La urgencia del ‘dos’

El ojo clínico del Baskonia para fichar es conocido en todos los lugares del planeta, pero desde hace varios veranos hay un perfil concreto de jugador que no se encuentra en el mercado a la hora de que el equipo consiga el ansiado salto de calidad. El baloncesto de hoy en día está volcado de una forma desmedida hacia el exterior y conviene disponer de algún combo, ese jugador creativo, con capacidad de desborde en el uno contra uno y mucha pólvora en sus manos. Pues bien, el club vitoriano acumula ya excesivas temporadas echando de menos esa figura tan reconocible en algunos rivales directos de la Liga ACB y, sobre todo, la Euroliga.

La fallida apuesta por Vanja Marinkovic, cuyo futuro es muy incierto como jugador azulgrana, agudiza la necesidad de apuntalar cuanto antes una posición crítica de la cancha donde los dividendos obtenidos durante este curso han sido más bien escasos.

No en vano, el perímetro ha estado integrado en muchos instantes de los partidos por dos bases (Baldwin y Granger) o dos aleros (Giedraitis y Fontecchio) porque el agujero en el dos era pronunciado. La escasa aportación del balcánico o la confianza tan limitada en un canterano como Arturs Kurucs, que ha terminado desapareciendo de la rotación exterior en una controvertida decisión de Spahija, han motivado que el de escolta haya sido un puesto cogido con pinzas.

Una carencia dolorosa porque, además, por todos es sabido que se trata de una demarcación muy fructífera para el Baskonia durante las últimas décadas. El conjunto gasteiztarra ha tenido el privilegio de contar en su plantilla con despiadados anotadores como Velimir Perasovic, Arvydas Macijauskas, Igor Rakocevic y Rodrigue Beaubois –este quizá algún escalón por debajo de los anteriores–, pero en los últimos tiempos la sombra del killer es cada vez más alargada.

Antes de los problemas vividos por Marinkovic para rellenar ese vacío, otros exteriores reclutados en su día por el Baskonia como Matt Janning, Darrun Hilliard, Nik Stauskas o Khadeen Carrington no pudieron convertirse en esa pieza resolutiva que brindara soluciones en los momentos comprometidos. De ahí que llueva sobre mojado en este sentido.

Es por ello que emerge otro verano donde la búsqueda de ese desatascador vuelve a convertirse en una de las grandes prioridades de la dirección deportiva. Con el fin de que el perímetro azulgrana se adentre en otra dimensión, es necesario contar con un dos de virtudes muy definidas. Entre ellas, saber echar el balón al suelo, crearse sus propios tiros y ejercer un cierto efecto intimidatorio entre los rivales, algo que incluso permita brillar a los compañeros.

El transcurso de la campaña ha puesto de relieve la falta de punch para ejercer dicho rol por parte de Marinkovic. El serbio, que no ha conseguido elevar su prestigio en Vitoria tras su paso anterior por el Valencia Basket, es básicamente un tirador que carece de esas habilidades. Eso sí, tiene contrato en vigor y se le debe encontrar acomodo en algún otro lugar. Pese a los elogios públicos que le dedicó recientemente Félix Fernández tras su ligera mejoría en el tramo final de la campaña, el de Belgrado tiene abierta la puerta de salida.

Como siempre sucede en estos casos, el problema radica en que se cuentan con los dedos de la mano los jugadores susceptibles de marcar diferencias en dicho puesto y existen clubes más adinerados que el Baskonia a la hora de acudir al mercado en busca de mirlos blancos. De lo que no hay duda es que Joan Peñarroya necesitará alguien que ofrezca un buen rendimiento para disponer de un ataque equilibrado y adaptado a unos tiempos en los que la búsqueda del tiro desde la línea del 6,75 es cada vez más insistente por parte de todos los equipos.