Al menos 12 cárceles de Israel se han convertido en verdaderos “campos de tortura”, según un informe que ha publicado la ONG israelí B’Tselem. Bajo el título 'Bienvenidos al infierno', este informe denuncia que el sistema penitenciario israelí se ha convertido en una “red de campos de tortura”. Para demostrarlo recoge los testimonios de más de medio centenar de reclusos liberados de al menos una docena de cárceles.
B’Tselem, organización que defiende los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados por Israel, pone de manifiesto los abusos y el trato inhumano que sufren los palestinos detenidos bajo custodia israelí desde los ataques de Hamás del pasada 7 de octubre de 2023.
Son los testimonios de “55 palestinos detenidos durante ese tiempo y liberados, casi todos sin cargos. Sus testimonios revelan los resultados de la transformación apresurada de más de una docena de instalaciones penitenciarias israelíes, militares y civiles, en una red de campos dedicados al abuso de los reclusos como una cuestión de política”, explican desde la organización humanitaria.
Dolor y sufrimiento severos
En estas instalaciones, los presos son “sometidos deliberadamente a un dolor y un sufrimiento severos e implacables funcionan como campos de tortura de facto”. Es el caso de Firas Hassan cisjordano de 50 años y padre de cuatro hijos.
“El 10 de agosto de 2022, me dirigía a la Universidad Abierta Al-Quds en Ramallah, donde estaba matriculado. Cuando llegué al puesto de control de Container, al norte de Belén, los soldados comprobaron mi documento de identidad, me sacaron del coche y me detuvieron. Me metieron en una habitación de hormigón cerca del puesto de control. Mientras estaba allí, un oficial de inteligencia israelí me llamó y me informó de que tenía una orden de detención administrativa de seis meses. Me pusieron bridas en las manos, me vendaron los ojos y me llevaron a Etzion”, relata Hassan. Tras siete días en Etzion fue trasladado a otro centro, al de Ofer.
Vejaciones de todo tipo
Estuvo bajo detención administrativa 12 meses y entonces llegaron los ataques del 7 de octubre y la vida en prisión cambió y se convirtió en un infierno. “Ese día nos contaron por primera vez dentro de la celda. Los guardias nos gritaron que nos arrodilláramos de cara a la pared, con la cabeza inclinada hacia el suelo como si estuviéramos rezando, y nos pusieran las manos sobre la cabeza. La gente del IRF nos gritó y nos llamó ‘hijos de puta’, ‘hijos de puta’ e ‘ISIS’. También hicieron ruidos de animales, como maullidos de gato”.
Hassan cuenta también como recibió “patadas, puñetazos y porrazos” y como los guardias les ponían música durante toda la noche para que no pudieran dormir.
Tras pasar por varias cárceles y sufrir un calvario durante las audiencias judiciales fue liberado el pasado 4 de abril, no sin antes recibir una nueva paliza, insultos y humillaciones. “Mis hijos duermen a mi lado porque tienen miedo de que me pase algo”, concluye.