La mafia, la Iglesia y el poder político estaban en el centro de la exitosa serie italiana Suburra, que en sus tres temporadas en Netflix nos sitúa en el año 2008 y en “la lucha por los terrenos de un pueblo costero cercano a Roma convertida en una batalla mortal entre el crimen organizado, políticos corruptos y el Vaticano”.
Ahora llega a la plataforma su spin-off, Suburraeterna, con una trama que parte tres años después, en 2011. Se mantiene la inspiración en la realidad, pues si la trama de la primera serie se basó en el libro homónimo del juez y novelista Giancarlo de Cataldo, el argumento de Suburraeterna guarda enormes paralelismos con la actualidad. Y es que la planificación de un nuevo estadio para la Roma derivó, hace unos años, en un caso de corrupción con más de 20 detenidos, entre políticos, abogados y empresarios, para quienes la fiscalía de la ciudad pidió recientemente condenas de prisión que suman un total de cien años.
La sinopsis oficial de Netflix cuenta que “mientras las instituciones políticas están al borde del colapso, el Vaticano se ve afectado por los escándalos, y el caos toma las calles de la capital. No todos aceptan el orden establecido. Nuevos protagonistas irrumpen en el campo de juego y alteran el equilibrio de Roma. Es el comienzo de una revolución –que se extiende rápidamente desde la Iglesia y el ayuntamiento hasta las costas de Ostia– cuyo objetivo es borrar todo lo que pertenece al pasado. Spadino (Giacomo Ferrara) debe regresar a casa para evitar que su propia familia sea erradicada también y tendrá que hacer nuevos aliados, incluso con personas con las que nunca hubiera pensado que podría unir fuerzas… Pero la guerra es la guerra, y el control de Roma está en juego otra vez”.
ROMA, GRAN PROTAGONISTA
La capital italiana sigue siendo gran protagonista también de Suburraeterna, una serie que “intenta respetar el lenguaje de la anterior aunque con nuevos desafíos”, según explican los directores Ciro D'Emilio y Alessandro Tonda.
En el reparto, de la ficción original se mantienen Filippo Nigro, en el papel de Amedeo Cinaglia; Giacomo Ferrara, como Spadino, y Carlotta Antonell, cuyo personaje de Angélica tomará un camino completamente diferente. “El vacío de los que murieron se ha llenado con nuevos personajes hambrientos de poder, que son igualmente interesantes y obligan a los anteriores, con menos hambre, a cubrirse las espaldas”, cuenta el guionista Fabrizio Bettelli.
El título alude de nuevo a Suburra, el antiguo barrio criminal de la Roma de Julio César, que en la jerga italiana se utiliza para referirse a los traficantes de droga, políticos y curas corruptos, prostitutas de lujo, la mafia o la especulación inmobiliaria, propios del paisaje romano.