En el vibrante escenario de la música folk vasca, Korrontzi emerge como un vendaval de sonidos ancestrales de nuestra tierra mezclados con estilos musicales más modernos.
Fue fundada en 2004 por el talentoso trikitilari Agus Barandiaran, cuya visión audaz y apasionada de infundir nuevos aires a la música popular vasca les ha llevado a recorrer una travesía musical que abarca dos décadas de evolución y exploración.
¿Cómo surgió esa idea de fusionar la música tradicional vasca con sonidos más contemporáneos a la hora de formar la banda?
-Cuando nos juntamos la nueva formación de Korrontzi, allá por 2004, yo expuse las nuevas melodías basadas en ritmos tradicionales que había compuesto, y ellos le dieron su toque, un toque quizás más contemporáneo. Casi sin querer al final yo quería montar una banda alrededor de la trikitixa y al hacer cada uno de ellos su aportación empieza a sonar tradicional, pero diferente.
Desde entonces han participado en numerosos festivales de todo el mundo. ¿Cómo ha influido eso al grupo?
-Cuando empiezas a tocar en ese circuito de músicas tradicionales, en el mismo escenario te puede tocar con otros grupos que pueden ser de cualquier país del mundo. Al final se hace una fiesta de culturas, en ese festival en concreto, en cualquier parte del mundo, en el que tú te empapas de otras tradiciones. Pero a ellos también se les hace especial lo nuestro. Cuando nosotros vamos a un festival de fuera los exóticos somos nosotros. Eso es lo bonito. Tú vas aprendiendo de otros grupos y otras influencias que ves, vas haciendo amigos y amigas, y vas aprendiendo de ellos y ellas. Y eso luego lo bebes, lo palpas y lo llevas a tu música, seguro que sí.
Y el proceso creativo del álbum Korrontzi 20 que fue destacado entre los mejores del año por la revista Mondo Sonoro, ¿cómo ha sido?
-Fue muy bonito. Teníamos la idea de hacer algo especial. Queríamos adaptar a la gente algo que fuese nuevo, pero que también fuese un resumen de los veinte años. Elegimos los veinte temas que más nos pide el público, y con el filtro de un nuevo productor, Luís Peixoto, pasamos por el espejo de su arte y le dimos una vuelta a nuestras canciones. Incluimos además tres temas nuevos e inéditos, y en cada uno de los temas de Korrontzi 20 estamos acompañados de un amigo o amiga que ha aportado su arte a nuestra música. Yo estoy muy orgulloso de tenerlo ahí.
¿Cómo fue la experiencia al trabajar en la película Basque Selfie que fue seleccionada en el Zinemaldia en 2018?
-Narra una experiencia muy personal, ya que el guion gira alrededor de una historia mía, una historia real que me pasó y en la que el director Joaquín Calderón quiso enfocarse. Quería mostrar la controversia de que a una persona que estaba enseñando las tradiciones vascas por el mundo le quisieran tirar su caserío. Fue una experiencia excepcional porque fue un proyecto muy humilde pero en el que aprendí un montón.
¿Qué mensaje busca trasmitir Korrontzi a través de su música?
-Lo que me quedó muy marcado de mi maestro Rufino Arrola es que él siempre me decía: “Mira, Agus, da igual cómo toques. Si la gente no baila cuando tú tocas, es que estás tocando mal. Toca como quieras, pero tienes que hacer que la gente baile, tienes que hacer que la gente disfrute”. Lo que yo creo que define a la música de Korrontzi es que es música para bailar. Hemos tocado por todo el mundo y cuando suena la trikitixa la gente baila. Cada uno a su estilo, pero les incita a bailar.
Como amante de la trikitixa, ¿cuál es la motivación que le lleva a enseñar sobre este instrumento a los jóvenes?
-Siento que es lo que tengo que hacer. Creo que de alguna manera, la trikitixa se cruzó en mi camino. Las generaciones de mi familia, mi abuelo, mi padre, se fueron sin tocar la trikitixa pero siempre quisieron tocarla. Creo que lo mejor que puedo hacer según voy avanzando en mi edad es ir enseñando a otra gente y dejar esa tradición viva. Porque cuando yo no esté, tendrá que haber más gente que sean apasionados y apasionadas por la trikitixa y que sigan enseñando esa tradición. Yo lo vivo con pasión, a mí me encanta lo que hago e intento trasmitir a los jóvenes todo lo que yo he aprendido.
Han pasado décadas y aún sigue viva esa tradición. ¿De quién diría que es el mérito?
-La gente que dejó viva la triki no lo tenía tan fácil como nosotros. Por una parte, estaban en tiempos de dictadura y no se podía cantar en euskera. Tenían que traducir las coplas a castellano para poder cantarlas en la calle, aunque no les gustara. Por otra, la trikitixa estuvo prohibida durante muchísimas décadas en Euskadi. Supuestamente incitaba al pecado y no estaba bien vista. Los curas de los pueblos prohibieron tocarla y sacaron unos carteles en los que se decía: “Queda prohibido bailar en la plaza de este pueblo al son del fuelle del infierno”. Aun así y pese a todo, los trikitilaris de esa época mantuvieron viva la trikitixa. A mí me parece que ellos y ellas, porque también había muchas mujeres que la tocaban, son los que tienen el mérito de mantener esta tradición viva.
Korrontzi es el nombre del grupo, pero ¿de dónde viene?