Las aseguradoras de Renfe y Adif han puesto en duda en la segunda sesión de la fase de responsabilidad civil del juicio por el accidente del tren Alvia que las secuelas de algunos de los heridos sean consecuencia de los golpes sufridos en el descarrilamiento. Fue el caso de un viajero que perdió la visión tras el siniestro ferroviario y que por ese motivo tuvo que dejar su profesión. “Amaba mi profesión. Tener que cortar ha sido muy traumático”, declaró este testigo.
En el turno de la aseguradora de Renfe, QBE, su abogada le preguntó por su nivel de visión antes del accidente. “Era suficiente. Tenía una salud visual delicada. Tenía que cuidarla y corregir mi visión con gafas y he tenido problemas de salud ocular, pero ninguno que me haya hecho dejar mi actividad profesional y necesitar ayuda en mi vida diaria”, ha respondido este hombre.
En este sentido, y ante las cuestiones de la letrada de esta aseguradora, el testigo admitió que “veía menos que otras personas pero podía hacer mi vida y mi trabajo”. “La misma víspera del accidente yo estaba trabajando. Tenía compromisos antes y después del accidente. Si quiere hacer ver que el accidente no tuvo que ver... no sé entonces cómo ha habido un antes y un después”, subrayó el hombre.
En ese momento, de hecho, intervino la jueza para recriminar a la abogada porque “eso se lo tendrá que preguntar al forense”.
A continuación intervino el abogado de Allianz, quien incidió en el interrogatorio a esta víctima, en busca de los informes médicos que dijeran que su estado actual de salud se debe a las lesiones por el siniestro.
En un momento dado, apuntó, de hecho, a una conferencia que el testigo dio en 2019. “¿Una conferencia? Se la puedo dar ahora también. No es una actividad profesional, es una actividad de sentarme y hablar”, respondió el testigo.
A mayores, el letrado de la aseguradora de Adif cuestionó a este hombre por “cuánto le paga” a la persona que le atiende en su día a día. “Es mi pareja, que es una persona maravillosa. Quiero decirlo desde aquí”, resaltó el testigo, emocionado.
“Pensé que me moría. Dije, voy a morir aplastado”, advirtió este superviviente de la tragedia durante la descripción de lo vivido en la curva de A Grandeira. Según explicó, “el viaje pareció normal todo el camino, hasta que se llegó a la curva”. Luego le tuvieron que sacar del interior del convoy: “Al comenzar la curva sentí que me iba y salí despedido de mi asiento y fui volando al otro extremo del vagón. Me impacté de lado, me rompí dos costillas y caí al suelo boca arriba. Empecé a sentir impactos de objetos con un ruido infernal”, recordó.