Las claves del fisioterapeuta Jesús Serrano para escoger zapatos: “Deben imitar a un pie descalzo”

“El pie está diseñado para andar descalzo y pensar que es frágil y que hay que protegerlo, lo debilita”, sostiene Jesús Serrano, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y diplomado en Fisioterapia. El entrenamiento es su arma terapéutica más potente desde hace años. Descubrir que los pies se pueden y se deben ejercitar fue todo un descubrimiento para él.

Los pies nos sostienen, pero los miramos como la parte baja y menor de nuestra anatomía. ¿Los cuidamos como de segunda o de primera?

Los tenemos olvidados; no los consideramos, simplemente pensamos en encerrarlos y cuanto más duro sea el zapato, mejor; es como si hubiera que protegerlos y luego nos olvidamos de ellos y no les prestamos la atención debida. A nivel estético, las mujeres se los tratan un poco más.

Nos lavamos las manos, cara, sobacos… todos los días. Si esta higiene es salud, ¿es concebible no lavarse todos los días los pies?

En occidente, hoy en día, es fácil que nos lavemos los pies; yo que voy mucho tiempo descalzo considero que tengo que lavarme los pies al igual que el resto de las partes del cuerpo. Creo que la higiene no está peleada con cuidárselos a nivel funcional, que es como a mí me gusta que se traten los pies.

De pequeña me inculcaron no utilizar dos días seguidos el mismo calzado ¿es buena costumbre?

Podemos tener el calzado que necesitemos para cada momento de nuestra vida; cada uno tiene su función. Si vas a la montaña no usarás el mismo zapato que si andas por la ciudad, por lo tanto, hay que ver cuál ponerse según la actividad que hagamos. Es bueno disponer de una cierta variedad, pero si hay un zapato para diario que nos resulta cómodo se puede usar perfectamente todos los días.

Aunque esto no sea China, ¿por qué es moda el calzado ajustadísimo que comprime y deforma el pie? ¿Hay demasiado interés económico o cierto papanatismo en la moda?

La moda ha tomado el poder sobre la estética de los pies sin atender en ningún caso a la salud de los mismos; priorizamos la estética con puntas estrechas y tacones elevados porque nos vemos más guapos. Esta soberbia del ser humano es la que se carga los pies y provoca uñas encarnadas, juanetes, dedos en garra… Todo es producto de que el calzado no tiene forma de pie.

Tacones imposibles. ¿Por qué no se rebelan, especialmente las mujeres, contra la tiranía de los tacones inverosímiles?

Los tacones se critican mucho, pero son las propias mujeres las que por estética, por las revistas de moda, los famosos y las influencers, deseen llevarlos todo el día. Es cierto que en uniformes de trabajo, donde las pobres sufren un montón, sí habría que dejarlos como voluntarios, aunque hay que inculcar a la gente sobre que los tacones no son sanos.

Las zapatillas oblongas, blanditas y de base esponjosa son tendencia, ¿no nos abonamos a deformaciones, juanetes, dolores recurrentes…?

Nos venden que en las zapatillas necesitamos acolchamiento, que vayas como una nube, superamortiguado… Sin embargo, todo lo que pongas a una zapatilla va a atontar al pie, porque el pie es la estructura mejor concebida para amortiguar, no hay otra cosa igual que un pie sano. Todo lo que le añadamos al pie para prescindir de las estructuras pensadas para ello va a hacer que se atrofie, así que hay que buscar una zapatilla que estorbe lo menos posible al buen funcionamiento de un pie sano.

En nuestras ciudades brotan como setas otoñales las tiendas de pedicura, ¿esta abundancia es buen síntoma de salud de los pies o mera oportunidad de negocio?

Hay algo de estética, pero también hay mucha gente que tiene las uñas destrozadas por el calzado; los pies no caben, los dedos se tienen que arrugar, se comprimen unos contra otros y ese roce con la zapatilla y entre los dedos provoca uñas encarnadas, más facilidad de hongos y otras patologías. Ese calzado estrecho ataca la estética de los pies porque destroza las uñas de hombres y mujeres.

Acudimos al odontólogo para cuidar los dientes o al oftalmólogo para ajustar las necesidades oculares, ¿por qué no del mismo modo al podólogo?

Cada vez se va más al podólogo; yo intento animarles para que den la guerra por el calzado con forma de pie, porque el estrecho, según nos dicta la moda, es el que los destroza y el que hace que la gente tenga que ir al podólogo. Parte de las funciones del podólogo desaparecerían si la gente usara calzado con forma de pie y estuviera mucho más tiempo descalzo; se evitarían numerosas deformaciones e incluso problemas que tratan los podólogos con buen criterio se eliminarían de raíz si la gente cambiara de zapatos.

Muchos cuidan sus pies cuando se enseñan, por pura estética. ¿El cuidado debe ser por moda o directamente salud?

Como todo, tiene que proyectar salud. Un pie cuidado es un pie maravillosamente bonito que no necesita absolutamente nada, ni tacones ni punteras estrechas, ni otra cosa que se le parezca; el pie es bonito por naturaleza.

¿Qué incidencia tiene en nuestra salud un mal cuidado de los pies: infecciones micóticas, dolores de espalda, de rodilla… y hasta bruxismo?

Efectivamente, los pies son los cimientos del cuerpo y si nuestro pie está enfermo, que es el punto de contacto con el suelo, toda la estructura, todo el edificio va a estar enfermo. Tengo pacientes con problemas de rodilla, de espalda y de bruxismo, y muchos, cuando empiezan a cuidarse los pies usando un calzado adecuado, los entrena, anda descalzo, etc, deja de tener esos problemas. Tratamos el pie desde el pie.

¿Es provechoso realizar ejercicios específicos con los pies? ¿Y acudir a fisioterapia podológica?

Desde luego que sí. Incluso nosotros los fisios estamos aprendiendo en los últimos años a entrenar pies. Hemos descubierto que tenemos una herramienta brutal que es el entrenamiento y para eso debemos desnudar el pie, entrenar todos y cada uno de los músculos del pie, sus articulaciones y entrenar descalzo para lograr la salud real del mismo. Por lo tanto, animo a la gente que tenga problemas en el pie y otras alteraciones del cuerpo a que evalúen los pies, que los entrenen, que anden descalzos.

¿Andar descalzo es saludable? 

Siempre es mejor descalzo. El pie está diseñado para andar descalzo y pensar que es frágil y hay que protegerlo, lo debilita. Es cierto que cuando hay un terreno lesivo hay que calzarse, pero con el mínimo calzado posible y que respete la anatomía y la funcionalidad. Andar descalzo es la mejor manera que tenemos de tener una buena salud del pie, por eso a los niños hay que dejarles descalzos y los adultos tienen que empezar a andar descalzos mucho más; hay adultos que tienen los pies muy enfermos, pero tienen que ir moviendo todos los músculos de su pie y eso solo se puede conseguir paso a paso. Estar descalzo es maravilloso.

¿Andar por la arena de la playa es beneficioso?

Mucha gente está once meses al año con un zapato cerrado, con plantillas duras, con sus pies enfermos y cuando llega el verano se ponen a andar por la playa descalzos como si no hubiera un mañana y aparecen algunas patologías. El problema no es andar descalzo en la playa, sino que están once meses con el pie atrofiado. Hay que entrenar el pie poco a poco para devolverle la salud.

Usted propone el uso de calzado barefoot. ¿Qué tipo de calzado es y qué características tiene?

Barefoot en inglés es descalzo. Al final, nosotros proponemos que el calzado debe imitar lo máximo posible a un pie descalzo. Debe tener suelas muy finitas y flexibles, y la puntera ancha para que entren bien los dedos para respetar la anatomía y la funcionalidad del pie al máximo.

¿A quién dirige preferentemente su libro?

A todos los que tenemos pies. Me gustaría que incidiera en los niños; ellos se ponen los zapatos que sus padres les dicen que deben llevar. Y todos los años vemos en consulta a pequeños de 8 o 10 años con juanetes provocados por el uso indiscriminado de zapatos estrechos, con suela duras, amoriguadas... Esto no puede ser. El niño debería tener esa opción de los padres para que le den zapatos con forma de pie. Y en un futuro, que él decida. Me gustaría que el libro abriera conciencias en mucha gente para que cuide sus pies, y también los de sus hijos.