Las intensas precipitaciones de los últimos días en forma de lluvia y nieve han caído sobre el humedal de Salburua como agua de mayo en pleno mes de enero.
Las balsas, protagonistas de excepción del Anillo Verde, sufrieron los pasados verano y otoño una escasez de lluvias que ya casi no se recordaba en Gasteiz y su entorno y presentaron hasta bien entrado noviembre un estado muy preocupante.
Según los registros oficiales, el de 2022 fue el estío más seco en la ciudad en tres décadas, una estación a la que después siguió un otoño también caluroso y con muy pocas precipitaciones.
Una triste estampa
Caminos y riachuelos resecos, aguas estancadas, amplias zonas agrietadas –sobre todo en la balsa de Betoño– y apenas unos pocos ejemplares de aves buscando a duras penas alguna zona húmeda conformaron la triste estampa del parque vitoriano hasta hace apenas dos meses.
Afortunadamente, las lluvias que ha traído este nuevo año y el primer temporal de nieve de este invierno han devuelto a Salburua, al menos por ahora, su habitual esplendor.
Este domingo, han sido decenas los gasteiztarras que han aprovechado sus horas de descanso para pasear por la zona, como se aprecia en la galería de imágenes que acompaña a estas líneas.