Los estados de ánimo de un gato pueden ser tan variables como los de cualquier humano. Saber qué expresan puede ser un problema si no entendemos su lenguaje corporal y vocal.
Uno de estos sentimientos es la frustración, el malestar, el enfado por no poder conseguir algo que se busca o se desea. En la vida de un gato esta situación se da con relativa frecuencia. Es un animal cazador que no siempre consigue su presa. Su tasa de éxito se estima en dos presas por cada diez intentos, por lo que su tolerancia a la frustración es alta además de ser transitoria. Por eso, si este estado se alarga en el tiempo puede haber un problema profundo.
Las señales
Pero no solo se frustra por no conseguir cazar un pájaro, otras situaciones también le provocan esta reacción. Por eso es importante saber reconocer las señales que la manifiestan. Son estas:
Agitar la cola. Moverá la cola hacia adelante y hacia atrás. Cuanto más frustrado, más enérgico será el gesto. Hay que observar que no tenga la vista fija en algo, ya que entonces es concentración.
Evitación. Si está frustrado, es posible que evite la compañía y se esconda buscando soledad. Puede que sea por enfermedad, así que hay que vigilar otros posibles síntomas.
Posición de las orejas. Si está molesto girará las orejas hacia los lados y también las moverá. Se las conoce como orejas de avión. Si las aplana, mejor dejarlo tranquilo.
Pupilas estrechas. Las pupilas cambian de tamaño según la luz, pero si está sentado mirando con las pupilas pequeñas y los ojos semicerrados, es fácil que esté frustrado.
Mira fijo. En principio puede ser una simple llamada de atención, pero unido a otras señales puede indicar frustración.
Pelo erizado. Si su pelo está más ahuecado de lo normal para parecer más grande o el extremo de su cola parece una escobilla, hay algo que no funciona, que le molesta.
Vocalización insistente. Maullar o ronronear forma parte de la comunicación de los gatos. Si es muy insistente puede que pida ayuda.
Inquietud exagerada. Si se muestra muy nervioso, demasiado alerta o inquieto, y no logra calmarse es una señal de frustración de la que hay que averiguar la causa.
Orinar fuera de sitio. Si empieza a orinar fuera del arenero es probable que algo le esté molestando.
Se pone destructivo. Si de repente ataca los objetos de su entorno es fácil que quiera desahogar su enfado. Más que reñirle hay que averiguar el porqué.
¿Qué les frustra?
La frustración les llega a los gatos básicamente cuando no consiguen lo que quieren, lo cual deja un amplio abanico de posibilidades.
Entre los más habituales se encuentra la sensación de soledad. Cierto es que es un animal independiente, pero también necesita socializar con otros gatos o personas.
Aburrirse o no tener nada que hacer es un gran problema. No encontrar desafíos a su inteligencia lo frustra, necesita hacer cosas.
Su carácter rutinario puede hacer que cualquier cambio en su entorno lo altere. Novedades en el mobiliario, no poder salir o moverse a su antojo o ruidos extraños o repentinos pueden causarle estrés.
No tratarlo como un gato, no darle lo que su naturaleza exige, puede ser la fuente del problema. Puede que sea una mascota, pero no es ni un perro, ni un conejo, ni una persona. A los gatos hay que darles y pedirles como a gatos.
Así se puede evitar la frustración
- No dejarlo solo más de un día. Si la ausencia va a durar más tiempo, pedir a alguien que lo visite y lo atienda.
- Dedicarle tiempo. Interactuar con él. Juegos, mimos, caricias, cepillarlo... todo vale para socializar.
- Que ‘cace’: Para él, jugar es cazar. Por ello necesita juguetes y juegos en los que pueda acechar, morder, perseguir, atacar.
- Dejarle explorar. Necesita satisfacer su curiosidad, necesita experimentar olores, texturas y formas distintas. También apostaderos para vigilar la calle.
- Los cambios, poco a poco. Los cambios repentinos en su entorno no les gustan, por lo que hay que introducirlos poco a poco y que se adapte.