Turtzioz, donde el Ejecutivo del lehendakari José Antonio Aguirre celebró su última reunión en suelo vasco antes de partir al exilio, fue ayer el punto de encuentro del Gobierno de Iñigo Urkullu para desarrollar su reunión semanal y, a través de una declaración, condenar el alzamiento militar de Franco contra el gabinete republicano hace 85 años. Un emotivo tributo a gudaris y milicianos que cobra especial relevancia en el actual contexto bélico en Europa, con la invasión rusa a Ucrania, y que lleva a Lakua a mostrar su repulsa al “uso de la fuerza como recurso para dirimir conflictos”, apelando a “la no violencia, el diálogo, el multilateralismo y a la defensa de los derechos humanos como principios básicos de las relaciones internacionales”.
Urkullu y el resto de consejeros fueron recibidos por el alcalde de la localidad vizcaina, José Manuel Coterón, para después dirigirse al Palacio La Puente, donde el Consejo de Gobierno plasmó su agenda. Posteriormente, el portavoz del Ejecutivo vasco, Bingen Zupiria, procedió a leer un manifiesto en el que se recordó que “el alzamiento militar faccioso contra el régimen republicano legalmente constituido prendía la chispa de una guerra civil en el Estado español el 18 de julio de 1936”. Es en ese contexto donde se evoca cómo, tras la aprobación del Estatuto vasco por las Cortes Republicanas el 1 de octubre, el día 7 de ese mismo mes el lehendakari Aguirre juró su cargo ante el árbol de Gernika expresando una frase ya inmortalizada: En pie sobre la tierra vasca. Euzko-lur-ganian zutunik.
En semejante tesitura, “en la más dura y crítica de las coyunturas: una guerra” y en “un país con los dos tercios de su territorio ocupados militarmente por el enemigo”, Aguirre presidió un gobierno integrado por nacionalistas (PNV y ANV), socialistas, republicanos y comunistas. Fue el primer Ejecutivo de la historia de Euskadi, “constituido con el objetivo de resistir, organizar la difícil vida en la retaguardia y, en última instancia, ganar y construir la paz”. Se trataba, según se desgrana en la declaración, de un gabinete que, “incluso en aquellas dramáticas circunstancias, fue capaz de humanizar la guerra, gobernar en positivo, institucionalizar Euskadi y construir país”. Basta retrotraerse a las palabras del corresponsal de The Times, testigo directo de la guerra, el periodista británico George L.Steer, quien aseveró que “en nueve meses dio al mundo un bello ejemplo de buen gobierno y dignidad”.
“No fue posible: escopetas frente a cazas, pesqueros frente a buques de guerra, la razón frente a la fuerza. Los crueles e inhumanos ensayos de bombardeos del terror de los que fueron objeto Gernika, así como numerosas localidades vascas antes y después, y la manifiesta superioridad militar de los sublevados consiguieron doblegar las defensas del Ejército vasco. Euskadi fue progresivamente ocupada”, relata en esa declaración el Gobierno de Urkullu. Lamentablemente, miles de vascos tuvieron que huir raudos de Bilbao en vísperas de su ocupación. “Columnas de refugiados –en su mayoría ancianos, mujeres y niños– tomaron dirección a Cantabria y a otros países dejando atrás toda una vida, huyendo de la muerte y caminando hacia el más incierto de los destinos; unas imágenes que hoy, 85 años después, nuestro mundo continúa reproduciendo”, se rememora.
Tributo a toda una generación
Así, aquel 16 de junio, el Gobierno de Aguirre llevó a cabo su último Consejo en Bilbao, para luego trasladarse al municipio encartado de Turtzioz. El día 30 el lehendakari hacía público un manifiesto “para la historia” que decía: “El territorio habrá sido conquistado; el alma del pueblo vasco, no; no lo será jamás. Volveremos a recobrar el suelo de nuestros padres. Hasta el día de la victoria”. De ahí que ayer, en ese mismo rincón, el Ejecutivo vasco condenara “el alzamiento militar contra un régimen republicano legalmente constituido”. “La subsiguiente guerra desembocó en una dictadura larga y negra, régimen que durante cuarenta años ejerció una dura represión y vulneró los derechos y libertades básicos”, denuncia Lakua en su texto, al tiempo que rinde homenaje a quienes dieron su vida “por la más noble de las causas: la libertad”. Sin olvidar tampoco “a toda una generación que sufrió los horrores de la guerra injustamente y fue objeto de represión, cárcel y exilio”.
En base a todos esos episodios, el Ejecutivo de Urkullu reafirma su compromiso con “el supremo valor de la dignidad de la persona, los principios y valores éticos y democráticos, y la defensa, protección y garantía efectiva de los derechos humanos”. A su vez, se compromete a hacer suyos los principios y valores de la paz, la libertad, la democracia, el autogobierno, la justicia social, el respeto y el diálogo, “principios que inspiraron el Gobierno de unidad tanto durante la guerra en Euskadi como en el exilio y que hoy seguimos reivindicando para Euskadi y para el mundo”.