La reunión de ministros de Asuntos Generales de la Unión Europea volvió a abordar ayer martes el reconocimiento del euskera, catalán y gallego como lenguas oficiales de la Unión Europea, con la única intervención de España y sin que se produjera ninguna decisión sobre los pasos a seguir tras el punto de información sin debate.
La presidencia rotatoria que ejerce este semestre Bélgica incluyó en el orden del día este asunto a petición de España como un “punto de información sin discusión”, porque el Gobierno de Sánchez quería distribuir entre el resto de socios un memorando para subrayar que las lenguas cooficiales son parte de su “identidad nacional”, con encaje en su Constitución y de uso en las dos cámaras parlamentarias.
La última vez que estuvo en la agenda de los 27 la petición de Moncloa –uno de los compromisos del PSOE con Junts de cara a la nueva legislatura– fue en la última reunión en que España controló las previsiones en tanto que ejercía la presidencia de turno del Consejo de la UE, el pasado diciembre.
Con el relevo asumido por Bélgica en la presidencia rotatoria el pasado enero, el asunto salió del orden del día de los ministros europeos y quedó relegado a la espera de que se produjeran avances de calado en los grupos técnicos, ya que los socios reclaman dictámenes jurídicos y evaluaciones de impacto antes de decidir sobre una eventual modificación del reglamento que, en todo caso, requeriría de la unanimidad de los Veintisiete.
Así las cosas, el secretario de Estado para la Unión Europea, Fernando Sampedro, tomó ayer martes la palabra para presentar el memorando al resto de presentes y el punto concluyó “sin más discusión”, según fuentes europeas. La presidencia belga y las demás delegaciones “tomaron nota” de lo expuesto pero “no ha habido ninguna conclusión especial”, añadieron las fuentes consultadas. Así, tampoco se discutió sobre el seguimiento que se dará a la modificación que pide España.
Antes de entrar a la reunión de los Veintisiete, Sampedro afirmó a la prensa en Bruselas que existe una “comprensión real” entre el resto de socios en la Unión Europea respecto a la petición del Gobierno de reconocer el catalán, el euskera y el gallego como lenguas oficiales de la UE, por lo que España no va a “abandonar” su petición de modificar el reglamento comunitario para lograr su oficialidad.
Como adelantó el lunes el ministro de Asuntos Exteriores, Cooperación y Unión Europea, José Manuel Albares –que ayer martes no participó en el pleno–, en la reunión a Veintisiete Sampedro abordó los detalles de un memorando que el Gobierno ha distribuido al resto de socios siete meses después de que llevara por primera vez la petición al debate europeo, aprovechando que ejercía la presidencia de turno.
Trabajo previo
Antes del arranque de la reunión, algunos de los ministros europeos dejaron entrever a su llegada que ven prematuro abordar una discusión sobre un cambio de las reglas comunes que requiere de la unanimidad y para la que un grupo de países insiste en conocer evaluaciones de impacto práctico, legal y financiero detallados antes de iniciar la reflexión de fondo.
El ministro finlandés Anders Adlercreutz dijo que su país está “abierto” a explorar esta demanda porque es consciente de la “preocupación” que suscita en España, pero dejó claro que hay que medir sus consecuencias. Más receptiva, la secretaria de Estado rumana, Daniela Grigore Gîtman, expresó el apoyo “pleno” de su Gobierno a la petición española pero advirtió de que hay “cuestiones jurídicas, de traducción y financieras” que deben ser examinadas previamente. – NTM
Gobierno vasco
Valoración positiva. El portavoz del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, realizó una valoración “positiva” de que en Bruselas se aborde la oficialidad del euskera, aunque admitió que “no es un asunto fácil, va a requerir mucho tiempo y constancia”. “Que el representante de un Estado plurilingüe como es España defienda este multilingüismo en las instituciones europeas, en sí mismo nos parece muy importante”, dijo. Concluyó que “la oficialidad del euskera en el ámbito europeo sería una decisión histórica”.