Labastida homenajeó durante los dos últimos días a vecinos represaliados durante la Guerra Civil, tras haber participado hace dos semanas en otro acto en el que al amparo del programa de Memoria Histórica se recordó el fusilamiento de varios riojanos en territorio de Labastida y enterrados en la actualidad en San Vicente de la Sonsierra. Con el mismo empeño de explicar la historia tal y como ocurrió en la realidad y no como lo contaron los libros oficiales de la dictadura, durante el viernes y el sábado la villa vivió dos actos con amplia participación de los vecinos.
Esta actividad comenzó el viernes por la tarde cuando el profesor de la UPV-EHU Javier Gómez Calvo ofreció una charla en la Casa de Cultura sobre Violencia y represión en Labastida. Fruto del trabajo de investigación que ha realizado, el experto narró que Labastida fue una excepción en Álava porque en esta localidad fueron asesinadas más personas que en otros puntos del territorio histórico. De hecho, a modo de comparación, explicó que lo sucedido en Labastida tuvo más que ver con lo que ocurrió en La Rioja o Navarra donde hubo unos 2.000 asesinados, y añadió que en las primeras dos semanas desde el golpe de estado mataron en Álava a 12 personas y seis eran de Labastida, una circunstancia debida fundamentalmente a la quiebra de la convivencia en el pueblo que ya venía de antes de la guerra, añadió.
Ayer sábado, la convocatoria comenzó a las once de la mañana con un Pleno extraordinario, donde se leyó una declaración de condena por aquellos sucesos y de solidaridad con las familias. De hecho, finalizado el acto institucional se continuó con otro acto en la nueva calle que une la carretera con la plaza donde se ha desarrollado un mural que se pretende permanezca en el tiempo y se ha colocado un monolito conmemorativo.
En las mismas rampas, el nieto de uno de los represaliados en Labastida recordó especialmente el trabajo que desarrollaron las mujeres del pueblo para no delatar a sus maridos cuando los somatenes trataban de localizarlos para asesinarlos. Esos somatenes llegaron incluso a llevar a varias de estas mujeres al lugar donde habían matado a otras personas amenazando con fusilarlas si no los delataban, algo que no hicieron. Aquellas mujeres fueron llevadas a Vitoria, rapadas y llevadas nuevamente a Labastida para pasearlas de forma humillante, a lo que el entonces alcalde, pistola en mano, se opuso y evitó.
Por esa razón, el mural que se ha pintado en esa zona de Labastida refleja la valentía de aquellas mujeres “para que no se olvide nunca”, como dijo el nieto que intervino.
Una gran cantidad de personas desfilaron por delante de este mural y del monolito colocando flores, algo que hicieron con especial emoción algunos de los más mayores de Labastida que les tocó vivir aquellos años como niños los dramas del miedo y la muerte.