Como cada 8 de marzo, el Instituto Vasco de Estadística-Eustat dio a conocer ayer el dato de ocupación femenina en Euskadi. Actualmente la tasa se encuentra en el 48,1%, el doble que hace cuarenta años, aunque todavía por debajo de la masculina, que está en el 56,8%. A diferencia de 1985, hoy en día es más difícil encontrar mujeres en edad de trabajar sin un empleo remunerado que al contrario, sin embargo, las brechas de género no se reducen al mismo ritmo que la incoporación de la mujer al mercado laboral.
De hecho, hoy en día, cuando tenemos récords de empleo en Euskadi, persisten desigualdades que ensombrecen estos buenos resultados. Unas brechas que se podrían resumir en cuatro y que están interrelacionadas unas con otras: desempleo, salarios, segregación ocupacional y parcialidad. El hecho de que estas brechas sean mayores en la edad de la crianza también es un dato a tener en cuenta. Según Lanbide, el perfil del demandante de empleo es, en mayor medida, mujer (57,6%), mayor de 45 años (54,8%), del sector servicios (70%) y con estudios hasta primaria (55,1%). En concreto, las mayores diferencias entre hombres y mujeres se concentran en el grupo de edad entre 30 y 44 años.
Pero hay otros datos: la brecha salarial continúa en el 16,5%, a pesar de que se ha reducido significativamente en los últimos años debido, principalmente, a la subida del salario mínimo; la parcialidad es del 29,9%, mientras que la de los hombres se sitúa en el 8,2%; y lo mismo ocurre con la tasa de temporalidad, del 24,8% entre las trabajadoras frente al 14% entre los trabajadores. En el último año, además, la temporalidad de las mujeres creció en 2,6 puntos y la de los hombres se redujo un 3,6%.
En lo que respecta a los contratos firmados, las mujeres tuvieron un porcentaje mucho menor de contratación a jornada completa, 53,2% frente al 70,9% de los hombres. Así, según datos de ELA, el 42,4% de los contratos firmados por mujeres en 2024 fueron a jornada parcial y el 4,3% fijos discontinuos. "Nos encontramos ante lo que se denomina feminización de la pobreza, es decir, todos los indicadores que muestran mayor precariedad o pobreza laboral azotan sobre todo a los sectores feminizados y también racializados (cuidados, limpieza etc)", explica Aitor Murgia, responsable del Gabinete de Estudios del sindicato. "El problema es que las condiciones en las cuales participa la mujer en el mercado laboral son mucho más precarias que las de los hombres. Si echas la vista atrás ves que se ha avanzado, claro que sí, pero vamos a un ritmo tan lento que probablemente nos cueste décadas ver un avance significativo", analiza Josu Ferreiro, catedrático de Economía en la UPV/EHU.
Segregación. Uno de las sectores que más emplea a las mujeres es el sector público. Concretamente, la sanidad, donde las mujeres son mayoría. Según la memoria de Osakidetza de 2023, el 76,1% de la plantilla está compuesta por mujeres (aunque en los puestos directivos son mayoría los hombres). Además del sector público, son el sector servicios (85%) y el sector de los cuidados (90%) los que siguen copando la mayoría del empleo femenino.
"La tasa de pobreza de las personas trabajadoras es mayor en las mujeres. ¿Por qué? Porque o tienes un contrato temporal o es parcial o estás con un contrato de estos fijos discontinuos. En ningún caso trabajas todo el tiempo o todo el año y eso te lleva a cobrar menos, claro. Eso está llevando también a muchas mujeres al pluriempleo, que recuerda a cuando nuestros padres tenían dos o tres trabajos para sacar a la familia adelante", enumera.
Hay una clave que da Eustat: las mujeres siguen dedicado más del doble de tiempo a las tareas del hogar y cuando se trata de la crianza el porcentaje se triplica.