Con el paso de las décadas, algunas de las antiguas vías ferroviarias que se encuentran escondidas en el corazón de Euskal Herria han sido transformadas en rutas de cicloturismo que invitan a descubrir paisajes de ensueño y a aprender sobre la historia y la cultura de los pueblos que conectan. Estas Vías Verdes no solo nos permiten pedalear por senderos llenos de vida, sino también explorar los valles que guardan la esencia más pura de nuestros territorios, por lo que nos adentramos en un recorrido por algunas de las rutas más emblemáticas.

Ciclistas atraviesan la Vía Verde de Arditurri.
A través de frondosos bosques de hayas y robles
Nuestra aventura comienza en la Vía Verde del Plazaola, un recorrido que sigue el antiguo trazado que unía Pamplona con Donostia. A través de sus casi 64 kilómetros, esta ruta nos sumerge en los valles de Larraun y Leitzaran (donde las antiguas ferrerías, presas y molinos dan fe del aprovechamiento del hierro y del agua que tuvo lugar aquí en tiempos pasados), atravesando frondosos bosques de hayas y robles.

Gente en bicicleta y a pie en la Vía Verde del Plazaola.
Uno de los momentos más emocionantes de la travesía es cruzar el túnel de Uitzi que, con sus 2,7 kilómetros de longitud, es el más largo de todas las Vías Verdes de Europa. A medida que avanzamos, descubrimos estaciones rehabilitadas como la de Lekunberri, que alberga una oficina de turismo y una tienda de productos locales y merchandising, lo que refleja una perfecta simbiosis entre naturaleza y patrimonio cultural. Por no hablar de todos los servicios dedicados íntegramente al cicloturismo entre los que podemos encontrar alojamientos, restaurantes, áreas de autocaravanas...
Testigo de la intensa actividad minera
Continuamos hacia territorio vizcaino, donde la Vía Verde de los Montes del Hierro nos da la bienvenida. Este camino de 39,07 kilómetros de longitud nos lleva por paisajes que narran la intensa actividad minera de Bizkaia. Desde la estación de tren de Traslaviña (Artzentales) pasando por Sopuerta, Galdames, Abanto-Zierbena y Gallarta hasta Pobeña (Muskiz), esta ruta transcurre sobre la antigua plataforma del ferrocarril que transportaba el mineral de hierro hasta la población de Sestao.
Ofreciéndonos vistas de campiñas, bosques y vestigios industriales, cada pedalada nos conecta con la historia y el esfuerzo de quienes forjaron nuestras tierras.

Vistas de la Vía Verde de los Montes de Hierro.
Pedalear a orillas de un río en plena naturaleza
Nuestra siguiente parada es la Vía Verde del Bidasoa, que con sus 41,58 kilómetros de recorrido aproximadamente desde Behobia en Irun, pasando por Legasa (Bertizarana), Doneztebe/Santesteban, Igantzi, Sunbilla, Lesaka y Endarlatsa, hasta la localidad navarra de Oieregi, nos adentra en la envolvente naturaleza del Parque Natural de Aiako Harria.
Al pedalear junto al río Bidasoa, exploramos la exuberante vegetación que nos rodea, dejándonos envolver por una sensación de paz y conexión profunda con el entorno, lo que convierte a este corto, pero intenso trayecto, en una ruta ideal para disfrutar en familia y aprender sobre la riqueza primitiva de la zona.
En compañía de ‘El Trenico’
Nos dirigimos ahora a la Vía Verde del Ferrocarril Vasco-Navarro, una de las más largas con 123,5 km kilómetros que parte desde Estella-Lizarra, Bergara, Oñati o Vitoria-Gasteiz, y que cuenta con tres tramos en los que se alterna tanto asfalto como tierra compactada.
Siguiendo el trazado del que fuera uno de los ferrocarriles más importantes del Estado español (de ahí su nombre), exploramos paisajes que dibujan desde zonas urbanas hasta parajes rurales de gran belleza. Además, a lo largo del camino, nos acompañan longevos vestigios de El Trenico (como se conocía a este ferrocarril) entre los que encontramos antiguas estaciones, apeaderos, túneles y puentes.

Ciclistas atravesando la Vía Verde del Ferrocarril Vasco Navarro.
Un ejemplo de patrimonio geológico y cultural
Echamos un vistazo a la Vía Verde de Arditurri, un trayecto de 12,12 kilómetros que conecta Lezo con las minas de Arditurri (Oiartzun), pasando por Pasaia y Errenteria.
Sumergiéndonos, por tanto, en la historia minera de la región, esta ruta nos permite visitar las minas de Arditurri (motivo de construcción del desaparecido ferrocarril), así como Soinuenea, un museo y centro de documentación sobre música popular, o el Centro de Interpretación Geológica de Oiartzun. Ambos enriquecen nuestra comprensión del patrimonio geológico y cultural, combinando naturaleza y legado industrial, lo que convierte a este recorrido en una experiencia única.
A los pies del Anboto
Nuestra última parada se encuentra al pie de la mitológica cumbre del Anboto, pues la Vía Verde de Arrazola nos permite atravesar de norte a sur el hermoso valle vizcaino de Atxondo para presentarnos a sus pies. Con 4,93 kilómetros desde la antigua estación de Errotabarri en Apatamonasterio hasta El Tope (Atxondo), se trata de un camino ideal para disfrutar de un día de sol, y es que a lo largo de la ruta, el murmullo constante del río Arrazola y la frondosa vegetación nos envuelve.
Además, cabe destacar que esta ruta tiene como curiosidad que al llegar al final de la vía, encontramos restos de la antigua actividad minera que aquí tuvo lugar, como hornos de calcinación y una pequeña aldea, que nos transportan a tiempos pasados que nos permiten apreciar la arraigada tradición que resiste aún en la zona.