Frente al rotundo Mortirolo, hasta el nombre impresiona, el Valico de Santa Cristina asomaba con la timidez propia de la semiclandestinidad. En 1994, entronizado Indurain, el monarca absoluto del ciclismo, nadie se fijó en ese puerto, que se antojaba débil y desvalido ante el gigante navarro. Nada presagiaba que el Valico de Santa Cristina, después de que Indurain plegase el Mortirolo con esa pose de efigie, enterrara al navarro en el Giro. Indurain se deshabitó por dentro.
Vacío en un puerto que quedara para siempre fijado en el imaginario colectivo como el de la derrota de Indurain en el Giro y el despegue alado de Pantani. Años después, Landa conquistó Aprica, cuando se descorchó en su mejor Giro, el de 2015. No hubo rastro de aquella gesta en un Giro que se decide en las distancias cortas, entre bonificaciones y esprints en las montañas.
No se aposentará en el memorándum de la Corsa rosa el último encuentro con el Mortirolo, el Valico de Santa Cristina y Aprica. El tablero de los Dolomitas no sirvió para subvertir el orden establecido. Carapaz, Hindley y Landa se ataron al mismo destino. Almeida apenas sufrió daños. Concedió 14 segundos.
MÁXIMA IGUALDAD
Una minucia en la jornada con más marketing de la carrera italiana. Los gigantes hicieron diferencias diminutas. El Giro es un puño cerrado. Los favoritos continúan prensados. A Carapaz se le aproximó el australiano, con más reprís. Les separa un palmo. Tres segundos. Las bonificaciones como culmen y éxtasis de una jornada que acumuló más de 5.000 metros de desnivel y que venció Jan Hirt, el mejor de la fuga.
El miedo al vértigo, la paridad de fuerzas y el desgaste hicieron nulo el combate en las altas esferas. Firmaron tablas los favoritos. Solo Landa, valiente, inspirado, trató de airearse. Su cometa no cogió demasiado vuelo, pero redujo a cuatro las candidaturas al trono del Giro. Nadie fue capaz de destacarse. Un revival del Blockhaus. Penalizó Almeida, pero lo mínimo. El luso es resistente. No cede. Tiene fe. "Almeida no se rompe", definió Pello Bilbao, al que una caída en el ascenso de Santa Cristina le arañó.
EL PODIO, A 15 SEGUNDOS
Se trastabilló el de Gernika con Landa, más cerca del podio. Lo vislumbra a 15 segundos. "Queda Giro", lanzó Landa, siempre optimista. En realidad, todo sigue igual. Invariable. Asume el alavés que la idea era "soltar a Richie y a Hindley, pero están muy fuertes". Compartieron plano. El Giro es un atasco en hora punta. Juego de sombras. Carapaz, Hindley, Landa y Almeida pisan sobre la misma baldosa. Todos vigilantes en el corazón de los Dolomitas.
El mastodóntico Mortirolo se personó otra vez en la fisionomía del Giro, pero por su rostro amable. A su vera, el Valico de Santa Cristina. Todos estaban advertidos. Al coloso le quitaron el velo Valverde, Poels, Kämna, Bouwman, Arensman y Hirt, los destacados de la tumultuosa fuga que se fraguó en la despavorida salida. Entre los patricios, serenado el Ineos, se encendió el Astana que, entregado al redivivo
Nibali fue deshojando la belleza del Mortirolo, siempre plástico en su dureza descarnada, abrigada por los vítores y perfilada por un sol amigo. En el descenso, el Tiburón de Messina, soltó una dentellada. Nibali fluye a modo de las cascadas montaña abajo. El viejo campeón goza como un niño antes del asalto de una tienda de chucherías. Carapaz, Landa, Hindley y Almeida prefirieron no arriesgar más de la cuenta. Le dieron cuerda en la bajada burlona del Mortirolo por su lado más siniestro.
Chirriaban los frenos de disco. Se reunieron los favoritos en la planta baja. Pozzovivo se quedó colgado por una caída en la bajada hasta que encontró cobertura camino de Aprica, que honra el recuerdo de Landa, el último hombre que talló su nombre en la victoria. Heredero del efervescente Pantani de 1994 y de aquella manera de agarrar el manillar, felina, hermosa, plástica.
LANDA PASA AL ATAQUE
Del Mortirolo al Valico de Santa Cristina emergió Teglio, que no tenía nombre de puerto, pero lo era. El Giro y su tendencia caprichosa a la hora de categorizar. El sexteto continuaba empastado. Entre la alta burguesía, el Ineos acorazaba a Carapaz. Valverde bailaba su biografía de mil episodios.
Landa ordenó a los suyos subir el volumen de la carrera. El de Murgia quería ruido. Arrojo y rock&roll, su credo. Pello Bilbao le acompañó en la tarea. Carapaz no perdía detalle de Landa, indomable, feliz en las montañas. Hindley y Almeida, con las orejas tiesas. El olor previo a las tormentas eléctricas pesaba en el ambiente. Landa es una sacudida de alta tensuón. Por delante, Kämna se lanzó.
Landa, al ataque El Valico de Santa Cristina entró en escena. Comenzó a cobrar facturas. El ariete del Bahrain descascarilló a Buchmann. Giró la carretera al viejo asfalto, estrecho, cuarteado. Pozzovivo alzó los hombros. Bajó la mirada. Territorio hostil, cuestas duras, desalmadas, despiadadas. Resistieron Landa, Pello Bilbao, Carapaz, Hindley, Almeida y Nibali.
CAÍDA DE PELLO BILBAO
En la agonía, Landa hizo el afilador con el de Gernika. Se fue al suelo Pello Bilbao. Mantuvo el equilibrio Landa de milagro. El vizcaino cosió el hueco. Cedió poco después, dislocado. Landa, indómito, se rebeló. Quiere el Giro. También lo desean Carapaz y Hindley, que se pegaron a él. Velcros. Se abrió la grieta en Almeida, siempre angustioso su pedaleo. El portugués es de goma. Hirt y Arensman visitaron a Kämna. Creció Hirt.
Carapaz, Landa y Hindley, escaladores, establecieron un entente contra Almeida, temerosos del luso en la crono de cierre en Verona. Necesitan alejarle. Almeida es un tipo duro. Paciente incluso en la tortura. No entró en pánico. Landa, Carapaz y Hindley doblaron la cima con quince segundos sobre Almeida, el enemigo número uno de los montañeros.
TRIUNFO DE HIRT
En el descenso entró la lluvia y el peligro entre curvas erizantes. Hirt alzó los brazos de su magnífica aventura. Carapaz, Landa y Hindley esprintaron como hicieron en el Blockhaus con Valverde como invitado. El australiano sisó cuatro segundos al líder. Le atosiga a tres segundos. 14 segundos después asomó Almeida. Solo hubo rasguños en Aprica, donde Landa se acerca al podio del Giro.