El conflicto del Sáhara Occidental, que se alarga ya casi medio siglo, continúa atascado en Naciones Unidas, pero se inclina cada vez más hacia las tesis de Marruecos, sobre todo tras el giro en la postura de Estados Unidos y el anunciado este viernes por España.
El Gobierno español respaldó ayer la iniciativa marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental como la forma "más realista" de resolver el conflicto, lo que supone un cambio en la posición oficial del país, pues hasta ahora defendía los acuerdos en Naciones Unidas para celebrar un referéndum con el fin de determinar el futuro de su excolonia.
La ONU tiene desde 1965 al Sáhara Occidental en su lista de territorios no autónomos y, como consecuencia de la guerra que libraron Marruecos y el Frente Polisario entre 1975 y 1991, es un asunto fijo en la agenda del Consejo de Seguridad, el órgano encargado de los asuntos de paz y seguridad.
El Consejo de Seguridad fue el que en 1991 acordó crear la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso) como parte de un arreglo que preveía un período de transición para preparar la celebración de una consulta en la que el pueblo del Sáhara Occidental eligiera entre la independencia y la integración con Marruecos.
El referéndum, casi olvidado
Pasadas tres décadas, sin embargo, ese referéndum sigue sin celebrarse y cada vez tiene menos visos de hacerse realidad.
Primero fueron discrepancias sobre el censo de votantes saharauis y después un rechazo ya frontal de Marruecos a aceptar la consulta, con Rabat ofreciendo como única vía una propuesta de autonomía.
Con el Polisario enrocado en la necesidad de un referéndum de autodeterminación y Marruecos cómodo con su control territorial y su oferta de una autonomía de contornos imprecisos, los años han ido pasando sin que el Consejo de Seguridad haya actuado con decisión para tratar de romper el impasse.
Casi por inercia, las potencias del Consejo han ido extendiendo el mandato de la Minurso y manteniendo la cuestión en un segundo plano, al tiempo que modificaban poco a poco el lenguaje de sus resoluciones en una línea que, para muchos analistas, es cada vez más favorable a los intereses marroquíes.
La misión de la ONU se ha convertido con el paso de los años en poco más que una observadora del alto el fuego y la palabra referéndum ya ni siquiera aparece en los textos que se aprueban regularmente en el Consejo de Seguridad.
En la última resolución para prorrogar la Minurso, el pasado octubre, este órgano pedía una "solución política" que sea "realista, viable, duradera y aceptable para todas las partes".
La mediación de Naciones Unidas
Entre tanto, el trabajo de la propia ONU para lograr esos objetivos sigue sin prosperar pese a los esfuerzos de toda una serie de mediadores que han pasado por el cargo y que, a menudo, se han visto sometidos al ostracismo por parte de las autoridades de Rabat.
El último intento de negociación tuvo lugar en 2018 y 2019, cuando el entonces enviado de Naciones Unidas, el alemán Horst Köhler, logró sentar a Marruecos y el Polisario, junto con Argelia y Mauritania, después de años de bloqueo.
La reunión de Köhler por motivos de salud, sin embargo, condujo a dos años de parálisis casi total, con grandes dificultades para lograr un nuevo mediador aceptable para todos los bandos.
Finalmente, el pasado octubre se designó al diplomático italo-sueco Staffan de Mistura, quien el pasado enero hizo su primera visita a la zona con la idea de tratar de desatascar la situación, sin que por ahora se conozcan iniciativas concretas para ello.
En manos de las potencias
Ante ese bloqueo, las grandes novedades en los últimos años han llegado de la mano de decisiones naciones, principalmente la tomada por Estados Unidos a finales de 2020.
Washington, que desde hace décadas es el encargado de redactar las resoluciones del Consejo sobre el Sáhara Occidental, decidió entonces reconocer la soberanía marroquí sobre el territorio.
El giro lo dio el republicano Donald Trump cuando estaba ya de salida de la Casa Blanca, pero esa decisión no ha sido revertida por la Administración del demócrata Joe Biden.
Este viernes, tras conocerse el anuncio de España, Washington reiteró que considera el plan de autonomía planteado por Marruecos en 2007 para el Sáhara como una iniciativa "seria, creíble y realista" para resolver el conflicto.
La postura marroquí se ha visto así fuertemente reforzada en los últimos años, pues Rabat contaba ya con el claro apoyo de Francia, que es uno de las cinco potencias con poder de veto en el Consejo de Seguridad, y que con una diplomacia silenciosa ha protegido los intereses marroquíes mientras otras potencias preferían no involucrarse demasiado en la cuestión.