicultor.
El propio presentador lo ha contado en una entrevista con Outdoor, donde ha revelado que su proyecto ya tiene un nombre, Alonbee (bee en inglés es abeja) y, como ha mostrado también en sus redes, ya ha tenido su primera toma de contacto con estos insectos. “Tengo miedo, pero muchas ganas, muchas ganas de aprender”, afirma.
Caparrós asegura que su decisión de ser apicultor ha sido un poco casual, aunque el interés le viene desde que era un crío. “Las abejas me han gustado desde niño, yo crecí con La Abeja Maya. Desde pequeñito las abejas me han caído bien, pero no hace mucho, leyendo por casualidad una cosa, cayó en mis manos el capítulo de un libro que hablaba sobre abejas. Me quedé alucinado, estupefacto”, desvela.
Lo que le llamó tanto la atención fue descubrir el “lenguaje de la danza de las abejas”, cómo una de ellas es capaz de explicar a las demás el sitio exacto en el que ha encontrado una flor, aunque se encuentre a 1 kilómetro, con una especie de danza. “Ese baile se puede expresar con una ecuación matemática. Me llama mucho la atención que es un animal muy importante para la vida y para el ser humano. Ha sobrevivido a glaciaciones y a todo, menos a nosotros. Nos las estamos cargando. Lo de hacer miel y preocuparme por ellas y querer tener enjambres obedece un poco a eso”.
Así, además de un trabajo cumple una función necesaria para la conservación del medio ambiente. “Una cosa es que nos pasemos el día diciendo ‘uy, qué mal están las cosas’ y otra cosa es ponerse a hacer algo que ayude a solucionarlo. En mi caso va a ser tener abejas”.