En Lamiako, fluye, desde el pasado mes de febrero, un torrente de emociones. Viene originado por los que dan vida a la Maskarada, a su querida y anhelada Maskarada. En febrero, comenzaron los ensayos de su genuina representación. No se habían juntado para preparar el espectáculo ni en 2020, ni en 2021. Dos años que se han hecho eternos, dos años que pesan. Pero esta vez, sí. 2022, sí. A finales de mayo, se podrá celebrar la Maskarada. Y eso es un derroche de alegría e ilusión en todo Leioa. Además, se amontonan las grandes noticias: hay relevo generacional. Donde no hay variaciones es en la organización; ahí siguen al pie del cañón, con mucho mérito, Arkaitz Correa y Arene Albizu.
Estas sí son las máscaras que gustan. Son mágicas, legendarias, mitológicas, de hecho. Son las que protagonizan la historia de Lamiako, de su lamia y de sus acompañantes ancestrales. Sugaar, Mari, Maiatza, Prudentzia, Ieltzu... e, incluso, un amigo nuevo: Tártalo. Todos saldrán bailando por las calles del barrio leioaztarra el próximo 27 de mayo. Otra vez. Aunque serán distintos a 2019. "Casi todos esos personajes los interpretan otros, porque los que antes eran pequeños para ellos, ahora ya los pueden coger", señala Arkaitz. El tiempo parece haber engullido dos años de pandemia, como si no se hubieran caído las hojas al calendario, pero no, el reloj no se ha detenido. Y eso se nota mucho en los niños y jóvenes. "Hemos vivido un gran cambio, porque los que antes eran los pequeños del grupo, ahora son los mayores, porque tenían 14-15 años y ahora ya nos han venido más crecidos. Ha cambiado la generación: ahora son ellos, con 16-17 años los mayores. Estamos muy contentos de que todos ellos hayan vuelto a participar", comenta el organizador. Y es que dos años en blanco se traducen en incógnitas, en interrogaciones cuando asoma el retorno. "Nosotros, en este tiempo, teníamos dudas, porque nunca sabes. Los veteranos, por edad, ya imaginábamos que no iban a volver y piensas: Bueno, igual a los otros les pierdes, porque se han desenganchado. Pero no, no. Parece que tienen más ganas que nosotros. Y también ha venido gente nueva. Así que hemos cambiado todos los personajes principales", sonríe Arkaitz. Los sentimientos, la predisposición, las ganas, el empeño... Todo ello, no podía ser mejor.
Los ensayos se retomaron un mes antes de lo habitual: en febrero los zancos regresaron a sus alturas, los dantzaris comenzaron a dar sus primeros pasos, la música volvió a sonar en el campo de futbito de Lamiako, el campo base de las lamias. Ahora, en abril, las sesiones preparatorias se han pausado hasta el 1 de mayo. Además, otra excelente noticia es que esta representación que retrata la identidad del barrio será como siempre ha sido. "También estamos muy contentos porque vamos a poder hacer la Maskarada como antes de parar. Porque cuando volvimos a ensayar ya estábamos pensando a ver cómo iba a ser el protocolo, que igual había que acotar a X personas de público... Pero va a ser como la pre-covid, así que fenomenal", reconoce Arkaitz.
En este compás de espera, ha llegado Tártalo, por lo que un cabezudo más engorda el séquito de la Maskarada. Pero, encima, muchos trajes han sido renovados. "Un artesano, el que nos hace los gigantes y cabezudos, nos sofistica las máscaras y los gorros. Y la renovación de los trajes la hemos encargado a tiendas que se dedican a ello y, bueno, algún que otro tipo de remates siempre le caen a mi ama", asegura Arkaitz. Empieza la cuenta atrás.