Las barracas regresan esta tarde al Parque de la Runa

José Luis Garcela es hijo del dueño de la conocida mansión del terror. Empezó en Castellón para la Magdalena. Después he estado en Sevilla, Córdoba, Granada y hace una semana llegó a Pamplona. Son sus primeros Sanfermines pero sabe por su padre que son “muy buenas fiestas”. Cuenta que “estos años han sido difíciles porque no ha habido movimiento” y que por eso, en cuanto han podido, han salido a trabajar. Aunque eso, también ha dado pie a la solidaridad: “La verdad es que la gente ha ayudado, se ha volcado, y eso se agradece”.

También van a ser los primeros Sanfermines de Gabriel Trajano, que este año acompaña a su madre en el trabajo. Aunque tiene ganas, reconoce que la situación a la que han tenido que hacer frente tras la pandemia no les favorece: “A nosotros no nos ponen luz, funcionamos con generadores y se nota la subida de los precios, del agua, todo. No nos lo facilitan y cada vez nos tenemos que buscar más la vida por nuestra cuenta, el Ayuntamiento no nos ayuda”.

Lo que no se ve

Y es que además de haberles subido el precio para tener un hueco para sus atracciones, deben contratar la luz por su cuenta, lo que les supone un gasto extra. Felipe Pérez, otro de los feriantes que lleva años acudiento a la ciudad durante las fiestas, explica que “cada año es un poquito más difícil y la gente se queja mucho de la subida de los precios de las atracciones, pero no ven lo que hay detrás”. Él, por ejemplo, viene de Extremadura: “Me recorro 800 kilómetros, y eso es un gasto grande, sobre todo por como está ahora la gasolina. La gente cree que venimos aquí y no hacemos nada. Pero detrás está el transporte, el mantenimiento, la gente que ayuda, la luz… y está todo muy caro”.

Dimiter, dueño del simulador, coincide en que la gente cada vez se monta menos en las atracciones por la subida de precio de los tickets: “La gente ya no compra tanto porque hemos tenido que subir el precio. Ha subido muy poco pero se nota que antes la gente venía y se montaba con sus hijos y ahora suben solo a los hijos”. Viaja junto a su mujer y no cuentan con más ayuda: “Esto se monta y desmonta rápido”, dice riendo señalando la nave de grandes dimensiones.

Si en algo están todos los feriantes de acuerdo es en que esperan que las ganas que tiene la gente de celebrar se vean reflejadas también en las barracas, ya que es un colectivo que está sufriendo las consecuencias de la pandemia tanto o más que cualquier otro. “A ver si viene gente para poder salvarlo”, dice Felipe Pérez.