El discurso victimista que desde hace varios años venden los caprichosos duques de Sussex vencería (y convencería) entre la opinión pública si tanto sufrimiento y dolor se hubiese transmitido en todo momento de un modo altruista. Es decir, si ambos (en su auto-obligado exilio yanki) hubiesen convocado a toda la prensa para transmitir el supuesto calvario sufrido bajo el paraguas de la siempre flemática Corona británica. Pero claro, Harry y Meghan decidieron en 2020 renunciar a las obligaciones, que no a los privilegios, de una vida padre. De una existencia repleta de derechos por apellidarse Windsor. Bien pronto vieron que volverse “independientes económicamente”, sin el sustento de la entonces reina Isabel II y del príncipe de Gales, no iba a ser tarea fácil. Y mientras el 19 de febrero de 2021 Buckingham Palace hacía público que no volverían a ejercer funciones reales (con el agravio económico de dicha decisión) ambos empezaron a negociar con productoras, cadenas de televisión, editoriales y presentadoras de éxito. Porque en el fondo, su aspiración siempre ha sido la de ser duques sin título, pero con bien de mortadela en el banco.
De hecho, por la lacrimógena entrevista de dos horas que ambos concedieron a Oprah Winfrey en marzo de 2021 la pareja más quejica de las monarquías europeas se embolsó entre 7 y 9 millones de dólares, lo que equivaldría a entre 5,8 y 7,5 millones de euros. Así lo aseguró en su momento el prestigioso rotativo The Wall Street Journal, el mismo periódico que recogía la pasada semana que por la serie documental de Netflix (Harry & Meghan, dirigida por Liz Garbus) los exduques de Sussex habrían llegado a un acuerdo total por un valor de hasta 100 millones de dólares americanos. Cifras que todavía no contabilizan los millonarios ingresos que ambos van a tener a muy corto plazo por las jugosas ventas de las memorias de Harry: Spare.
Un libro a la venta desde esta misma semana en el que, entre otras perlas, el hijo pequeño del actual rey del Reino Unido confirma su consumo de drogas y alcohol “durante una etapa temprana”, una grave pelea a puñetazos con su hermano Guillermo, los 25 talibanes que mató en Afganistán o cómo perdió la virginidad a los 17 años de edad en un campo detrás de “un pub muy concurrido”. Por cierto, también ratifica ese rumor que durante años ha acompañado a Carlos III: “Mi padre siempre viajaba con su osito de peluche de la infancia. Era una cosa lamentable: tenía los brazos rotos y estaba despeluchado y lleno de remiendos”.