La dieta alcalina se fundamenta en el principio de que los alimentos pueden afectar al pH de la sangre y otros fluidos corporales. A pesar de que el organismo cuenta con mecanismos eficientes para regularlo, los defensores de esta pauta creen que una alimentación más alcalina puede reducir la carga ácida del cuerpo y contribuir a una mejor salud general. De este modo, los alimentos se dividen en dos categorías, según su efecto sobre el pH: alcalinizantes y acidificantes. Los primeros se consideran aquellos que tienen un efecto positivo en el equilibrio ácido-base del cuerpo, mientras que los segundos pueden contribuir a un entorno más ácido.
Los beneficios de este tipo de dieta son que contribuye a mejorar la salud ósea, ayuda a reducir la inflamación, favorece la digestión, aumenta el nivel de energía, y también es una buena aliada para prevenir enfermedades como las cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
Alimentación
Respecto a qué alimentos se consideran alcalinos, los expertos recomiendan estos:
Frutas y verduras. Son la base de la dieta alcalina, especialmente los limones, las naranjas, las manzanas, el brócoli, las espinacas y los pepinos.
Frutos secos y semillas. Además de ser muy ricos en nutrientes, también tienen un alto poder alcalinizantes. Mejor tomarlos sin freír, tostar ni salar.
Legumbres. Formidables fuentes de proteínas, todas ellas tienen un efecto sobre el equilibrio ácido-base muy positivo.
Hierbas aromáticas y especias. El jengibre, la cúrcuma y la albahaca, por ejemplo, son estupendos amigos alcalinizadores para el organismo.
Aceite de oliva. Se aconseja alternar el aceite de oliva con otros de primera presión en frío y optar por el vinagre de sidra.
Agua e infusiones. Se recomienda beber uno o dos litros de agua al día. Una gran parte de las aguas envasadas en el Estado son minerales naturales, muchas de ellas aguas bicarbonatadas sódicas o mixtas, que alcalinizan el pH de la orina. También se indican las tisanas como el té verde, cola de caballo, diente de león...
Menos proteínas. Evitar una dieta acidificante. Es importante comer menos proteínas y grasas así como lácteos pasteurizados, cereales refinados, conservas, bollería, chocolate, refrescos, alcohol y café. También hay que reducir la sal y el azúcar blanco.