Mikel Landa eleva a hombros a Evenepoel en el Algarve

En la Albufeira, años atrás, se celebró el mayor brindis del mundo. Más de 25.000 personas chocaron las copas a la vez para dar la bienvenida al nuevo almanaque. El festejo, compartido, sirvió par batir el récord Guinness, esa radiografía del ser humano, sus tics, obsesiones, hobbies y locuras. Un bestiario de intereses.

Remco Evenepoel no estaba allí, apenas era un niño, pero en la Albufeira, en una crono de 22 kilómetros, festejó el triunfo de la Volta al Algarve a la espera de la capitulación en el alto de Malhao, donde le esperaba el trono, su tercera corona en la carrera portuguesa. 2020, 2022 y 2024. Los años pares son de Evenepoel, tres veces campeón con 24 años.

A la peana de la victoria le acercó Mikel Landa, esencial la tarea del alavés para reconducir el desafío que le lanzó Van Aert. Landa manejó el tempo, la paciencia y el compás de Evenepoel para que no entrara en pánico y brindara otro logro. Landa descorchó la alegría del belga, que agradeció el buen criterio y saber hacer del vasco.

El de Murgia, líder experimentado, excelso escalador, amainó la inquietud de Evenepoel que mantuvo la calma, en gran medida, porque Landa le guio cuando Knox y Cattaneo, dos costaleros del belga se quedaron vacíos, sin nada que decir, enmudecidos por un silencio hidráulico.

Landa tiró de Remco, no sólo desde el plano físico, sino también desde el mental, y esposó la afrenta de Van Aert, liquidado en los labios de Malhao como un beso robado. Con él pereció el esfuerzo de Healy.

Daniel Martínez vence en Malhao

Extinguido el sofoco, Evenepoel, con la carrera en la caja fuerte, y Daniel Martínez reprodujeron la escena de Fóia. Entre la niebla, el colombiano pudo con el belga y bajo el sol sonriente, Martínez resolvió otra vez en el mano a mano. Aceleró Evenepoel, pero no pudo soportar el ímpetu felino del colombiano, el mejor en las cumbres, pero sometido por la bala de cañón de Evenepoel en la crono.

Van Aert, que completó una mala contrarreloj en la víspera, que se perdió en la niebla de Fóia cuando Landa le descosió de la cuenta de perlas del collar de los mejores, optó por la valentía y el arrojo. Se erizó con orgullo.

El belga, un ciclista mayestático, entró en combustión y con Healy, otro aventurero, y Leemrize, el último mohicano de la ventruda fuga, trataron de subvertir el orden establecido. Llamaba a la rebelión el belga. Van Aert buscó lo imposible. Un Quijote.

Mikel Landa, extraordinario

Landa, báculo de Evenepoel, sus hombros y sus piernas, gestionó la crisis desde lo cerebral. Se convirtió en el pastor de Evenepoel. Sabio, experimentado, no se alteró a pesar de que la desventaja se balanceaba sobre el minuto. Supo manejar los pulsos.

Evenepoel celebra la victoria en la Volta al Algarve. Soudal / Getty

En un trazado exigente, aplicó las matemáticas, evitando la histeria. Landa obsequió aplomo a Evenepoel. Le tranquilizó. El de Murgia, excelente, alejó la amenaza del vuelco. Mano amiga. Mordió el alavés, desconchados Knox y Cattaneo. Landa llevaba a Evenepoel protegido en el sidecar.

El impulso del ciclista de Murgia animó a los compañeros de Daniel Martínez a encapsular a Van Aert, Healy y Leemrize en la puerta de la segunda subida a Malhao, un muro.

Pereció al apuesta de Van Aert desde la larga distancia. En los dos kilómetros de la ascensión a la montaña, con un porcentaje del 10%, se recogía la Vuelta al Algarve, en el bolsillo de Evenepoel.

Se conformó el grupo de los patricios. Kuss buscó un ángulo muerto para colarse pero careció de energía. Sentenciada la carrera, a la espera de la firma, Evenepoel quiso poner la rúbrica sobre la cima de Malhao.

Le derrotó Daniel Martínez, extraordinario su reprís. Segundo en la montaña, de amarillo, sonreía el belga. Otra vez rey en el Algarve. Landa levanta a hombros a Evenepoel.