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Política

La trayectoria de Urkullu: desde la oposición hasta el pacto con el PSE

El jeltzale tuvo que jugar sus cartas cuando el pacto PSE-PP desalojó al PNV, y supo mantener la influencia y recomponer después la relación
El socialista Patxi López, con Iñigo Urkullu
El socialista Patxi López, con Iñigo Urkullu / Efe

La trayectoria de Urkullu ha sido una carrera de fondo. Su etapa se remonta a 2007, cuando se convirtió en el presidente del EBB del PNV como solución de consenso, y ya entonces tuvo que lidiar con una situación delicada. Tuvo que coser las heridas del partido tras las renuncias de Josu Jon Imaz y Joseba Egibar a liderarlo y, además, a partir de 2009, le tocó gestionar una situación inédita: aunque Juan José Ibarretxe ganó las elecciones, el PNV fue desplazado a la oposición tras el pacto PSE-PP en el Parlamento Vasco, que convirtió al socialista Patxi López en lehendakari. En lugar de convertirse en una etapa de ostracismo, Urkullu jugó sus cartas y, a través de la interlocución con el presidente español, el también socialista José Luis Rodríguez Zapatero, arrancó varias transferencias y sacó chispas a su capacidad de diálogo para mantener la influencia del partido.

El PNV recuperaría la makila en 2012, en las primeras elecciones a las que se presentó Urkullu. La reciente legalización de la izquierda abertzale complicó el terreno de juego, pero los jeltzales, a pesar de todo, solo perdieron 3 escaños y ganaron con 27, frente a 21 de Bildu. Jeltzales y socialistas enterraron el hacha de guerra tras una legislatura de confrontación, y su acercamiento culminó en 2016 con la reedición de los gobiernos de coalición. La tarea no fue sencilla y hubo que restañar muchas heridas que procedían de la etapa de los acuerdos de Lizarra y los pactos entre abertzales, pero la suma de fuerzas transversal ha funcionado sin grandes sobresaltos, a pesar de las fricciones surgidas, sobre todo, tras el ascenso de Eneko Andueza al liderazgo del PSE.

Parte del camino lo han tenido que recorrer en minoría, aunque en este último tramo, desde 2020, PNV y PSE han vuelto a gozar de una mayoría absoluta. En minoría y en mayoría, el Gobierno ha ensanchado sus acuerdos más allá de PNV y PSE: en estos más de 11 años se han aprobado 121 leyes, y un 85% ha visto la luz con el respaldo de algún partido de la oposición. Ha habido acuerdos a todas bandas, con Elkarrekin Podemos-IU, EH Bildu y PP. Con mayoría absoluta, incluso, se pactaron los Presupuestos de 2022 con la coalición abertzale, con quien se han acordado igualmente leyes como la de Transición Energética, aunque en términos generales EH Bildu se ha mantenido en la oposición con desmarques categóricos, sobre todo en la gestión sanitaria, y tampoco dio su apoyo finalmente a la Ley de Educación.

Las dificultades: la pandemia, Zaldibar...

La crisis del coronavirus propició que las autoridades europeas suspendieran las reglas de gasto, y eso concedió un margen de gasto mayor al consejero Azpiazu para redactar Presupuestos expansivos (se ha pasado de 9.300 millones a 15.000). Pero el mandato ha estado lejos de ser un camino de rosas, y entre los momentos más críticos se sitúan la retirada de los Presupuestos en 2013 por falta de apoyos, el desprendimiento en el vertedero de Zaldibar que causó la muerte de dos trabajadores, la dimisión del consejero Jon Darpón en 2019 por las OPE de Osakidetza (aunque ha recibido un desagravio por parte de la justicia, que no lo ha imputado), la toma de decisiones impopulares durante la pandemia y las tensiones con el presidente Sánchez para mantener el toque de queda, o la sentencia del caso Miñano que ha agitado la oposición porque implica a excargos del PNV alavés, aunque no se acreditó que el PNV se beneficiara o conociera siquiera esos manejos y, con Urkullu como líder, exigió a los implicados que devolvieran el carné de partido. A todo ello se le ha sumado una competencia cada vez mayor de EH Bildu, su giro táctico hacia el pactismo con el Estado, y la decisión del PSOE de normalizar plenamente sus relaciones con ella.

El 73% confía

En un fenómeno poco habitual, el respaldo de Urkullu se ha mantenido al alza: de los 27 escaños de 2012 creció hasta 28 en 2016, y 31 en 2020, en parte por el voto refugio en tiempos de crisis y la centralidad que ha proyectado su liderazgo. El PNV ha comenzado a sufrir el desgaste y la abstención en las municipales y forales de 2023 pero, en sentido estricto, Urkullu deja el cargo incólume y, como defendió en el último pleno de control, con la confianza del 73% de la ciudadanía según el Eurobarómetro.

2024-02-23T05:21:46+01:00
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