Han pasado (o están pasando) por el difícil trance del cáncer de mama. Argiloain Perosterena, Gema Bikuña, Nekane Murua y Laura Agirre son cuatro de las quince iñurris oñatiarras que han hecho piña para apoyarse y compartir las vivencias de una enfermedad que es “como montarse en una montaña rusa”, aseguran. Las cuatro son integrantes de la asociación vasca Izan Inurri que tiene como misión ayudar a las personas que han sufrido cáncer de forma directa o indirecta, además de ampliar la conciencia sobre el tema para tratarlo con naturalidad, con sus luces y sus sombras.
“Hablamos sobre el cáncer, las pelucas, el tratamiento, los efectos secundarios, el miedo a las revisiones… Queremos visibilizar todas estas cuestiones, normalizarlas y soltar nuestros nudos internos”, explica el colectivo. Y para hincarle el diente desde la raíz programan diferentes actividades, entre ellas sesiones de bertsos musicalizados como la que este viernes recalará en Santa Ana antzokia (19.00 horas). En Tabuen kutxatik oholtzara (De la caja de los tabúes al escenario) participarán las bertsolaris Maider Arregi, Miren Artetxe, Oihana Arana y Eli Pagola. Amaia Agirre propondrá los temas, y Oihana Rodríguez e Ixak Arruti estarán al frente de la parte musical. Las entradas pueden adquirirse en la web www.oñati.eus y en la Txokolateixia (ocho euros).
La recaudación se destinará a los proyectos de la asociación, que más allá de la ayuda psicológica y económica que brinda, promueve diversas iniciativas. En esta línea se enmarca el calendario que ha lanzado con fotos de mujeres que han vivido en primera persona el cáncer de mama. Algunas de ellas mastectomizadas. “Una mujer es mujer con una, dos o tres tetas”, reivindican Bikuña y Perosterena. Esta última, junto a Agirre y Murua, protagoniza algunas de las imágenes del almanaque que está a la venta en los comercios Maibi y Kuttun. Izan Inurri ha publicado, a su vez, 13 podcast de vídeo que abordan cuestiones como la sexualidad, el diagnóstico, la salud mental y el trabajo.
compartir en torno a un café
Cada cáncer es un relato único. “Todas llevamos nuestra mochila a cuestas”, cuenta Murua. “No se puede dulcificar el cáncer. A veces escuchamos que el de mama es el mejor de entre los peores, y la realidad es que es un marrón”, insiste Bikuña, que ha sido intervenida recientemente, diez años después de que le detectaran un tumor en el pecho.
Han creado una red en Oñati para compartir, resolver dudas y darse consejos. Empezaron a moverse hace un año y, de momento, (porque, como dicen, hay más) forman un grupo de quince mujeres luchadoras que han pasado cáncer de mama y alguna ginecológico. Son batallas particulares contra un duro proceso en el que han encontrado también tiempo para ellas mismas, para escucharse y sonreír. Hacen tribu y así lo demuestran en cada quedada para tomar un café y conversar. Las puertas, tal y como apuntan, están abiertas.