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"Las ayudas apenas llegan" Hablan los valencianos 40 días después de la DANA

El barro, el polvo en el aire, los peritos que no llegan a todo y el desánimo presentes en los testimonios de Josep, Carles y Oreto
La 'zona cero' de la Dana, un mes después del paso del temporal.
La 'zona cero' de la Dana, un mes después del paso del temporal. / Archivo

Actualizado hace 4 horas

Han pasado 40 días y el escenario en la zona cero de Valencia es otro. Sus ciudadanos intentan normalizar sus vidas pero queda mucho por hacer para que las poblaciones inundadas recuperen su cara habitual. Ya no son portada, ya no están en primer plano pero su voz sigue sonando clara y siguen necesitando ayuda. La euforia de los primeros días cuando miles de voluntarios repartían botas, lejía, retiraban coches ha dejado paso al desánimo y a una sensación de cierta soledad que se respira en el ambiente. 

Han sido muchas las ayudas anunciadas pero la ejecución está siendo muy lenta, nos cuentan. Mucha burocracia y más de uno que se aprovecha de la situación y solicita lo que no necesita. Los peritos no dan abasto, más de uno sigue sin noticias del seguro y están asumiendo los gastos de las necesarias reparaciones en algunos casos sin haber recibido ninguna ayuda. 

Josep desde Algemesí

Desde Algemesí, Josep nos cuenta que "va viendo la luz" aunque aún el barro seco es protagonista y hay mucho polvo en suspensión en el ambiente. "Cuando hay viento que te tienes que poner la mascarilla. Y cuando llueve se vuelve a formar una capa de barro", señala si bien nos cuenta que casi todos los coches han sido ya retirados.

"El día a día aún así no es fácil. Hay muchos comercios sin abrir. Solo hay una gasolinera abierta", describe. Respecto a su casa reconoce que de momento no puede usar el garaje porque una empresa del Ministerio tiene que pasar a limpiar. Asegura que las ayudas que llegan son escasas. "Aunque acabe este año, seguiremos así mucho tiempo. La gente recibe con cuentagotas las ayudas para viviendas, negocios….al final de la semana pasada vino mi perito al negocio y del coche todavía no sé nada", afirma. Y es que los peritos, asegura, no dan abasto. 

Carles desde Albalat

Muy cerca de Josep está Carles, en Albalat, una localidad que se libró de la riada. El pueblo no se vio afectado, únicamente la zona del campo. De ahí que se estén centrando en ayudar a otras localidades. "Estamos volcados con Algemesí que es la gran olvidada y el desastre ha sido grande. Son conocidos. Lo sentimos como nuestro", afirma. 

Asegura que la gente se siente abandonada. Nos cuenta que el otro día cando iba a Algemesí a repartir comida y otros enseres, paró primero en un lugar donde coincidió con personas afectadas por la riada a las que les dio algunas de las cosas que llevaba. "Cuando se lo llevaron me abrazó la señora llorando y me dijo gracias porque estamos abandonados, dejados de la mano de Dios. Hablamos de la semana pasada y se sentían abandonados", denuncia. 

Y es que, añade, la ciudadanía no entiende ciertos comportamientos políticos. "La gente lo que ve es que ellos van a su bola y nosotros a la nuestra. Uno ataca al otro y está a lo suyo. Por otro lado, se ha aprobado una ley en que se libera a los ayuntamientos para construir donde quieran", denuncia. "Me parece abominable que no se aprenda nada. La gente lo que quiere es seguir su vida normal pero habrá expertos que dicen que hay que hacerlo bien. No se les hace ni puto caso. Están hartos de decirlo", clama.

"Han pasado ya 40 días. El problema es el desánimo de la gente. Solamente pasear me entristece", reconoce. 

Oreto desde Alcudia

Mes y medio después también hemos vuelto a contactar con Alcudia y con Oreto. Esta directora de instituto tiene la sensación de que ha pasado "un mes que nos han robado". "Ha sido un mes catastrófico y horrible. Estamos intentando normalizar y salir del barro físico y del metafórico que es el peor", afirma. 

"Al principio en los primeros días estábamos aislados y no tuvimos noticias de nadie ni de nada. Hasta días después no vimos a nadie. Estábamos solos como si hubiera sido el fin del mundo, sin noticias de otros pueblos. Con el paso de los días se ha instalado dualidad. Por una parte rabia de la población, por otra agradecimiento y mucha soledad", nos explica.

"Cuando ya no somos noticia en primera página se instala la soledad. No hay nada, las ayudas no llegan, los peritos tampoco. Hay muchos coches sin retirar. Sabemos que hay ayudas pero no se han materializado. Tenemos que ir pagando gastos", denuncia. 

Lamenta el uso político que se está dando a la catástrofe. "Los que estamos en medio nos preguntamos quién nos va a ayudar. La ciudadanía no entiende tampoco de competencias del estado autonómico y cualquier bulo adquiere rango de verdad. Me preocupa mucho más el barro mental fruto de la vulnerabilidad en la que estamos", apunta. 

"Ya no tenemos la fuerza del primer momento por el agradecimiento a voluntarios de todas partes. Eso se ha ido retirando y ahora el día a día es más duro. Hay mucha burocracia y las ayudas no llegan. En muchas de las ayudas que han sacado urgentes detectas que hay gente que las ha pedido y no las necesita. Aflora lo más miserable de las personas", lamenta. 

Así que serán unas navidades diferentes, al menos para Oreto. "Nos ha hecho replantearnos la lista de prioridades. Austeridad, sencillez y días de apreciar a la familia y los amigos y poco más. Nos sobran dulces y nos faltan ayudas porque no llegan", insiste. 

 

2024-12-19T11:44:59+01:00
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