Profundo conocedor del mercado de la regulación eléctrica, Jorge Morales de Labra cree que al consumidor no se le traslada el coste real de la energía, sino un volumen mucho mayor.
¿Cómo valora el último anuncio del Gobierno de rebajar la factura de la energía? ¿Qué vías cree que maneja el Ejecutivo?
—La rebaja en la tasa del IVA de gas y carburantes es obligada mientras los precios sigan así. La medida más probable es que pase del 21% al 10% en todos los productos energéticos mientras dure la crisis.
Sobre el IVA ya se aplicó un descenso el año pasado, pero no parece haber sido de utilidad.
—Está claro que ha sido insuficiente para controlar la escalada de precios. En el caso de luz ha sido más grave, porque en España no disponemos de petróleo pero sí de electricidad. El 70% de la producción eléctrica del país es a través de centrales nucleares o energías renovables. La subida del recibo es inexplicable y aberrante. Ahora mismo el consumidor está pagando más del doble que el año pasado, cuando el 70% de la producción cuesta lo mismo que en 2021. Al usuario no se le está trasladando el coste real de la energía.
¿Hay algún otro apartado en el recibo de la luz con margen para una rebaja?
–Una posibilidad es actuar en los costes regulados. Dentro de ese concepto están los cargos, y estoy convencido de que se van a modificar ahora. Suponen alrededor del 10% del recibo. Pero la pieza angular para bajar el recibo es desligarlo del precio del gas.
¿Cómo podría hacerse?
—Hay muchas formas. Una de ellas es limitar el precio del gas utilizado para producir energía eléctrica. De esta forma, las empresas que compren gas no tengan que pagarlo al precio que está cotizando y que, después, estas compañías vendan la energía eléctrica por debajo de un precio. Otra vía es limitar las propias ofertas al mercado eléctrico. Otra manera, más a largo plazo, es sacar el gas completamente de la producción de energía eléctrica, lo cual es muy complicado. Por último, hay una cuarta vía, que es obligar a las empresas que obtienen resultados extraordinarios a que los devuelvan.
¿Cuándo se notarían esas medidas en la factura?
–Las rebajas impositivas son inmediatas. Podemos tener sustanciales rebajas a partir del 1 de abril. Los descensos en gas natural y carburante seguramente se limiten a ese 10%, pero la luz puede bajar hasta la mitad de lo que pagamos.
¿Puede Europa cortar la dependencia del gas ruso?
—Es posible. Las energías renovables están ahí, pero no serían una vía rápida, ya que necesitamos diez años para desarrollarlas al máximo. Pero hay una combinación de muchas barreras. La influencia del lobby de las empresas energéticas incumbentes es clarísima.
¿Es posible compaginar recaudación óptima para el Estado con factura sostenible para el consumidor?
–En el futuro inmediato es complicado, pero a largo plazo se puede hacer mediante las renovables. Si esta situación se prolonga, tendremos un panorama complicado, ya que España sigue comprando el 75% de la energía total al exterior y eso es una debilidad enorme. Con una inflación galopante, dificilmente se pueden subir los impuestos. No hay margen. Hay mucha incertidumbre en el mercado y con una guerra de por medio es imposible predecir hasta donde van a llegar los precios. No obstante, si continúan como ahora vamos a sufrir un problema serio de recesión económica sin lugar a dudas.
¿Nos vamos a tomar en serio a partir de ahora el objetivo de la descarbonización de la economía?
—Pienso que sí. Creo que la pandemia ha sido un punto de inflexión. Hay que planificar la transición energética de las próximas décadas. Debemos tener claro donde vamos a comprar la energía porque de lo contrario nos podemos enfrentar a una situación económica desastrosa.