Dolor, consternación, incredulidad, tristeza, duelo y rabia. La muerte de la joven Estela Domínguez, ciclista del Sopela Women’s Team de apenas 19 años, arrollada por un camión mientras entrenaba en Salamanca, ha conmocionado una vez más al mundo del ciclismo, golpeado en numerosas ocasiones por accidentes mortales.
Un escalofrío de fatalidad que se repite sin descanso entre el colectivo ciclista. La tragedia siempre sobrevuela. Los ciclistas se juegan la vida cada vez que se adentran en la carretera. Son conscientes de ello, pero rodar por el asfalto es su oficio. Su día a día. “La carretera es una trampa para los ciclistas”, reflexionó David Etxebarria, exciclista, tras conocer la fatal noticia.
Vulnerables y frágiles entre el tráfico, las campañas de las autoridades para el respeto por los ciclistas y la distancia de seguridad obligatoria de 1,5 metros no alcanzan para poner freno a un goteo de muertes que se podría reducir si los conductores tomaran una mayor conciencia de la nula defensa de un ciclista ante el golpe o la embestida de un coche o de un vehículo aún más pesado.
Conductores a la fuga
En numerosas ocasiones, los autores de los accidentes huyen del lugar y no prestan socorro a las víctimas. Un comportamiento delictivo y castigado. Indefensos, los ciclistas piden un endurecimiento de las penas para tratar de corregir en lo posible el comportamiento de los conductores.
Estela Domínguez, especialista en ciclocross, que este curso iniciaba su andadura profesional en el equipo vizcaino, fue atropellada mortalmente mientras finalizaba el entrenamiento este jueves. Fuentes de la investigación citadas por el Norte de Castilla, señalan que el conductor del camión no vio a la ciclista por culpa del deslumbramiento causado por el sol.
La investigación del accidente sigue su curso para establecer los motivos del fatal desenlace. En cuanto se conoció la noticia de la muerte de la joven ciclista vallisoletana, fueron numerosas las muestras de cariño, afecto y consternación mostradas desde el mundo del ciclismo.
Muestras de dolor
“Con inmenso dolor, hemos conocido que nuestra ciclista Estela Domínguez ha fallecido esta tarde, víctima de un atropello mientras entrenaba. Acompañamos a la familia en estos terribles momentos. Descansa en paz", publicó el Sopela en la red social Twitter cuando conoció la noticia, demoledora.
Entre la avalancha de condolencias, Alejandro Valverde envió un mensaje de apoyo a la familia de la joven, hija del velocista Juan Carlos Domínguez, con el que Valverde compartió pelotón. “No hay palabras que sirvan ante algo así. Todo mi cariño a los familiares y allegados de Estela Domínguez y especialmente su padre con quien compartí pelotón en mis primeros años. DEP”.
Demasiados atropellos
La muerte rondó a Valverde cuando fue atropellado, junto a un amigo, en julio del pasado año. Tras una discusión, un conductor que dio la vuelta para arrollarlo y huyó del lugar de los hechos hasta que fue detenido. Tuvo mucha fortuna Valverde. Apenas sufrió heridas y pudo seguir compitiendo. Mikel Landa también padeció un atropello mientras entrenaba con un amigo, en febrero de 2020, cuando circulaba por Zigoitia.
El conductor se dio a la fuga tras golpear a los dos corredores que tuvieron que ser atendidos en un centro hospitalario. No sufrieron heridas importantes. El autor del atropello fue detenido después. Dio positivo por drogas. Landa, al igual que Valverde, pudo contarlo. El azar lo quiso.
Conductores a la fuga
También Ane Santesteban tuvo esa fortuna después de ser arrollada por un vehículo que se dio a la fuga tras dejar inconsciente a la ciclista guipuzcoana en Rentería, su localidad natal. El autor del atropello no le prestó socorro. Es un modus operandi que se repite en demasiadas ocasiones. Sucedió en marzo de 2017. Una pareja encontró a la corredora, inconsciente, tendida sobre un charco de sangre boca abajo.
Trasladada a la UCI del Hospital Donostia, Santesteban fue curada de las heridas (sufrió un duro golpe en la cabeza) y pasó la noche en observación. Una vez repuesta del tremendo susto, la ciclista, la mejor competidora vasca de la actualidad, escribió en las redes sociales: “En unos días, todo esto se convertirá en un susto y volveré a pedalear con más ganas y más fuerza que nunca. Muchas gracias”.
Muertes de Rebellin y Scarponi
Sin embargo, son muchas las vidas que se han quedado en la carretera. En noviembre del pasado año, Davide Rebellin fue mortalmente atropellado por un camión que se dio a la fuga tras impactar contra el ciclista cuando entrenaba en Italia.
Rebellin, que compitió hasta los 51 años, había dejado el profesionalismo apenas unas semanas antes, pero amante de la bici, continuó con sus salidas. En una de ellas encontró la muerte. El conductor emprendió la fuga sin atender a la víctima. Posteriormente fue arrestado.
Cinco años antes, en abril de 2017, Michele Scarponi, uno de los ciclistas más queridos del pelotón, murió tras ser atropellado por una furgoneta mientras entrenaba en las calles de la zona de Ancona (Italia), cerca de su casa de Filottrano (Italia).
En 2012, Iñaki Lejarreta también fue víctima de un atropello mortal cuando entrenaba en bicicleta en Iurreta. Fue embestido por un coche. Los hermanos Otxoa, Javier y Ricardo, fueron arrollados por un conductor mientras entrenaban en Cártama, Málaga, en 2001. Ricardo murió en el acto debido al brutal impacto. Javier, que sufrió graves secuelas tras el accidente, murió 17 años después del accidente.
Solo son algunos nombres, algunos de los más conocidos, de las decenas de vidas segadas en la carretera por atropellos mortales. Vidas que se pierden para siempre por el simple hecho de montar en bici. Un drama cotidiano.